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viernes, 22 de agosto de 2014

IBARRECHEA: LUNES, AGOSTO Y OTRAS TEMPESTADES



LUNES

Papá subía al tren que lo llevaba a hacer un curso sobre material rodante a Buenos Aires, cosas de ferroviarios, de los de antes. Yo me quedaba mirando desde el resguardo del andén, como el tren humeante que llevaba a mi padre se hacía chiquitito así. Junten los dedos índice y pulgar, ¿vieron? Chiquitito así.

A los pibes de antes no se les permitía esa cosa de andar por los andenes de la estación mariconeando. No señor, no había que andar  mostrando algunas lagrimitas. Eso no estaba bien.

Había que hacer como si el viento te hubiese salpicado los ojos con arenilla, y que el frío te llenara de mocos la nariz. Eso estaba mejor. Y “volverse pa’ las casas” pateando tarritos. "Como los machos, que se las aguantan."

Eso ocurría los domingos a la noche.
Adivinen cuáles son las horas más tristes de la semana.
Acertaron, las tardes noches de los domingos, y encima te recuerdan a cada rato que “mañana es lunes, y tienes que ir a la escuela."

Después del domingo los días de la semana tienen por costumbre llamarse lunes.

Los lunes a la mañana temprano, las señoritas maestras tenían por costumbre pedirles a los alumnos que saquen una hoja en blanco, tintero y lapicera pluma, para la temible prueba escrita, esa de los sujetos y predicados.

Mamá, eh mami, ¿porqué existen los malditos lunes?


Agosto
Mamá me despertaba y me decía que me cambie para ir a la escuela, aunque a eso yo ya lo sabía, pensaba que mi madre me lo recordaba para ver mi cara de fastidio. La vestimenta para salir a la calle y enfrentar al temible agosto de la ciudad de Deán Funes, consistía en camiseta, camisa, pullover,  pantalón corto, medias tres cuartos y zapatos lustrados, un buen desayuno en un tazón grande de café con leche y pan casero con miel. Después repasaba mi peinado con raya al costado y jopo. El jopo estaba de moda. Me ayudaba con el guardapolvo, después me vestía con el sobretodo y finalmente la bufanda, que me daba tres vueltas y me tapaba las orejas.
La escarcha de las veredas era algo así como cientos de espejitos desparramados camino a la escuela, y el viento frío, otra vez el viento, sacudiendo mi portafolios de cuero marrón, que con gran esfuerzo sujetaba con mis manos enguantadas.

Niño que llega a la escuela: uno.
Frio de agosto: cero

Mamá me decía antes mis quejas por el viento que soplaba implacable en agosto, que todavía faltaba esperar a la tormenta de Santa Rosa.
Para hacer las compras, me subía a mi bicicleta y ponía la bolsa en la parrilla. Pedaleaba hasta el almacén donde ella me decía que las cosas estaban más baratas y nos daban "fiado". El viento se ensañaba con las personas que salían a hacer las compras después de dormir la siesta, o de comer, como yo, "pororó" mientras leía una y otra vez, las aventuras de Sandokán, de Emilio Salgari.
El viento me esperaba en las esquinas para sacudirme un poco más fuerte. Hasta que me entraba tierra en los ojos.

Niño que va a hacer compras: cero
Viento de Santa Rosa: uno

Creo que yo no me llevaba muy bien que digamos con el viento que había adoptado a mi querida ciudad, para quedarse a vivir. 
Pero con el paso del tiempo, lo recuerdo con cariño.


Tempestades actuales:
La doctora Susana me mira y sus pestañas suben y bajan, se separan y se vuelven a juntar como treinta veces por minuto. Apoya los codos en la mesa, cruza los dedos y encaja su cara sobre ellos.
Admito que se ve hermosa.

"Veamos, apoya una mano sobre tu pecho Ibarrechea, un poco más a la izquierda, ahí. Ahora cuéntame que sientes."

Siento, doctora bonita, que mi vida va pasando entre: Amores desencajados / Intentos temerarios / Amantes nihilistas / Pasiones desanimadas / Cariños insulsos / Promesas prescindidas / Ausencias definitivas / Instigaciones fraudulentas / Sueños truncos / Entendimiento incompleto / Manifestaciones espirituales / Olvidos veloces / Preceptos determinados / Conceptos estancos / Celos ardientes / Fracasos violentos / Obstáculos insuperables / Alegrías efímeras / Sensibilidad estoica / Dignidad latente / Engaños astutos / Temblores conmovedores / Dudas acertadas / Desgracias dispuestas / Lealtades irreverentes / Errores sensoriales / Actos ilegales / Estigmas escarmentadores / Abandonos inmorales / Torpezas nobles / Miedos profundos / Pérdidas irreparables / Orgullo herido / Culpas desechadas / Ideas vulnerables / Atisbos pendencieros / Tristezas latentes / Simpatía extraviada / Amistades sospechadas / Traiciones cognitivas / Odio efervescente / Estímulos contradictorios / Ignorancia fingida / Alertas presentes / Caridad ingeniosa / Calmas fugaces / Separaciones traumáticas / Encuentros esperanzados / Silencios sonoros / Licencias poéticas…

"Ya basta hombre, no sigas. Sé que no hay muros que detengan tus sueños, pero tu corazón Ibarrechea, a esta edad, es como un barco demasiado frágil para soportar semejante cantidad de tempestades, por este mar que atraviesas." 

Eso me dice la doctora Susana, después de apoyar su mano derecha sobre mi boca para que me calle y que su perfume se estacione en mi bigote y mi mirada se enrede en su cabello negro y guarde una receta en mis bolsillos sin dejar de mirarme y de pestañear, y yo me abstenga de cualquier impulso por besar esos labios rojos locos que me aturden sin piedad.

A ver vos.  
Vos, que te quedaste pensando.
Tócate el pecho, eso es, un poco más a la izquierda, ahí. 
Ahora cuéntame que sientes, dale.




Música: ARNO ELÍAS
Tema: "El Corazón"
Gentileza YouTube
diceelwalter@gmail.com.
derechos reservados http://diceelwalter.blogspot.com

3 comentarios:

  1. Algo falla en Ibarrechea, si su corazón pasó por todo eso y nadie lo quiso amar definitivamente...
    BW

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    1. Gracias por su interés en cuestiones personales de un seudónimo y su escritos fantásticos. EL EDITOR

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    2. Ibarrechea no hace mas que transmitir vivencias y fracasos. BW

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