TRADUCTOR

viernes, 26 de agosto de 2016

ADOLFO BIOY CASARES: EL ÚLTIMO PISO


La comida sería a las nueve y media, pero me encarecieron que llegara un rato antes, para que me presentaran a los otros invitados. 

Llegué apresuradamente, sobre la hora, y, ya en el ascensor, apreté el botón del último piso, donde me dijeron que vivían. 
Llamé a la puerta. La abrieron y me hicieron pasar a una sala en la que no había nadie. Al rato entró una muchacha que parecía asombrada de mi presencia. 
- ¿Lo conozco? -me preguntó 
- No lo creo -dije-. ¿Aquí viven los señores Roemer? 
- ¿Los Roemer? -preguntó la muchacha, riendo-. Los Roemer viven en el piso de abajo. 
- No me arrepiento de mi error. Me permitió conocerla -aseguré. 
- ¿No habrá sido deliberado? -inquirió la muchacha, muy divertida. 
- Fue una simple casualidad -afirmé. 
- Señor... -dijo. Ni siquiera sé cómo se llama. 
- Bioy -le dije-. ¿Y usted?. 
- Margarita. Señor Bioy, ya que de una manera u otra llegó a mi casa, no me dirá que no, si lo convido a tomar una copita. 
- ¿Para brindar por mi error? Me parece muy bien. 
Brindamos y conversamos. Pasamos un rato que no olvidaré. 
Llegó así un momento en que miré el reloj y exclamé alarmado: 
- Tengo que dejarla. Me esperan, para comer, los Roemer a las nueve y media. 
- No seas malo -exclamó. 
- No soy malo. !Que mas querría que no dejarte nunca!, pero me esperan para comer. 
- Bueno, si preferís la comida no insisto. Has de tener mucha hambre. 
- No tengo hambre -protesté- pero prometí que llegaría antes de las nueve y media. Los Roemer estarán esperándome. 
- Perfectamente. Corra abajo. No lo retengo aunque le aclaro: no creo que vuelva a verme. 
- Volveré -dije-. Le prometo que volveré. 
Podría jurar que antes nos habíamos tuteado. Pensé que estaba enojada, pero no tenía tiempo de aclarar nada. La besé en la frente, solté mis manos de las suyas, y corrí abajo. 
Llegué a las nueve y treinta al octavo piso. Comí con los Roemer y sus otros invitados. Hablamos de muchas cosas, pero no me pregunten de qué, porque yo sólo pensaba en Margarita. Cuando pude me despedí. Me acompañaron hasta el ascensor. 
Cerré la puerta y me dispuse a oprimir el botón del noveno piso. No existía ese botón. El de mas arriba era el octavo. 
Cuando oí que los Roemer cerraban la puerta de su departamento, salí del ascensor para subir por la escalera. Sólo había allí escalera para bajar. Oí que había gente hablando en el palier del sexto piso. Bajé por la escalera y les pregunté como podía subir al noveno piso. 
- No hay noveno piso- me dijeron. 
Empezaron a explicarme que en el octavo vivían los Roemer, que eran, seguramente, las personas a quienes yo quería ver... Murmuré no sé qué y sin escuchar lo que me decían me largué escaleras abajo.



Adolfo Bioy Casares

(Buenos Aires, 15 de septiembre de 1914 - 8 de marzo de 1999).
Nacido en una familia acomodada, recibe una educación esmerada y se interesa, desde bien joven, por la literatura. Su familia cuenta con una gran biblioteca que le sirve para acercarse a la literatura argentina y a los clásicos de la literatura universal, incluso en sus lenguas originales, como el inglés y el francés. Vive siempre en Buenos Aires, aunque a lo largo de su vida realiza numerosos viajes al extranjero. Uno de los primeros fue en 1928 cuando contaba con 14 años, por Egipto y Oriente Próximo.
En 1932 conoce a Jorge Luis Borges, con quien entabla una amistad personal y literaria de por vida, y con quien posteriormente escribe muchas obras en colaboración, utilizando varios seudónimos que adoptaron entre los dos: C.I. Lynch, B. Suárez Lynch y el más conocido de todos, H. Bustos Domecq.
En 1940 se casa con la pintora y escritora Silvina Ocampo, perteneciente a una conocida familia de intelectuales argentinos. Abandona la universidad para dedicarse a escribir, alentado por Borges y por Silvina. Su carrera literaria empieza muy pronto, al publicar la novela La invención de Morel en 1941 y obtener así el Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente publica numerosos cuentos y participa en varias revistas literarias, como Sur. Además, junto a Borges, dirige una colección de novelas policiales, El séptimo círculo, crea la revista literaria Destiempo, prepara laAntología de los mejores cuentos policiales y escribe varios ensayos y traducciones. En 1941 publican la Antología poética argentina.
Muchas de sus obras son llevadas al cine y sus novelas y cuentos se traducen en numerosas lenguas. Se le considera el maestro del cuento y de la literatura fantástica. La impecable construcción de sus relatos y la claridad de su lenguaje son los rasgos más característicos de su narrativa.
En 1990 obtiene el Premio Miguel de Cervantes, máximo galardón de las letras hispánicas.

Fuente: http://nigaxzu.tumblr.com - taringa.net - cervantes.es - Foto: archivo del blog

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.