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viernes, 27 de junio de 2014

LA INCREÍBLE PISTA DE LA MUERTE

Cacho decía que a las latas de sardinas vacías había que hacerles cuatro agujeros para cruzar los "fierritos."

Los "fierritos" serán los ejes de las ruedas de los autitos de carrera hechos con las latas vacías de sardinas -decía Cacho-.

Las ruedas de los autitos corredores serán hechos con las tapas de los frascos de penicilina que habíamos encontrado en el patio del hospital.

Las tapitas grises son más duras que las tapitas rojas.
Tocá tocá -decía mi primo Cacho y Cacho tenía razón-.

Como la pista que yo estaba haciendo para que los autitos corran carreras con el impulso de nuestras manos, era de tierra compactada, y tenía curvas con una inclinación de casi cuarenta y cinco grados, Cacho decía que las tapitas rojas debían ser colocadas a la izquierda porque todas las curvas giraban a la izquierda en aquella gran pista instalada en el centro del patio. 

Y hasta les sacaba con una hoja de afeitar un poco de diámetro a las rueditas rojas para que las latas de sardinas-autitos no se desvíen en su loca carrera hacia la derecha y se escapen de la pista. Eso era morir.

"Guarda el hilo," negro. Autito que sale de la pista, queda eliminado. Sale de la curva, muere.
Decía el Cacho, 

Rita, lejos de aquellos acontecimientos, estaba sentada más allá, donde comenzaban los canteros de las hortalizas, juntando hormigas que guardaba en un frasco de vidrio que antes había albergado café.

Pepi y Beba le cambiaban la ropa a sus muñecas, en la galería del patio porque decían ellas, que debían llevarlas al médico. 
-Señora Pepi, ¿su bebé amaneció con fiebre?
-Ay si, señora Beba, y con unas manchitas en la cara, fíjese bien aquí ¿vió? Para mi que es sarampión. Y a su nena yo no la veo bien.
-Para mi que son paperas, lo que ella tiene.
-Qué desgracia y con este tiempo que no ayuda...

Allá lejos, en el cielo, un avión dejaba dos rayitas blancas. 

Cacho me decía que con un poco de masilla las latitas de sardinas-autitos, tendrían más peso y se iban a "agarrar" mejor en las curvas de la muerte.

La tía Susy se levantaba de descansar porque le gustaba escuchar el radioteatro acostada, se lavó la cara, y puso la pava en el fuego para calentar el agua.
Dice su mamá que no se ensucien, que ya vamos al médico -les dijo a las niñas-.

En la primera curva, los autitos-latitas de sardinas pasaron de largo.
Revisemos, algo salió mal -dijo Cacho-.
Revisemos -dije yo-.

Algunas hojas sueltas jugaban alborotadas sobre la cabeza de Rita, como si fuesen los dibujos de los cuentos para niñas.

Rita de repente empezó a llorar porque decía que el frasco se le cayó de las manos y que algunas hormigas se le escaparon cerca de las zanahorias y de las acelgas.

Pepi y Beba le sacudían la ropa llena de tierra.

Nosotros dos, los varones, les juntamos las hormigas y las volvimos a guardar.
Yo le embarré la punta de la nariz y le di un beso en la mejilla.

Rita parecía reír y llorar a la misma vez.

La tía Susy nos decía por la ventana que dejemos de jugar y que pasemos adentro, en silencio porque mi mamá estaba muy afligida con la caída del gobierno del presidente Arturo Illia.

Cacho distribuía la masilla dentro de los autitos-latitas de sardinas.
Yo, levantaba la inclinación de las curvas de la pista de la muerte, y le agregaba arena para que frene un poco la marcha enloquecida de los bólidos.

Rita quería llevar al médico el frasco con hormigas, porque decía que eran de ella y de nadie más. Le dijeron que a los doctores no les gustan las hormigas y que si las llevaba, el canalla le iba a poner una inyección y que a la noche la iba asustar "el cuco." 

