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viernes, 24 de octubre de 2014

NORMA ESTELA FERREYRA: PENSANDO EN VOZ ALTA II

PENSANDO EN VOZ ALTA II
COPYRIGHT 2014
ISBN 978-1-326-02562-5
PRÓLOGO
RESPONDIENDO AL GRAN ESCRITOR ROBERTO ARLT, EN AGUAFUERTES PORTEÑAS
Es cierto que a veces, “el escritor se cree el centro del mundo, que nuestro oficio, no es ni más ni menos, que cualquier otro y que muchos de nosotros, tenemos el cinismo de creernos genios”. También acertó cuando dijo que, “para ganar dinero, algunos falseamos los hechos y decimos que es negro lo que es blanco”. Seguramente, que se estaba refiriendo a escritores de historia o política, aunque no lo especificara. Porque cuando se escribe ficción, se pueden crear esparcimientos o ser divertidos, entretenidos, mantener en vilo al lector o, en su caso, acelerar sus ganas de dormirse. Es innegable, que relatos cortos, como este, pueden darle, una doble perspectiva sobre un mismo asunto y ni qué hablar de la Poesía, que puede incentivar, todo tipo de emociones y hacerlo soñar despierto, Porque la ficción, mi estimado y admirado Arlt, se parece a la magia.
Pero debo reconocer que acertó cuando Ud. dijo, acerca de que “algunos nos creemos superiores en nuestro oficio de escribir”, aunque no coincida con que “siempre se escribe para ganar dinero”, porque suele hacerse por algo aún más banal, como es pretender llegar a la fama. Y así, vamos acumulando papeles, premios, certificados y presentaciones, creyendo que eso importa para lograrlo, hasta que nos damos cuenta, de que el único tribunal que puede valorarnos, es el público lector.
LA AUTORA

SOBREVIVIENTE
Quiero escapar del mundo sin morirme, viajar en un barco de papel donde mi ira se quede dormida. Los jazmines huelen mal y los tomates saben a peste. La gente no quiere saber de qué se trata. Los cabildos de mayo se fueron a buscar los Reyes Magos. El miedo entra y sale, como si fuera de la casa, aunque nadie lo vea pasar. Hago equilibrio para no caerme de la cornisa. Estoy tratando de llamar la atención de mis congéneres. Los pájaros se asustan, como si entendieran. Quiero hacerme fosforescente para que me vean los que están hipnotizados por el Facebook, fingiendo que están conmigo. Prefiero ver niños, jugando al cucambé, pero sólo las moscas buscan dulzura en esta vida de confort satelital. Un sapo parece sonreír, cuando lo miro. Es un sobreviviente, como yo.

TODO ME DA IGUAL
Hace tanto que no muero, como aquellas veces en que te oía llegar. Recuerdo que los pájaros florecían de repente y sus manojos salían por mis ojos, para cantarle a la lluvia, para hacer nidos en mi pelo, para alimentar sus pichones con esa alegría que desbordaba fluyendo por mi piel.
Hace tanto que no muero, que cuando te acercas ya casi no oigo el grito de mi adentro hacia el afuera adonde estás, tal como si no estuvieras.
A pesar de que tu risa, tus manos, tu boca son las de siempre, yo te veo diferente, como si de pronto, te confundiera con otro alguien, que nada tiene para darme, ni para tomar de mí, El cielo se ha despejado de nubes y tormentas. Tú sigues siendo el mismo, y yo hace tanto que no muero, que todo me da igual.

FILOSOFANDO
Me gusta escribir para vos, para mí, para quien sea, sin pretender que nada ni nadie cambie, por lo que diga, piense o imagine. Necesito que seas tú mismo, para sentir la armonía de la diversidad del ser. La mágica atracción de los opuestos.
Hace tiempo que rompí mis espejos interiores y mis miedos escaparon, por la galera de algún mago. No me asombra ni esto, ni aquello, ni lo contrario. Y cuando eso ocurre. Es porque conoces, lo que es la libertad. La tuya y la ajena. Sabrás que nadie fue ni será igual a otro. Y que no eres mejor ni peor, sólo eres otro. No existe un deber ser, hay sólo seres, que se hacen a sí mismos y se cruzan al azar, en un camino que conduce, quién sabe adónde. Seres que nos acompañamos, de a ratos. Con nuestro malhumor o buen ánimo, con nuestro equipaje cargado de cosas, que usaremos según las circunstancias. Y seremos crueles, alegres, razonables o no. Mostraremos lo que queramos mostrar, cuando lo creamos necesario. Las personas somos como somos, lo que cambian, son las circunstancias.

