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viernes, 27 de marzo de 2015

IBARRECHEA: MIS VIAJES A LAS ESTRELLAS

¿Alguna vez les conté que mi señorita maestra se había escapado de la revista Rico Tipo y que parecía dibujada por Divito?
Ah! Bueno.
Una mañana nos hizo pasar al frente del aula, a mi compañerita y a mi, a leer un texto de del señor Martín Gil.

Yo- "El cielo profundo y sereno como el abismo, brilla y palpita suavemente."
Ella- "La Vía Láctea que atraviesa de banda a banda el firmamento con su luz mortecina, semeja extraña proyección lejana de un faro gigantesco sobre un mar inmenso."
Yo- "Entre las joyas de nuestro cielo Austral, la Cruz del Sur fulgura con cierta sencillez encantadora, inclinada hacia el Polo como una flor, blanca como un lirio, que lo señala eternamente."
Ella- "Un poco hacia el Este de la Cruz, centellea inquieta la preciosa estrella doble Alfa Centauro, con su luz rojo pálido, se parece a una granada al madurar."
Yo- "Próxima a ella cual enorme serpiente que quisiera tragarla, la via láctea,cierra sus dos brazos bifurcados.
Ella- "Al este, la hermosa estrella Antares, la balanza, la Espiga de la Virgen, de luz suave y celeste, como una violeta."
Yo- "Al sudoeste, como un trozo de diamante, va alejándose Sirio, la estrella gigante, blanca como un armiño, la que anuncia a los Egipcios las crecientes del Nilo."
Ella- " Mas al sur Cánopus, casi tan blanca y hermosa como Sirio, es el piloto que dirije la nave de los Argonautas que van en busca del vellocino de oro."
Yo- "Arturo al Noroeste, como dorado fuego, y Archenar al sur, rozando el horizonte... Brillan solitarias."
Los dos juntos- "De Martín Gil "Cosas de Arriba"

¿Les conté que la señorita parecía escapada de la revista Rico tipo  y que para mí la había dibujado Divito?

Con mi compañerita volvimos tomados de la mano.
Cuatro pasos hasta su pupitre.
Yo solo, nueve pasos hasta el mio.
A mi me gusta caminar tomado de la mano, les cuento.

Recuerdo que por la noche, subí por la escalera del patio hasta el techo de la galería, desde allí con un salto y raspando la punta de los zapatos en la pared, trepé hasta el techo y luego al tanque de agua. Ese fue mi primer viaje a las estrellas.

Mamá me preparó la siguiente cena, luego que me hiciera bajar.
En una rodaja de pan casero, untó mayonesa, agregó tres rodajas de tomate, picadillo de atún, tres julianas de cebolla una hoja de lechuga, de nuevo mayonesa en la otra rodaja y cerró. Comí por dos veces, con tazas de café con leche.

Mi madre me decía que allá arriba, en el espacio, no se podía respirar, que no había aire y que hacía un frío de locos, que "te morirías varias veces, aparte queda tan lejos que necesitarías millones de años en llegar, pibe."

El comedor de casa lucía un hermoso juego de los llamados Provenzal y presidiendo una pared, estaba el diploma de Modista de mi mamá.

Ella me pidió que me levantase temprano al otro día y que le regale el Lucero del Alba, ya que tanto me gustaban las estrellas.

Mientras ella escuchaba la emisora de radio L V 2, yo jugaba en el living de la casa con mis soldaditos de plástico.
Los grises aquí.
Los verdes allá.
Me llenaba la boca de buluquitas del árbol siempre verde, y las escupía a través del canuto de una lapicera Bic.
A veces caía un verde, a veces un gris.

A la mañana siguiente esperé como siempre a mi compañerita en la esquina, nos dimos las manos enguantadas, teníamos las narices coloradas por el frío y sonrientes bajo una bufanda,  seguimos caminando hacia la escuela.
Le regalé el Lucero del Alba a mi mamá -le dije-.
Eres bueno -me dijo-.

Los compañeros nos hacían burlas por vernos entrar tomados de la mano.

Me parece que a mis compañeritas de aula también las dibujaba Divito, el mejor dibujante argentino de mujeres, es más, creo que este tipo hasta imponía la moda femenina con sus dibujos.

Pero unos años después, con mi amigo Nelson, sacamos del taller de hojalatería, el más fabuloso cohete que se haya construído en Cruz del Eje, para viajar a las estrellas.

Mi segundo viaje a las estrellas, terminó en un espantoso intento fallido, e un desastroso y triste incendio del gallinero del fondo y del depósito de maderas de un vecino.

¿Alguna vez les conté que el pibe es en realidad una vieja foto mía que me acompaña a todos lados? Así es. A ver pibe, ayúdame y préstame tus dedos para que contemos.

A cada una de mis compañeras, yo le regalé una canción de amor, un poema y adivinen qué. Una estrella.

Empecemos, el Lucero del Alba a mi mamá.
Otras estrellas a otras señoras.

Por esas otras estrellas, los habitantes del Universo, a los que, de ahora en más llamaremos "Astros" Me iniciaron una demanda en la cual reclaman la "Urgente devolución de las estrellas faltantes, debido al mal uso que algunas de esas damas les dieron" emplazándome en 365 días solares para su total devolución. Y firman a continuación las constelaciones que dicen llamarse Signos del Zodíaco, propietarias legales de las mismas.
Será Justicia.
Ponen estos canallas al final.

En fin, la vez que más cerca estuve de las estrellas, fue en un avión que hacía un recorrido nocturno desde Rio Gallegos a Buenos Aires.
Por aquí señor, me dijo la azafata que parecía dibujada por Divito.
Yo lucía un hermoso sobretodo gris, un blazer azul con botones dorados, una camisa blanca, una corbata gris como el pantalón de sarga.
Por aquí señor, me señalaba la azafata las ventanillas.
Por aquí señor, me mostraba la azafata las estrellas.
(Las estrellas parecían sonreir.)
Por aquí señor, me susurraba la azafata, mientras se desataba el pañuelo del cuello.

En fin, la última vez que hablé con las estrellas fue en un cruce de caminos que hay por las sierras altas de Córdoba.

Sino hubiese sido por el pibe, que me pidió seguir, seguro que saltando como saltaba, me atrapaba otra, de las brillantes, para regalársela a vaya saber quién.

Mi último viaje a las estrellas será esta noche, el pibe me acompañará con la secreta esperanza de que, dos puntos. "Ya no regales más estrellas, ni lleves a las damas de paseo por ellas, como haces siempre."  -me dijo el pibe que llevo dentro de mi billetera y al lado de la estampita de San Expedito-. "Recuerda que a vos, cuando una dama te mira y pestañea, te hace hervir la sangre... Pero te hiela el corazón, escribidor."















Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

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