Beba dijo que quería hacer pipí antes de salir.
Mamá las mandó una por una al baño y luego les lavaron la cara y las manos y las volvieron a peinar. Pepi se peinó sola y se puso "Angel Face" en la cara.

La tía Susy, iba con ellas porque de paso le quedaba cerca la academia de piano.

-Y también de la casa del "mamadera negra
Me dijo Cacho despacito al oído, pero sin disimular. 
Yo no aguanté la risa, a pesar de la mirada fulminante que nos regaló la buena de la tía Susy.

Mi mamá le limpió "los mocos" de la nariz a Rita.

Mi primo Cacho y yo quedábamos al cuidado de la casa -nos dijo mi mamá en un tono compungido por la caída del presidente Illia y la ausencia de papá-.
-No le abran la puerta a nadie, tomen la merienda y hagan los deberes de la escuela.

Cacho y yo hicimos cuatro intentos más y uno de los autitos-latitas de sardinas dobló y volvió a doblar, hasta descansar a escasos metros de la línea de llegada.
Al otro lo hicimos igual.
-A la Pepi le vino "la regla," por eso tu mamá la lleva al médico -me dijo Cacho-.
-Ah.
-¿Sabes lo que es eso, no?
-No.

Nos olvidamos la pava en el fuego.
Las hormigas del frasco de Rita se escaparon por toda la cocina.
Tarzán, el perro de la casa que era de Beba, mordisqueó las muñecas y las arrastró por todo el barro de los bordes de los canteros como un toro enfurecido contra el torero.

Algunos aviones de combate pasaron volando bajito.
Allá lejos, sonaba estridente, el silbato de un tren.

Los autitos-latitas de sardinas con ruedas de tapitas de penicilina, y muy bien rellenados estratégicamente con masilla, batieron el fabuloso récord de haber doblado dos veces, sin apartarse de la increíble pista de la muerte.