FLORES SIN ESPINAS
Voy a buscar las semillas de todos los amores que olvidé, para volver a sembrarlas en algún rincón vacío de mi alma. Tal vez, estallen como cardos silvestres, con esos colores sin perfume, ese murmullo de grillos que emana de sus raíces y el aleteo de ángeles que dejaron las mariposas, que jamás se posaron en sus pétalos. Pero ¿qué haré con las espinas? Esas que ahora no se ven pero que están, clavadas en alguna parte de mis recuerdos. No, sería mejor les diera las semillas a los pájaros. Pero ¿Qué harán ellos con las espinas que todavía no nacieron? Eterna dicotomía de todas las dudas. Ya sé. Quizás, sea mejor que deje todo como está y vaya en busca de flores sin espinas.

COMO LAS UVAS
La vida es un camino que nos lleva a lo desconocido. Y desde que nacemos, vamos descubriendo cosas, encandilados por la luz de un sol que de pronto, nos abrasa y de a ratos, nos abandona. Curiosamente, no bien llegamos, todos se alegran de nuestro llanto. Y vamos creciendo, aferrados a mamá, hasta que perdemos el miedo, entre tantos seres, pautas y sonidos que nos sorprenden y a veces, nos asustan. Luego, ella nos va soltando de la mano y cuando aprendemos a caminar sin tambaleos, ya nadie podrá detenernos y transitamos decididos, sin saber cuándo ni adónde vamos a llegar. Conscientes de que, en realidad, nuestra vida se inicia, transcurre y se va, siempre en soledad, aunque estemos rodeados de personas que, elegidas o no, sólo permanecen un tiempo, con nosotros. Aparecen y desaparecen, como si la magia y el azar, fuera el destino de la inteligencia humana. Pero no nos desanimemos, porque en este asunto de conejos y galeras, muchas veces, encontramos a quienes nos hacen felices, de verdad. Personas maravillosas, donde el amor desborda rompiendo los cántaros que lo contienen. Pueden ser de piel blanca, negra o rosada, como las uvas, y como ellas, son generosas y dulces. Y tal vez, esa sea la razón de nuestra existencia.

A CONTROL REMOTO
Hay quienes están siempre dispuestos a satisfacer a otro, al jefe, a la pareja, al familiar, al amigo, al vecino, en fin, a todos, menos a sí mismos. Es una cómoda manera de sentirse amado, sin tener que discernir o decidir nada y estar siempre listo para cumplir, automáticamente, el mandato del control remoto. Alguien debe decirles qué hacer, qué pensar y cómo. Están dirigidos por un hilo conductor, aunque también los hay inalámbricos, con micrófono incorporado. Son sociables, discretos, prudentes, obedientes y aunque se crean libres, en realidad no lo son, ni pueden amar, pues se convierten en objetos incapaces, de sentir por si mismos. Tampoco son amados, sino son utilizados, hasta que el control se queda sin batería y entonces, hay que cambiarla por una nueva. Por eso, es preferible ser como somos, priorizando “amar” a “ser amado” y tener el valor de fracasar o de sufrir en el intento.

PENSARSE A UNO MISMO
Alguien me dijo que es bueno pensarse y quise detenerme en el camino por un instante, para verme por dentro. Y lo primero que vi, es que hay cosas que permanecen en mí. Que todavía me gusta caminar bajo la lluvia, mirar a la cara cuando hablo, que me apasionan las pequeñas cosas que, tal vez, para los demás, no tengan importancia. Supe que soy urbana y que me gusta vivir donde la gente se amontona, que cuando me acorralan las dudas, saco un pájaro como sea, de cualquier parte, para ponerlo en el papel, adonde escribo versos. Que la soledad no me preocupa porque sé hacerme compañía. Que los niños siempre me sonríen cuando pasan, porque saben que los quiero. Que soy fiel a mis principios y jamás me rindo por flaqueza o por temor. Supe que sigo creyendo en el amor, tal vez, porque fui amada.
Que me gusta hacer regalos, materiales o no, a la gente que quiero. Que me adapté a este siglo y me siento en onda con los jóvenes. Pero también sé, que tengo que corregir algunas cosas que, por supuesto, no voy a contarlas, porque desde afuera, ningún defecto mío puede dejar de serlo, sino desde mí y a medida que siga, pensándome.

