Recuerdo aquel día en que
la maté. No dejaba de mirar mis manos ensangrentadas que aún permanecían
temblorosas.
Su cuerpo yacía encogido,
debido al forcejeo que habíamos tenido horas antes. Ella había perdido, yo, sobrevivido.
No dejaba de mirarla, era
hermosa, su piel casi de porcelana había perdido su color natural a uno
mortecino, unas pequeñas lágrimas se habían condensado en sus ya pálidas
mejillas. No podía dejar de mirarle, más en ese momento, más que cuando estaba
viva. Le había amado como a una hermana, hasta cuando su traición se había
hecho patente cada vez que nos veíamos, cada vez que ella veía mi rostro
tratando de indagar en lo más profundo de mi alma, tratando de destruirme hasta
lograr hacerme a un lado de mi propia familia. Me habían apartado de todo, y
todo por una mentira de ella, mi hermana escogida entre tantas amistades que
habían llegado a mi corta existencia. Empecé a oscurecer, mi mirada cambió, y
mi estado se estaba deteriorando cada vez más, y sabía que era su poder, su
vigor maldito hacia a mí, en todo lo que poseía; desde mi amante hasta mi
anciana abuela. Tomé la decisión de acabar con ella, porque sabía que ella no
era real, sabía que era un ángel caído vestido con elegancia, cautela y seducción,
viviendo a través de mí, de mi propia realidad.
Esta vez fui más audaz, la
engañé enviándola a su propia perdición, depositando en su tierna carne la
suave y mortífera hoja afilada a la perfección, entrando sin mayor objeción.
La abracé, la bese como
jamás lo había hecho antes acariciando su tersa mejilla, entintándola con su
propio líquido carmesí. La acurruqué entre mis piernas, sollozando que
entretanto con mis brazos utilizaba el mismo puñal para rajarme la muñeca y
acompañarla hacia ese limbo que cada vez más se acercaba hacia mis ojos.
Comprendí que estaba unida hacia esa mortífera mujer, como un cordón umbilical,
como cuerpo y alma, y mi única forma de tenerle era así, perdidos en lo
desconocido para tratar de entender sin nuestros cuerpos el porqué de la
maldad, el porqué de mi amor hacia ella, mi asesina en vida y yo, el asesino de
su alma.
Catalina Küdell
Safe Creative Código: 1403310460202
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.