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viernes, 2 de septiembre de 2016

DINO CAMPANA: POEMAS


FURIBUNDO

Yo la había abrazado.
Mientras afanoso por las ciegas ebriedades
En el umbral ciego iba a tientas
Y rápidos golpes repetía
Sobre la puerta de los eternos deleites:
De pronto, sobre mi espalda
Se alzó y volvió a caer martilleando sordo
Y rítmico su pie. Fue el recuerdo
Del instante fugaz, en la plenitud
Fantástica el llamado de la muerte.
Ardiendo desesperadamente entonces
Redoblé mis fuerzas ante aquel llamado
Fatídico y jadeando traspasé
La morada de la nada y de la ebriedad, altivo
Penetré, con fervor, alta la frente
Empuñando la garganta de la mujer
Victorioso en la mística fortaleza
En mi patria antigua, en la gran nada.


EL CANTO DE LAS TINIEBLAS

Luz del crepúsculo se atenúa:
Inquietos espíritus ¡sean dulces las tinieblas
Para el corazón que ya no ama!
Manantiales, manantiales hemos de escuchar,
Manantiales, manantiales que saben
Manantiales que saben que los espíritus están
Que los espíritus están escuchando…
Escucha: la luz del crepúsculo se atenúa
Y para los inquietos espíritus son dulces las tinieblas:
Escucha: te ha vencido la Fortuna:
Mas para los corazones ligeros otra vida está a las puertas:
No hay dulzura que pueda igualar a la Muerte
Ya ya ya
Oye a quién aún te acuna:
Oye a la dulce muchacha
Que dice al oído: ya ya
Y de golpe se eleva y desaparece
El viento: ¡vuelve al mar
Y oímos jadear
Al corazón que más nos amó!
Miramos: el paisaje
De los árboles y las aguas ya es nocturno
El río se va taciturno…
¡Pum! ¡mamá, ese hombre allá arriba!


LA QUIMERA

No sé si entre rocas tu pálido
Rostro se me apareció, o sonrisa
De lejanías ignoradas
Fuiste, inclinada la ebúrnea
Frente fulgente, oh joven
Hermana de la Gioconda:
Oh de las primaveras
Apagadas por tus míticas palideces
Oh Reina, oh Reina adolescente:
Mas por tu ignoto poema
De voluptuosidad y dolor
Música muchacha exangüe,
Marcado con una línea de sangre
En el círculo de los labios sinuosos,
Reina de la melodía:
Mas por la virgen cabeza
Reclinada, yo, poeta nocturno
Velé las vívidas estrellas en los piélagos del cielo,
Yo por tu dulce misterio
Yo por tu devenir taciturno.
No sé si la pálida llama
De los cabellos fue el vivo
Signo de su palidez,
No sé si fue un dulce vapor,
Dulce sobre mi dolor,
Sonrisa de un rostro nocturno:
Miro las blancas rocas, los mudos manantiales de los vientos
Y la inmovilidad de los firmamentos
Y los henchidos arroyos que van llorando
Y las sombras del trabajo humano encorvadas allá en las gélidas colinas
Y aún por tiernos cielos lejanas y claras sombras fluyentes
Y aún te llamo, te llamo Quimera.




Dino Campana
(Marradi, Toscana, 20 de agosto de 1885 - Scandicci, 1 de marzo de 1932) poeta italiano de comienzos del XX, considerado "poeta maldito" a causa de su locura y habitualmente clasificado entre los poetas del Hermetismo literario.

Nacido en una aldea montañosa de los Apeninos, tuvo por padre al director de una escuela infantil, un hombre patriota y profundamente conservador, y por madre a una beata excéntrica que rehuía el contacto con sus vecinos. Estudió griego y latín y dominó también el alemán, inglés y francés. Tuvo por entonces el primer brote de una esquizofrenia, del que se repuso en un sanatorio. Estudió Farmacia en la Universidad de Bolonia, pero la química era para él más una alquimia que otra cosa y no congeniaba con sus compañeros. Leyó metafísicos alemanes, simbolistas franceses y clásicos españoles y sintió un especial interés por los misterios órficos. A los veintidós años se embarcó para Sudamérica y trabajó en Argentina de gaucho, minero, bombero, policía y pianista de un club nocturno. Como no lograba manutención firme, se ocultó de polizón en un buque de carga y a mitad del viaje se enteró de que iba a Odessa. Allí se unió a unos gitanos que trabajaban en el mercado de la ciudad; embarcó hacia Génova y viajó por Amberes, Rotterdam, París y Basilea antes de volver a casa en los Apeninos, desde donde hizo frecuentes y largas caminatas a los lugares cercanos.
Fue recluido por primera vez en un sanatorio en 1906. En 1914 publicó a su propia costa su mejor obra, única publicada en vida del autor, los Canti Orfici (Cantos órficos), colección de poemas escritos entre 1906 y 1912 que ejerció una gran influencia en la lírica posterior, especialmente en los poetas del Hermetismo. Revela la vida aventurera y vagabunda y el espíritu independiente y alucinado de su autor, así como la impronta dejada por algunas de sus lecturas, principalmente simbolistas franceses: Baudelaire, Verlaine y Rimbaud, sobre ciertas concesiones a la elocuencia de Giosuè Carducci y Gabriele D'Annunzio. El manuscrito único de esta importante obra fue extraviado por Giovanni Papini, por entonces editor de la revista Lacerba, y el poeta tuvo que reconstruir el libro entero de memoria para poderlo publicar. Solamente en 1971 pudo volverse a encontrar el manuscrito original -cuyo título era El día más largo- entre las pertenencias del ya fallecido pintor futurista Ardengo Soffici, y se imprimió la versión primitiva con su título original en 1973. En Florencia vivió vendiendo él mismo su libro por cafés y oficinas. De 1916 a 1917 vivió una breve pero intensa historia de amor con la poetisa Sibilla Aleramo. Desgraciadamente, en 1918 fue definitivamente internado en el hospital psiquiátrico de Castel Pulci, en San Martín la Palma (Florencia), lugar que no abandonó hasta que falleció en 1932, 14 años más tarde, a causa de la septicemia contraída al intentar saltar la valla de espino del psiquiátrico para escapar. Tras su muerte vieron la luz varios volúmenes con su obra inédita: Inédito (1942), Taccuino (1949), Cartas (1958) y Taccuinetto faentino (1960). Independiente e hiperestésico, conoció una existencia cuando menos infortunada y es considerado el único poeta maldito de Italia, uno de los más importantes del Novecento.
Fuente: revistamito.com - wikipedia.org - Foto: agoramagazine.it

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