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viernes, 28 de agosto de 2015

IBARRECHEA: EL EMBOTELLADOR DE SUEÑOS

Sueño, y a cada sueño le asigno un pequeño frasquito de vidrio. Por la mañana, tapo los frasquitos con un corchito. A los frasquitos los guardo en la biblioteca. La biblioteca está encima y a los costados de la mesa del escritorio. Sobre el escritorio, el teclado de una computadora, espera. 
Abajo, al costado, derrotada, exhausta y en trámites de jubilación, descansa una vieja máquina de escribir Olivetti.

Cuando destapo los frasquitos, los sueños caen sobre el teclado perezoso. Pero hoy, las pequeñas botellitas de vidrio permanecerán cerradas. 
Hoy miro por la ventana hacia el cielo.

El que no ve nada en el cielo, es porque no tiene alma de escritor.
Algunas nubes tienen formas de dragones.
Otra, de una princesa asustada que mira desconcertada a los dragones.
Y más allá, otra nube se parece a un castillo.
Entonces desenfundo mi lapicera justiciera y concurro en defensa de la desprotegida princesa. Los dragones, sorprendidos por mi arrogancia, huyen temerosos entre rayos y centellas. La princesa, agradecida, me dice que no la deje sola. No esta noche, Caballero.

El que no ve nada en el mar, es porque no tiene alma de escritor.
Algunas olas tienen forma de piratas.
Otra, de una sirena asustada que mira desconcertada a los piratas.
Y más allá, otra ola se parece a un barco.
Entonces desenfundo mi lapicera justgiciera y concurro en defensa de la desprotegida sirena. Los piratas, sorprendidos por mi valentía, huyen entre los oleajes espumosos. La sirena, agradecida, me dice que no la deje sola. No esta noche, Bucanero.

Por eso escribo nena, para que me pidas que no te suelte la mano, no esta noche.

En algunos frasquitos tengo algunos sueñitos locos.
"Todos mis hijos me llaman para preguntarme en qué lugar del mundo estoy escribiendo. Pero al intentar responderles, el celular pierde la señal en el medio del mar.
Entonces me siento en la balsa y les escribo una carta. Y arrojo la botella en el océano."

"Viene a casa el señor que arregla máquinas de escribir, se pone los anteojos. Examina la vieja máquina de escribir Olivetti. Me mira con sus ojos tiernos y cansados. Yo entiendo su mirada compasiva y cubro mi vieja máquina con una sábana."

En algunos frasquitos tengo algunos sueñitos relocos.

"Algunos de mis personajes me reclaman más protagonismo argumentando la cantidad de veces en que fueron leídos. Otros esperan para salir a escena los viernes en este blog. Hasta aquellos lugares que recorro me hablan al oído para que los describa."

Pero el mejor de todos y que se repite en todos los pequeños frasquitos guardados en la biblioteca  de este embotellador de sueños, es aquel en el que tú me dices. Después de la cena. Después de la ducha juntos. Después de volver a acostarnos... 
Que no te suelte las manos. No esta noche, amor.

Por eso escribo.











José Antonio Ibarrechea.
(Nació en la ciudad de Deán Funes, Córdoba, Argentina a mediados del siglo XX, Autor de dos libros, numerosos cuentos y "algo de poesía, pues no la entiendo" -me señala-.Vivió en las ciudades de Itapeva, Torres, Río Grande do Sul en Brasil, Y en Córdoba, Buenos Aires, Paraná. Actualmente reside en Cruz del Eje, Argentina) Fuente: Berenice Weber - diceelwalter.blogspot.com - Foto: diceelwalter.blogspot.com 

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