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viernes, 14 de noviembre de 2014

ALEJANDRO DOLINA: CUENTOS CORTOS


EL HOMBRE QUE ERA, SIN SABERLO, EL DIABLO. 

Un caballero de la calle Caracas resolvió negociar su alma. Siguiendo los
ritos alcanzó a convocar a Astaroth, miembro de la nobleza infernal.
-Deseo vender mi alma al diablo- declaró.
-No será posible- contestó Astaroth.
-¿Por qué?
-Porque usted es el diablo.


LEYENDA DE LA MUJER QUE ES, SIN SABERLO, EL DIABLO 


Hay en Las Lomas de El Palomar una hermosa mujer que se aparece a los
muchachos en las noches de verano.
La mujer les cuenta una historia de amor y les regala una flor azul.
Los muchachos guardan la flor azul en un libro y piensan en la mujer y
lloran de melancolía.
La mujer es en realidad el demonio, pero los muchachos no lo saben y
ella tampoco, tan oscuros son los métodos de Satán.
Dios guarde a los muchachos tristes de las mujeres hermosas.


HISTORIA DEL QUE PADECIA DOS MALES 


En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una rubia.
Pero ella lo despreciaba enteramente.
Unas cuadras más abajo dos morochas se morían por el hombre y se le
ofrecían ante su puerta. El, las rechazaba honestamente.
El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no
nos ama y ser amados por quien no podemos amar.
El hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y
murió una mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la
rubia.


EL PEQUEÑO PACTO DE MANUEL MANDEB 

No le fue fácil a Satanás tentar a Manuel Mandeb. Para empezar, cada vez
que se le aparecía, el hombre salía corriendo, sin dar tiempo a
presentaciones ni propuestas.
Un día, disfrazado de ferroviario, logró captar la confianza del polígrafo
y finalmente le propuso el pacto de siempre.

-"En realidad, me gustaría obtener el amor de una cierta señorita. Pero no
creo que valga un alma. Es de escasa estatura."
-"Puedo darte ese amor y también riquezas y honores, para completar la
diferencia".
-"Tengo una idea mejor-gritó Mandeb-. Concédame ese amor! A cambio yo
cometeré cuatro inequidades, que tal vez alcanzen para condenarme.

Discutieron largo rato. Satanás aceptó sin entusiasmo el pequeño pacto,
que se firmó con tinta corriente. Las inequidades fueron establecidas por
escrito y eran éstas:

1) Un latricinio. Mandeb lo resolvió robándose las bolas de billar de una
mesa del salón Odeón.
2) Una blasfemia.
3) Una traición. No fue sencillo cambiar de panadería pero había que cumpir.
4) La cuarta inequidad fue identificada con el propósito mismo del pacto.
Hacerse amar por alguien y no dar el alma a cambio es, por cierto, una
canallada.

A fuerza de generosidades y arrepentimientos, Mandeb fue emparejando el peso
de sus pecados, hasta quedar en condiciones de salvarse del infierno,
ajustadamente.


LAS MELLIZAS GARCERÓN 


Las mellizas Irma y Julia Garcerón acostumbraban a compartir a sus novios.
Cuando una de ellas se relacionaba con un caballero no tardaba en enviar a
la otra como reemplazo. Bien se ve que aquí no exixtía metamorfosis, sino
impostura.
Cierta vez, Irma se puso de novia con Andrés, uno de los trillizos
Mantegari.
Estos hermanos también tenían la costumbre de poseer sus amores en común.
Por cierto, este era un noviazgo que admitía seis formas diferentes:

1) Irma y Andrés.
2) Irma y Carlos.
3) Irma y Luis.
4) Julia y Andrés.
5) Julia y Carlos.
6) Julia y Luis.

No todas las fases se daban del mismo modo. Julia y Carlos se amaban
tiernamente. Irma y Luis se detestaban. Carlos e Irma no se habían visto
nunca.
Ni las Garcerón sospechaban de los Mantegari, ni los Mantegari dudaban de
las Garcerón.
Una noche Julia se casó con Luis creyendo hacerlo con Carlos. Carlos,loco
de celos, estranguló a Irma, pensando que su víctima era Julia. Andrés
fue condenado a prisión y Julia lo visitaba creyendo que era Carlos.
Manuel Mandeb intentó escribir la historia de estos amores, pero apenas
dejó media carilla, llena de tachaduras y rectificaciones.


HISTORIA DEL QUE NO PODÍA OLVIDAR 

El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al
poco tiempo. Sin embargo, jamás se olvidaba de ellas.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en
forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro,
la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y
también las novias que nunca tuvo: la que no quiso, la que vio una sola vez
en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un
zaguán antes de cruzarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aún no habían
llegado.
Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba
poseído del más sagrado berretín cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y
estaba condenado a transitar solamente por una. Aprendan a soñar los que se
contentan con sacar la lotería... 
















Alejandro Dolina
imagen:rivadavia.com
fuente:www.encontrarse.com

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