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viernes, 6 de noviembre de 2015

IBARRECHEA: ¡SALÍ, SOLÍS!


Uno
El doctor Simón Eberhardt es el médico forense que se recibió en Buenos Aires hace casi veinte años y que "de vez en cuando pasa por aquí" -me dijo sonriente-,  y que además de este, "Hubo muchos casos iguales de suicidio en esta zona, con esas armas de uso común".

Afirmaba que la autopsia practicada al difunto Joaquín Solís, junto a la doctora Herrera no fue complicada, ya que estas son autopsias donde cada movimiento está estipulado, y los dos hemos trabajado a conciencia, sin ninguna presión, a pesar de  algunas expectativas que había generado el caso.

Mire amigo, determinamos que el disparo ingresó por la cavidad bucal, es decir adentro de la boca y la deflagración de los gases más las municiones del cartucho hicieron explotar el cráneo, a través del paladar. Quizás el comportamiento de la munición, por su escaso recorrido, deba ser analizado por los expertos balísticos, pero estoy en condiciones de decirle que fue un suicidio, y eso lo afirma la ausencia de otras lesiones cutáneas.

Así es, cuando llegué a esa casa "algo abandonada" invitado por el juez y la doctora Herrera, el cuerpo yacía bajo una cama, estaba boca abajo, con la escopeta y los brazos cruzados bajo el pecho.

Dos
Algunos de los policías que intervinieron, como Ibáñez, Montero y Céspedes, me contaron que cuando llegaron al lugar donde se había refugiado "el gringo Solís" le gritaron "¡Salí Solís, salí Solís, no pasa nada, entrégate que todo va a estar bien!"

Dicen que le gritaban así para que no se asustara. Pero que el comisario los mandó a buscarlo y que "se lo entreguemos como sea", que en ese operativo nos jugábamos un ascenso. Además, ¿usted cree que lo íbamos a convencer al gringo de que se tenía que entregar? 

No salió, volteamos la puerta y lo buscamos. Lo hallamos muerto bajo la única cama que había, todo ensangrentado. El comisario encendió un cigarrillo y empezó a efectuar los llamados que corresponden y a hacer el informe.

Supimos que aquel día, el tipo hizo el abandono de su trabajo por las sospechas que tenía de que su mujer lo "cuerneaba", por eso entró por los fondos de su casa y la encontró en la cama con el Santiaguito Pucheta y les disparó a los dos con la misma escopeta, el cadáver de su mujer lo encontramos con los ojos abiertos, mirando el techo, las perdigonadas le habían destrozado las tetas. 

En cambio Santiaguito estaba boca abajo, con la cabeza destrozada, parece que arrodillado en la cama le habría suplicado algo, no sabemos, creemos que le pediría que no dispare, no sabemos, pero estaba en una posición ridícula, si sirve esa expresión.

Tres
La vecina de Solís, de quien no voy a dar ningún tipo de datos, pero que de ahora en más la identificaré como "Vizinha Fofoqueira", me dijo en el oscuro Pasaje Tres, donde la estuve esperando por dos horas, que ella cree que hizo bien en decirle al gringo que su mujer le era infiel, pues ella era una zorra, que hasta "le echaba el ojo" a su marido cuando este salía a sacar la basura. Y también sabía que se andaba "encamando" con Pedro Luis, el carnicero de la otra cuadra, al lado del Templo Evangélico.

Me dijo que, varias veces le habló al gringo de sus sospechas, "Ché Solís, un día vení y entrá por mi casa, vas a ver vos" -dice que le dijo.

El día que Solís los mató entró por el baldío, mis perros no lo ladraron porque lo conocían, después saltó la tapia de su casa, yo me asomé y vi que miraba por las ventanas, después se fue hacia la pieza del fondo, donde guarda sus herramientas, de ahí sacó la escopeta. Yo no sabía que él tenía una escopeta. Creí que la iba a "cagar a palos, no más".

Asustada, fui a la cocina, subí el volumen de la radio, cerré las ventanas y siempre dije que no sentí nada ni vi nada, porque como usted sabe, este pueblo vive del chusmerío.

Cuatro
En su trabajo me cuentan sus ex compañeros que el gringo Solís era empleado de la cuadrilla de Vía y Obras del Ferrocarril Central, y que ese día estaba en la lista para revisar el tramo que va a Mendoza, pero que le dijo al capataz que se sentía muy mal y que andaba con vómitos, por eso lo mandaron al policlínico.

Uno de ellos decía que había vomitado un líquido verde espeso, como si fuese una sopa de verduras y de un olor a podrido insoportable. Pero que al otro día, cuando fueron a limpiar el baño hediondo todo eso estaba lleno de gusanos y de moscas.

Tenía unas ideas locas el gringo Solís -agrega Recalde, quien fuera su capataz-, decía que debiéramos recuperar una máquina de esas a vapor y pintarla y de recuperar un vagón y también pintarlo y acondicionarlo diciendo que esa formación la usó el General Perón, y con eso atraer  a los turistas y que se fotografíen y todas esas ideas locas, que tienen estos tipos medio intelectuales que estudiaban fotografía, como él.

Pero no vaya a la policía de nuevo, este es un pueblo chico y todos nos enteramos de todo. Allá le van a cambiar "la bocha". Le van a hablar de víctimas y de victimarios y que todo está en manos de la justicia y que, como usted sabe, le van a decir que eso está en el juzgado tal, número tal, a cargo de tal. En fin, "boludeces".

Cinco
La verdad es que la mujer del gringo Solís era una "putita" -me dice Recalde. 
No la quería ninguna de sus vecinas ni tenía amistades.
Y resultó ser que el Santiaguito Pucheta había sido el hermano del comisario Agüero, porque la madre de ellos tuvo dos maridos, solo que no se hablaban por esas peleas de familias que siempre hay cuando llega la hora de la "repartija" de bienes. 

El gringo Solís debe haber estado sin saber qué hacer, y se escondió en una casa vacía que es del ferrocarril y que usaba cada vez que se enojaba con su mujer y allá lo fue a buscar el comisario Agüero, porque él ya sabía esas cosas en las que andaba el hermano.

Después, dicen que dicen, que llegaron los otros policías en patrulleros a gritarle que se entregue, ¡Salí Solís, salí Solís!
Qué iba a salir el pobre...














Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com
del "Cuaderno de las malas noticias"

  



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