José Antonio Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

HORACIO QUIROGA: LOS CAZADORES DE RATAS


Una siesta de invierno, las víboras de cascabel, que dormían extendidas sobre la greda, se arrollaron bruscamente al oír un insólito ruido. Como la vista no es su agudeza particular, las víboras mantuviéronse inmóviles, mientras prestaban oído.
-Es el ruido que hacían aquéllos...-murmuró la hembra.
-Sí, son voces de hombres; son hombres -afirmó el macho.
Y pasando una por encima de la otra se retiraron veinte metros. Desde allí miraron. Un hombre alto y rubio y una mujer rubia y gruesa se habían acercado y hablaban observando los alrededores. Luego, el hombre midió el suelo a grandes pasos, en tanto que la mujer clavaba estacas en los extremos de cada recta. Conversaron después, señalándose mutuamente distintos lugares, y por fin se alejaron.
-Van a vivir aquí -dijeron las víboras-. Tendremos que irnos.
En efecto, al día siguiente llegaron los colonos con un hijo de tres años y una carreta en que había catres, cajones, herramientas sueltas y gallinas atadas a la baranda. Instalaron la carpa, y durante semanas trabajaron todo el día. La mujer interrumpíase para cocinar, y el hijo, un osezno blanco, gordo y rubio, ensayaba de un lado a otro su infantil marcha de pato.
Tal fue el esfuerzo de la gente aquella, que al cabo de un mes tenían pozo, gallinero y rancho prontos. -aunque a éste le faltaban aún las puertas. Después, el hombre ausentóse por todo un día, volviendo al siguiente con ocho bueyes, y la chacra comenzó.
Las víboras, entretanto, no se decidían a irse de su paraje natal. Solían llegar hasta la linde del pasto carpido, y desde allí miraban la faena del matrimonio. Un atardecer en que la familia entera había ido a la chacra, las víboras, animadas por el silencio, se aventuraron a cruzar el peligroso páramo y entraron en el rancho. Recorriéndolo, con cauta curiosidad, restregando su piel áspera contra las paredes.
Pero allí había ratas; y desde entonces tomaron cariño a la casa. Llegaban todas las tardes hasta el límite del patio y esperaban atentas a que aquella quedara sola. Raras veces tenían esa dicha. Y a más, debían precaverse de las gallinas con pollos, cuyos gritos, si las veían, delatarían su presencia.
De este modo, un crepúsculo en que la larga espera habíalas distraído, fueron descubiertas por una gallineta, que, después de mantener un rato el pico extendido, huyó a toda ala abierta, gritando. Sus compañeras comprendieron el peligro sin ver, y la imitaron.
El hombre, que volvía del pozo con un balde, se detuvo al oír los gritos. Miró un momento, y dejando el balde en el suelo se encaminó al paraje sospechoso. Al sentir su aproximación, las víboras quisieron huir, pero únicamente una tuvo el tiempo necesario, y el colono halló sólo al macho. El hombre echó una rápida ojeada alrededor, buscando un arma y llamó -los ojos fijos en el gran rollo oscuro:
-¡Hilda! ¡Alcanzáme la azada, ligero! ¡Es una serpiente de cascabel!
La mujer corrió y entregó ansiosa la herramienta a su marido.
Tiraron luego lejos, más allá del gallinero, el cuerpo muerto, y la hembra lo halló por casualidad al otro día. Cruzó y recruzó cien veces por encima de él, y se alejó al fin, yendo a instalarse como siempre en la linde del pasto, esperando pacientemente a que la casa quedara sola.
La siesta calcinaba el paisaje en silencio; la víbora había cerrado los ojos amodorrada, cuando de pronto se replegó vivamente: acababa de ser descubierta de nuevo por las gallinetas, que quedaron esta vez girando en torno suyo, gritando todas a contratiempo. La víbora mantúvose quieta, prestando oído. Sintió al rato ruido de pasos -la Muerte. Creyó no tener tiempo de huir, y se aprestó con toda su energía vital a defenderse.
En la casa dormían todos, menos el chico. Al oír los gritos de las gallinetas, apareció en la puerta, y el sol quemante le hizo cerrar los ojos. Titubeó un instante, perezoso, y al fin se dirigió con su marcha de pato a ver a sus amigas las gallinetas. En la mitad del camino se detuvo, indeciso de nuevo, evitando el sol con el brazo. Pero las gallinetas continuaban en girante alarma, y el osezno rubio avanzó.
De pronto lanzó un grito y cayó sentado. La víbora, presta de nuevo a defender su vida, deslizóse dos metros y se replegó. Vio a la madre en enaguas correr hacia su hijo, levantarlo y gritar aterrada.
-¡Otto, Otto! ¡Lo ha picado una víbora!
Vio llegar al hombre, pálido, y lo vio llevar en sus brazos a la criatura atontada. Oyó la carrera de la mujer al pozo, sus voces. Y al rato, después de una pausa, su alarido desgarrador:
-¡Hijo mío...!















Horacio Quiroga 
Salto, Uruguay 31 de diciembre de 1878 - Buenos Aires 19 de febrero 1937


PABLO NERUDA: POEMAS

Puedo escribir los versos más tristes está noche...

Puedo escribir los versos más tristes está noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

No estés lejos de mí.

No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo,
porque, no sé decírtelo, es largo el día,
y te estaré esperando como en las estaciones
cuando en alguna parte se durmieron los trenes.

No te vayas por una hora porque entonces
en esa hora se juntan las gotas del desvelo
y tal vez todo el humo que anda buscando casa
venga a matar aún mi corazón perdido.

Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,
ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:
no te vayas por un minuto, bienamada,

porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo.

 Para mi corazón basta tu pecho...

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.
Pablo Neruda







Seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto 
(Parral, Chile, 1904-Santiago de Chile, 1973)

AL IBARGUREN: SI NOTA ALGO FUERA DE LO COMÚN...



SI NOTA ALGO FUERA DE LO COMÚN…¡ GRÍTELO!