UNA NOCHE MÁS
No soporto tu ausencia por las noches, cuando mis ojos quieren tocar la redondez de tus hombros. Deambulo quieta en un rincón de mi cama, que huele a tu voz. Tu pelo se enrosca entre mis dedos sin tocarme. Y la luna entra sin permiso por las ventanas abiertas de mis ojos para acomodarse a mis pies. Y entonces, vuelo, como lo hacen los pájaros cuando les falta el aire. O muero sin gritos, como los peces abandonados en la arena, en el silencio interminable, de una noche más.

MIENTRAS EL MUNDO DUERME
Mientras el mundo duerme, sigo despierta, pensándote, a dos pasos de mi boca, a dos segundos del beso que no nos dimos, a tres caricias de distancia, a dos palabras de un TE AMO. Pienso en tu espalda como en una calle con olor a duraznos. Atrapo tus ojos, los doblo en cuatro y los guardo en el bolsillo para que no escapen, escucho tu voz en un rincón de mis oídos y la grabo en la retina de mi memoria, mientras en mis labios, llevo pegados el sabor de las uvas, que me dejas, después de cada beso. Siempre, me aprovecho de ti, cuando tú te duermes y no estás conmigo.

LLUEVE
Llueve. Mi destino se inunda. Se me moja la vida, sin decir nada. Las gotas me pisan los ojos, resbalan por mi espalda sin tocarme, el invierno me atropella los tobillos. Mis pensamientos se sumergen en la calidez de tu amor, tan lejano como un canto de grillos al mediodía. La lluvia sigue, sin reparar en mí. Tiemblo. Te imagino en el lecho, esperándome. Me veo llegando a tus brazos, empapada y con frío, para abrigar mi alma. Amándonos, con la magia de un hechizo que nadie podrá romper, salvo tú mismo.

ARBOLEDA
Me estoy volviendo arboleda, en montes y en las praderas y los nidos se me instalan con pichones de jilgueros. Nacen capullos de viento, soplan del Norte y son tibios, como el suspiro de un niño, que sueña con mariposas que lo lleven por las nubes a volar, por otros cielos. Se destiñe el arco iris frente al color de tus ojos. Quieren néctar las abejas para libar nuevamente, mieles de amores crecientes. Mi pulso se me acelera, corre al galope y espera. Mas tu silueta no viene, si la noche no respira perfumes de luna llena. ¡Ay amor! Me estoy volviendo arboleda, mi savia se me desborda y a mis pies nace la hierba, quiero beber en tus labios, la lluvia de primavera.

CUÍDATE
Se me escapan mis adentros por los poros, sin que pueda evitarlo, mientras la verdad de mis insomnios trasnochados toma la calle por su cuenta, se muestra a flor de piel sin vergüenzas ni temores, y por si fuera poco, sale a buscarte adonde estés. Es inútil, tratar de retener a este animal salvaje que me embiste, me acorrala. Se ha hecho tan inmenso que no cabe en el corral de mis sueños, me arrebata el alma cuando quiere y mi cuerpo es débil, como llovizna de cielo en la mañana. Cuídate amor, de mis entornos, de mis tormentas y mis infiernos.

MEMORIA
La mirada se me hace crepúsculo cuando se pone al Oeste de tus ojos. Se hace viento de madrugada, desde el horizonte donde el mar aguarda, que anclen nuestros barcos de papel, cargados de palabras, con su timón de silencios en esas noches estrelladas, cuando llega a puerto.
Palabras que se desarman con las olas que mojan las frágiles páginas de mis versos, dejando una huella de sal entre las letras que, pronto, el sol logrará rescatar de su naufragio. Palabras que se aferran con sus brazos al alma, para no perderse en la memoria, donde quedarán escritas, pronunciadas, eternamente, a causa de este amor, que se nos hizo historia, en la piel y en los huesos.

