TRADUCTOR

viernes, 13 de mayo de 2016

CÉSAR J. TAMBORINI DUCA: ROSA "LA TIGRA"

Ocasiones hay en que la historia de una mujer pasa desapercibida, sin embargo que aunque sólo una vez en la vida, un acto, un instante protagonizado en una circunstancia determinada, hace de esa mujer una heroína. Por eso desde “pampeandoytangueando” queremos relatar lo que ocurrió a Rosa “La Tigra” de la que ni siquiera tenemos el apellido, pero gracias al Coronel José I. Garmendia del Ejército Argentino que participó en la Guerra de la Triple Alianza (entre Brasil, Uruguay y Argentina, contra Paraguay, 1865-69) como corresponsal y posteriormente escribió un libro en el que inserta un relato del Comandante Somoza, nos enteramos de una escena protagonizada por esta heroína en una de los numerosos encuentros de la Batalla de Ytaivaté, el 27 de diciembre de 1868(“Recuerdos de la Guerra del Paraguay”, Ediciones Jacobo Peuser, Buenos Aires, 1890, págs. 444 a 446):
“Entonces en aquel campo siniestro púdose contemplar una escena más conmovedora aún. Una mujer a caballo atraviesa a galope la zona mortífera de las balas, alcanza al Iº de Línea y se detiene; lanza la mirada con ansiedad, esa mirada que solo la mujer posee en momentos de angustia suprema; abarca con una penetración anhelante la perspectiva de los muertos, y como si un presentimiento la ahogara abrumándola con una tortura eterna, sofocando un gemido, gritó:
¿Dónde está el subteniente Malato?
¡Allí está muerto! le dijo un soldado bárbaro, de esos endurecidos en el yunque de las batallas.
Entonces esa mujer de las últimas filas del pueblo, mujer de campamento, compañera inseparable del soldado, que sufre y muere por la patria, y que jamás participa de las recompensas que muchas veces se dan a los que no las merecen. Aquella mujer que la llamaban Rosa La Tigra porque hasta ese instante le había faltado la sensibilidad exquisita de su sexo; corrió desesperada al sitio más negro de su corazón, y al contemplar el amarillo cadáver del joven oficial, prorrumpió en llanto, y sin preocuparse del peligro que la amenazaba, ni de las balas que silbaban en sus oídos, que no oían sino su inmensa pena; se aproximó al cuerpo inanimado e hizo un esfuerzo para subirlo sobre su caballo; vana tarea, alcanzó hasta ponerlo de pie: en esa actitud al inclinarse para levantarlo, los brazos del infeliz Malato cayeron sobre ella como por un movimiento mecánico de la muerte; rozaron su cuello y sintió helada la última caricia de la tumba; lo oprimió entonces contra su pecho, y sus lágrimas y sus labios tocaron su frente helada.
Un soldado compasivo se aproximó y le prestó ayuda, montó a caballo con aquella preciosa carga y se alejó rápida, para llorar en silencio su pena, y construirle con sus manos la cruz de ramas de los pobres que adornan el montoncito de tierra; única señal que algunas veces marca nuestro paso por el mundo en el campo de batalla. Otro soldado que se encontraba herido, vendándose una pierna, exclamó:
¡Bendito sea Dios! ¡hasta las tigras lloran!"

César J. Tamborini Duca
Odontólogo de profesión y escritor tardío, César J. Tamborini Duca nació en Pehuajó, en el centro de la llanura pampeana (Argentina) en abril de 1943. La trayectoria literaria es breve pero rica en matices culturales; artículos suyos fueron publicados en la Revista Raíz Argentina (Madrid), en el Diario de León, en Imagen Argentina (New Jersey, EE.UU.) y en la Revista Argentinos de León (de la cual fue su fundador y Director hasta el número publicado en febrero de este año), entre otros. Finalista en el Concurso Literario del Diario de León con “La Extraña Paradoja de un Reloj sin Tiempo” (XXIII Premio de Relatos Breves) y “El día que murió Borges” (XXIV Premio de Relatos Breves) publicados ambos en “Filandón”, suplemento literario de dicho periódico.

Fuente: pampeandoytangueando.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.