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viernes, 5 de agosto de 2016

QUIM MONZÓ: EL CUENTO



A media tarde el hombre se sienta ante su escritorio, coge una hoja de papel en blanco, la pone en la máquina y empieza a escribir. La frase inicial sale enseguida. La segunda también. Entre la segunda y la tercera hay unos segundos de duda.



Llena una página, saca la hoja del carro de la máquina y la deja a un lado, con la cara en blanco hacia arriba. A esta primera hoja agrega otra, y luego otra. De vez en cuando relee lo que ha escrito, tacha palabras, cambia el orden dentro de las frases, elimina párrafos, tira hojas enteras a la papelera. De golpe retira la máquina, coge la pila de hojas escritas, la vuelve del derecho y con un bolígrafo tacha, cambia, añade, suprime. Coloca la pila de hojas corregidas a la derecha, vuelve a acercarse la máquina y reescribe la historia de principio a fin. Una vez ha acabado, vuelve a corregirla a mano y a reescribirla a máquina. Ya entrada la noche la relee por enésima vez. Es un cuento. Le gusta mucho. Tanto, que llora de alegría. Es feliz. Tal vez sea el mejor cuento que ha escrito nunca. Le parece casi perfecto. Casi, porque le falta el título. Cuando encuentre el título adecuado será un cuento inmejorable. Medita qué título ponerle. Se le ocurre uno. Lo escribe en una hoja, a ver qué le parece. No acaba de funcionar. Bien mirado, no funciona en absoluto. Lo tacha. Piensa otro. Cuando lo relee también lo tacha.


Todos los títulos que se le ocurren le destrozan el cuento: o son obvios o hacen caer la historia en un surrealismo que rompe la sencillez. O bien son insensateces que lo echan a perder. Por un momento piensa en ponerle Sin título, pero eso lo estropea todavía más. Piensa también en la posibilidad de realmente no ponerle título, y dejar en blanco el espacio que se le reserva. Pero esta solución es la peor de todas: tal vez haya algún cuento que no necesite título, pero no es éste; éste necesita uno muy preciso: el título que, de cuento casi perfecto, lo convertiría en un cuento perfecto del todo: el mejor que haya escrito nunca.

Al amanecer se da por vencido: no hay ningún título suficientemente perfecto para ese cuento tan perfecto que ningún título es lo bastante bueno para él, lo cual impide que sea perfecto del todo. Resignado (y sabiendo que no puede hacer otra cosa), coge las hojas donde ha escrito el cuento, las rompe por la mitad y rompe esta mitad por la mitad; y así sucesivamente hasta hacerlo añicos.



Quim Monzó

Joaquín Monzó Gómez (Quim Monzó) nació en Barcelona en 1952.

Ha ganado el premio Nacional de literatura, el Ciudad de Barcelona de narrativa, el de novela Prudenci Bertrana, el de novela El Temps, el Lletra d'Or, el de los Escritores Catalanes, el Maria Àngels Anglada, el Trajectòria y, en cuatro ocasiones, el premio de la Crítica, que otorga Serra d'Or.

En el 2007 escribió y leyó el discurso inaugural de la Feria del Libro de Fráncfort. Monzó concibió una disertación en forma de cuento que difería de los discursos tradicionales (Congress Center Messe Frankfurt, 9 octubre 2007)

Escribió, con Cuca Canals, los diálogos de Jamón, jamón de Bigas Luna. Es autor de El tango de Don Joan, con Jérôme Savary.

Es colaborador habitual del diario La Vanguardia.
Texto tomado de:El porqué de las cosas, 1994 - Ochenta y seis cuentos, Barcelona, Anagrama, 2009, pags. 370-371 - Quim Monzó (España, 1952)
Fuente: narrativabreve.com - www.monzo.info - Foto:ast.wikipedia.org

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