SIN METÁFORAS
Hoy voy a escribirte a ti, niño sin zapatos ni zapatillas. No voy a buscar metáforas, porque de nada sirven cuando al corazón le falta sangre y talento. No puedo cantarle a quien no canta. Ni sembrar risas en la boca de un túnel, oscuro y negro. O pintar colores, que no pueden ver. No perderé mi tiempo, diciendo que la luna acaricia su semblante, porque no es cierto, cuando alguien no puede sentarse a la mesa porque no hay mesa, cuando la música es un concierto de lamentos y perros, cuando las moscas pululan el sueño, por las siestas.¡De qué sirven mis versos, frente al llanto de un niño que no duerme porque tiene hambre y sed, de comida, agua y cariño, cuando me mira como si quisiera que le opere el corazón a la gente, o que le ponga lentes a esos ojos que no ven lo que sucede. De nada sirven las metáforas, tengo que encontrar algo, una bacteria, un virus, cualquier cosa para poner oculto en mis poemas y que contagie, de una enfermedad benigna, para que el hombre se vuelva sensible, piadoso y comience a quitarse los piojos y las liendres de su cerebro.

MI PENA
Tengo una pena cargada de agujas, que se hunden en el caos de mis días, que se me hacen largos, como el insomnio que suele amanecer conmigo. Pena sin tener motivos. Como si de pronto, el aire estallara en pedazos sin explicaciones. Como si las lágrimas quisieran salir por un rato, de paseo, para inaugurar el silencio. Tal vez, esté cansada de estar cansada. Con el corazón en vilo por esa larga fila de obsesiones que esperan un alivio en esta vida con nada por perder ni por ganar. Y empapada de lágrimas sin lágrimas, por esa pena sin pena que yo siento, tengo ganas de arrojarme al viento y salir a buscarte amor, a esos lugares adonde aún, no te encuentro.

PAISAJE
Se echó a rodar el cansancio por mi cuerpo y me enrosqué los deseos en el cuello, hasta que el viento soplara y encendiera mis pasiones como al fuego. No sé cuál fue el litigio donde comenzó el equívoco, pero los días se me hicieron una colección de agravios con su tedio. Y así anduve, con el corazón en vilo, dejando mi tristeza en cualquier parte, descalza de emociones y asustada, como conejo llevado por las orejas. Hasta que un día, no sé cómo, me encontré perdida en el mar de sus ojos y nos enamoramos, cada uno del otro, hasta que la cordura, nos dijo basta. Y me volví, con el cielo estancado debajo de las cejas y el viento de Septiembre alojado en mi pelo, sin más recato que la inconsciencia. Regresaba feliz, mientras el ocaso, me pintaba el paisaje de naranja.

AQUELLA NOCHE
Aquella noche de Noviembre, con la lluvia persiguiéndome los talones, quise beber los rayos de la luna como si fuera un té de hierbas.
Hasta ese instante, todo me había resultado un negro escarabajo. Hasta el aire me dolía al respirarlo con el sol a punto de nacer en la curvatura de mis ojos. Sin embargo, nada resultó como creía y comenzó a llover sobre mi vida, cuando pusiste la tuya, como una carta, sobre la mesa del bar, adonde los dos nos encontramos y hablamos de un futuro sin futuro, de disfrutar a pleno, sin cuentas por saldar. El afuera se quedó sin nubes, y adentro, todavía llovía, bajo una luna imaginaria, que se espejaba en un río, que sólo existía para mí.
Con la mirada escarchada de verde, estrangulé mis miedos y dejé que las águilas me robaran la ilusión a picotazos, para que volaran llevándose ese amor repentino y libre, que me nacía de pronto, mientras tú me mirabas con tus ojos mudos, por el asombro.

TAL VEZ
Tal vez, debería amarte de otro modo, más sutilmente, de una manera casi imperceptible, con la suavidad de una mariposa o de un colibrí, que pueden besar profundamente a la flor, sin tocarla.
Tal vez, deba amarte sin que te des cuenta. Ser como un perfume, apenas percibido, que sólo atrae cuando está cerca. Y entonces, quieras abrazarte a mi cintura y envolverte en mi piel, seducido por tu deseo de cuidarme y tus ansias de volverte adolescente.
Pero no puedo dejar de ser ésta que soy, a veces intensa, con la locura persistente de mi pasión por ti. Entregada en cuerpo y alma a las delicias de vivir enamorada de alguien como vos.

CUANDO NO ESTÁS CONMIGO
Se hace de noche y tengo frío. Necesito que le digas a mis oídos, que me quieres. Yo te creeré, te lo prometo. Porque es bueno, sentir que me acaricias, cuando la vida quiere tirarte a la vereda por el balcón del último piso. No temas, no es un silogismo, sino una metáfora, que solemos hacer los poetas, sobre nosotros mismos. A veces, la felicidad no nos calza, nos queda chica, como aquél vestido de la adolescencia que guardamos en el cajón de los recuerdos. Lo que quiero, simplemente, es que me digas, adónde queda el sol, cuando no estás conmigo.