Aquella mañana había elegido para tomar mi desayuno, una confitería ubicada justo al frente de la cañada. Elegí una mesa de la vereda, la que estaba más cercana a la calle, y llamé al mozo para pedirle un café.
¿Por qué me miraban con cara de ternero degollado? ¿ nunca vieron una mujer ? 
– pensé cuando me acomodé mejor en la silla-
¿Y usted señor que mira? –le pregunté a los de la mesa de al lado- no estire su cogote para curiosear, aténgase a leer su diario, y usted señora… ¡señora curiosa! ¡la pesqué!¿para que usa anteojos negros? Parece que no ve, pero no perdona nada, avise si nota algo  fuera de lo común, pero grítelo, así se enteran todos, ja
Lo cierto fue es que mi razón trataba de ponerse de acuerdo con el medio, por eso contemplaba a todos como si fueran bichos raros, para colmo la paloma que se posó en mi mesa se convirtió en servilleta, las mojigangas que le dedicaba a los niños que pasaban caminando por la vereda de la mano de su madre, los hacía llorar, y ésta situación me provocaba risa, pero lloraba con ellos.  Y, no sé por qué, las madres apuraban el paso al darse cuenta.
Hasta que el viento sur hizo de las suyas y desparramó el diario del buen señor que me espiaba  azorado, nada más ni nada menos  que por mi territorio, y eso de verdad me enojó. Por eso crucé la calle corriendo, persiguiendo los restos de ese pasquín de mala muerte.
Cuando hube juntado todo el ejemplar, me dieron ganas de hacer un viaje, por eso, tomé la hoja de los clasificados, que no sé por qué, había guardado en mi cartera, e hice un magnífico barco de papel y lo llevé al agua. Pronto,  y gracias a la correntada, esquivó piedras, tapitas, giró en un remolino, y siguió, y se hizo más fuerte, más valiente, y soportó tempestades hasta que…hasta que te vi.
Te vi navegando placentero, tranquilo, como un auténtico capitán al mando de su timón. 
Te vi, cuando me saludaste con tu enorme sonrisa, y te acercaste,  me  ofreciste muy gentil tu mano, para ayudarme a subir  a aquel preciado barco de papel que nos llevaría por mi amada cañada…
¡Hey!  Señor…Si, a usted le digo… -grité mientras me alejaba-
¡Le cambio el barco por el café, que ya debe estar servido!.....













Al Ibarguren
alciauv@yahoo.com.ar
Zona de los archivos adjuntos

BERENICE WEBER: PEPA, LA FEDERALA

CARTA DE PEPA, LA FEDERALA

¡VIVA LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA! ¡MUERAN LOS SALVAJES UNITARIOS!


Buenos Aires, Marzo 19 de 1844. Año 35 de la Libertad, 29 de la Independencia y 15 de la Confederación Argentina.

La alférez graduada de Caballería, doña Pepa la Federala: Solicita el ajuste de sus sueldos, haciendo una breve reseña de sus servicios y acciones de guerra en que se ha hallado, citando varios jefes para los efectos consiguientes y obtención á las gracias que la munificencia de S. E. ha sabido acordar al ejército,

Excmo. señor:

