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viernes, 20 de junio de 2014

JOSÉ LUIS THOMAS: POEMAS

La conciencia que no cesa 
(Poema de mi libro Vocación de noria)

Me pregunto por mí
investigo los pasos hacia atrás donde hay vestigios brumosos
desparramando sus investiduras de arena sobre la huella
que sólo se forma con la forma del deseo

Este hueco este abismo esta atadura
Mordida desdentada que desgarra
Silueta que se yergue impiadosa
Imperantes mandatos llegados desde un fondo
Otro mundo, otra edad
con identidades muertas que me resucitan para ser esta suma
donde restar se vuelve necesidad obsesiva

Porque este que soy
mano abierta y extasiada
cuello apolíneo y rítmico
conjunto de músculos imponentes
son sólo un nudo de átomos asimilados por materiales oficios
incapaces de cubrir la ardorosa desventura del alma
Habitante eterna vibración incesante
Explosión que aventa las cenizas por las grietas
haciendo sonar esos goznes que cierran los recuerdos
sin lograr sepultar los estados de conciencia
que despiertan impiadosos y desnudan los vértices
donde quedé oculto para mi propia mirada
Pero aquí estoy, los ojos están mirando
por mi alma alguna revelación me hace voltear la cabeza

cerrar el párpado.


ANGY 
(Poema de mi libro Vocación de noria)

Una melancólica mano con olor a jazmín del cabo
Una sombra sedienta que se recuesta a mi lado
Tu cuerpo
tu sombra, tu forma grande y precisa
La certeza de tu ser ahí
en la noche ojerosa mezclado con todas las lujurias
puntual y cierto, aunque muchos otros quieran penetrar y romper
el secreto de ese yo y el mío aquí y ahora
Tu fina elegancia cae en medio de mi plexo
Y  me socavas

Diligente lámpara que se enciende siempre
Porque sos vos único e irrepetible absoluto y perfecto
arrebatando a las sombras una porción más de tierra virgen
para los dos
Convocados por sembradíos de alabastros estelares
por ángeles multicolores y custodios
para el juego de los cuerpos en los cuerpos y en las almas
con los auspicios de tiempo formulando goces

Poseído el día y confiscada la noche
las boreales crestas no interfieren nuestro abrazo invisible
hasta las últimas luces
Los lujos de espirituales cavaduras se descubren en ardiente
despliegue
El indiscutible ser del amor
sufragado en un reelección permanente
como un mascarón de proa que abre surcos
en tranquilas aguas
y atraviesa sorpresivas tempestades
sin volcar la nave sin quebrar los mástiles

Supremos santos y profanos siempre.


La permanencia 
(De mi libro Vocación de noria)

Nada se ha perdido de todo lo que fui,
El pasado es una mentira grande,
un recurso de la mente para no caer
en hondas galerías penumbrosas,
donde monstruos repentizados
por un filtro de luz impredecible,
se asoman para asustarme.

NO. El pasado con sus voces y gritos lanzados no puede
haberse esfumado por la magia del olvido. No es suficiente
no comprender para borrar y matar o esconder en baúles cerrados
por mil candados, cuyas llaves son tragadas por peces que se tragan
otros peces, en el fondo de algún mar de algas corrosivas.

No es así como se cree. Nada ha pasado todavía.
No es el reloj el que marca los sudarios
No hay que llorar sobre los soles que yacen en la memoria
ni vociferar por los actos en sepia que me muestra el presente
devorado por sí mismo.

Aún están aquí los pasos briosos recorriendo las aulas y salones
de mosaico desteñido, en los que enjambré mieles deleitosas y
lágrimas oxigenadas.
No ha desaparecido la cama de mis padres, que en las noches
de angustia y miedo, buscaba en la oscuridad, para dormirme finalmente,
entre esos cuerpos que imponían respeto a mis fantasmas.
Ni han desaparecido los juegos en el largo patio de la casa
con mi hermana.
Ni siquiera se ha transformado mi soledad
Aquella con la que me dejaba transcurrir por horas.
Nada falta.
Ni las navidades con mi árbol luminoso y mi pesebre en el
rincón de la sala.
Las tías los primos. La abuela materna y el recuerdo de los otros
abuelos que no conocí.
Cada vez descubro algo más que suena con los mismos sonidos.
y  rondan mi nariz aquellos mismos olores
con sabor a puchero con choclos y primaveras con jazmines.
Las calles de mi pueblo ahora, son las mismas de mi pueblo entonces
Aunque haya cambiado.
El cementerio donde no está mi padre tiene más habitantes.
En la casa de al lado de la escuela, la misma
estrella federal  me produce los mismos escozores de placer.
La iglesia. La plaza con sus cuatro glorietas
y  el perfume lila de las glicinas.
Mis primeros amores desfilan a veces con la misma tersura
Los albores sexuales con este fuego que aún me enciende.
Y en la misma conciencia de entonces sólo llenos casilleros

En el espacio todo se conserva intacto
y  vuelve a mí cada vez que soy en cada soplo de ser que expongo al viento.












Autor: José Luis THOMAS
Poemas publicados en mi libro "Vocación de noria" de 1992 - 
Faja de Honor de SADE  Bs. As.

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