SE ME BORRÓ LA HISTORIA
Después de tantas lluvias y soles sucesivos o a la par, de toda la gente que se cruzó conmigo, en mis días largos y en mis noches mal dormidas, cuando los amaneceres no respetaban mi cansancio. Después de las millones de veces que te busqué sin encontrarte, de aquellos soles de Abril que disfrutaba sin tus besos o de las lunas llenas sin lobisones aterradores, donde buscaba la ternura de tus brazos, para que me acariciaran la vida, por sorpresa. Y cuando ya casi desistía de mi eterna búsqueda, llegaste con esa manera tuya de mirarme de frente y a los ojos, de hablarme de esas cosas cotidianas, tan simples, tan sinceras, que se me borró la historia ¡Y volví a nacer contigo!

EN PUNTO SANTA CLARA
En estos días de turbulencias y abismos, mi corazón se despoja de latidos y echa a correr por mi cuerpo y fuera de él, para lidiar con el destino. Muerta de pavor, perdí la discreción de mi voz, para gritar mi hartazgo de llevar tantas nubes en mi cara. Sólo el llanto puede borrar las sombras. Y lloré sin lágrimas, por las tortillas de mi abuela, por las lunas de Enero dormidas sobre el lago, por el continente negro destrozado, por mi bicicleta sin luces, por los sapitos ausentes, en la costa del río y por los indígenas acorralados en las montañas. Lloré por tanto muerto, tanto grito y vergüenza, en el mundo acumulada, por el arrojo de los pueblos masacrados, por los triunfos de la infamia, por los crepúsculos de Neruda, por las hojas caídas del Otoño y los sueños de Calderón de la Barca. Hasta que el cansancio me dejó, como animal sitiado. Y con
el último aliento, que me quedaba tomé dos agujas y un ovillo, para intentar tejer, en punto santa clara, al menos, un alivio.

DUELE
Cómo duele el mundo en estos días, cuando por sus calles corre la sangre de los pueblos. Y aunque ocurrió en otros tiempos y lugares, desde que el hombre quiso ser Dios y decidir el destino de los otros, hoy el mundo sigue doliendo de tristeza, ante el horror de ver niños masacrados, como si fueran mariposas aplastadas por el pie de un elefante ciego. Y digo ciego, por que si tuviera ojos, él jamás las aplastaría. Y si el hombre fuera hombre, no mataría niños indefensos, ni mujeres que lloran esas muertes
¡Qué enfermedad tan vil ha infectado al ser humano, hasta el punto más atroz de su barbarie!
Duele también la indiferencia, de los que nada ven porque no quieren. Duele la herida abierta en Palestina, duele Irak, Siria, el Líbano y tantos otros, que resisten frente a los sepultureros. Duele la vida y hasta el llanto duele cuando las lágrimas resultan chicas para descargar el alma.

PRIMAVERA
Celebro la primavera, con su perfume y sus cantos, que en las mañanas nos traen los jilgueros a la almohada. La vida viste de rosa, de amarillo los jardines, verde se vuelve el sendero, por derecha y por izquierda, de mi andar buscando huellas. Mi corazón va al galope, se escapa de la tranquera, como un caballo salvaje. Mi cuerpo de gala viste, combinando en el paisaje. Mi canto fluye en mis voces, hacia adentro y hacia fuera. Mi pasado me abandona pues sólo voy adelante, buscando un amor bonito, con besos de madrugada, con cenas bien preparadas, que se sirvan en la cama. Mil versos me sopla el viento, de noche y de madrugada. Quiero verte, al despertar desayunando conmigo, con un pastel y café, sobre el mantel de mi sábana.

EPÍGRAFE
Dedicado a la poeta Albys Paredes.
¿Y QUÉ?
Estoy enamorada.
Quiero gritarlo ¿Y qué?
Que la noche lo desparrame en la oscuridad para que todos lo sepan. ¿Y qué?
Para que los ciegos lo vean
y los que nunca amaron lo sientan.
Hoy no voy a escribirle al amor
sino que voy a escribirle a él ¿Y qué?














Norma Estela Ferreyra
Escritora

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