Doña Josefa la Federala, Alférez graduado de Caballería, ante la justificada integridad de V. E., con mi mayor respeto digo: Que habiéndome hallado en la acción de Chascomús á las órdenes del señor General don Prudencío Ortiz de Rosas, y de allí en Marzo de 1840 en Entre Ríos a las órdenes de aquel General en jefe don Pascual Echagüe, llevando en mi compañía 26 hombres voluntarios á mis órdenes, vecinos de Ranchos Blancos; que en mi marcha tomé un bombero de los salvajes, que presenté al gobernador, salvaje hoy día Mascarilla, y de allí me incorporé al mencionado ejército de Entre Ríos, habiendo sido agregados dichos 26 hombres al núm. 2 de Caballería de Buenos Aires, quedando yo en la escolta de aquel General en Jefe. Fuí bombera voluntaria y entré en la trinchera del salvaje Lavalle, donde fuí tusada del salvaje Benaventos y sentenciada á muerte por el de igual clase Pedro Díaz, teniendo la suerte de escapar y reunirme al Ejército Confederado, hallándome en seguida en la batalla de Sauce Grande, cuyos testigos cito en esta Capital, que pido á V. E. certifiquen: el Coronel graduado don Antonio Félix de Meneses, y el que era comandante del Batallón Entre Riano, sargento mayor don jacinto Maroto, hallándome desempeñando las funciones de Posta, quedé herida en la batalla, y salvé por una partida del núm. 2 en comisión, recogiendo heridos, que como yo, éramos 70 ú 80, y conduciéndonos a la Capital del Paraná, a las órdenes de Don José M. Echagüe, quien me prodigó todos los auxilios necesarios; cumplidos diez días supliqué al Excmo. señor Presidente Oribe se dignase llevarme en su compañia, aunque muriese en el camino, lo que conseguí y fui conducida a San Nicolás, dejándome dicho Excmo. señor en casa del comandante Garretón para curar de mis heridas, pero sabiendo que mi Coronel Don Vicente González se hallaba acampado en el Arroyo del Medio, me olvidé de mis heridas y haciendo un carguero de jabón conchavando dos peones envié innumerables partidas de salvajes que salían de San Pedro, teniendo la dicha de incorporarme a mi coronel, el que siguió con el Presidente Oribe y por consiguiente me hallé en la acción de Quebracho Herrado y sin sanar de las heridas me hice cargo del Hospital de Sangre, y sucesivamente en todas las demás acciones cual fue la del Monte Grande en Tucumán; y por último, de regreso, en la de Coronda y Santa Fe; siendo después nombrada por el señor Presidente Oribe ayudante 149 del Hospital de Sangre, hasta que vine a esta Capital.
Excmo. señor, desde el año 1810 sirvo a la Patria con el mayor desinterés.
Viuda del Sargento Mayor Don Raymundo Rosa, que murió de diez y ocho heridas en el campo de batalla en la Cañada de la Cruz a las órdenes del Señor General Soler, la posición triste en que me encuentro, de tantas vicisitudes de la guerra, me pone en la precisión de implorar del Padre de mi Patria, por lo que humilde suplico se digne ordenar sean hechos mis ajustes por la contaduría y opción a los premios que V. E. tiene conferidos al Ejército, para poderme reponer de mi salud y estar pronto y de centinela contra todos los salvajes que quieran envolvernos en su inmunda rebeldía a cuya gracia quedaré eternamente reconocida.



                                                  
                                                                                                                          Pepa, la Federala.

Referencias:
Alfredo Ebelot: Escritor, periodista e ingeniero, nacido en Francia en 1839. Se educó en Toulouse y se graduó de ingeniero en la Escuela de Artes y Manufactura de París, participando además como redactor en importantes publicaciones de la época.
En 1870 emigra a la Argentina donde colabora en distintos periódicos.
Contratado por Sarmiento para distintos estudios sobre la línea de frontera, participa en con el grado militar de Sargento Mayor en la conquista del desierto. Como ingeniero codirigió los llamados “trabajos de defensa contra el indio”, entre ellos la construcción de la zanja de Alsina. Como testigo directo nos deja interesantes testimonios en “Relatos de la frontera” y en “La pampa. Costumbres argentinas”.
Regresó a Francia en 1908 y murió en Toulouse, en 1920.


Fuentes:
- Ebelot, Alfredo. La Pampa, Costumbres argentinas.Edit.Taurus, 2001.
- Ramos Mejia, José María. Rosas y su tiempo.Orient.Cultural Editores,1952.
- Chavez, Fermín. Juan Manuel de Rosas. Su iconografía.Edit.Oriente, 1970.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar 


Una entrega de:















Berenice Weber

MÚSICA: MARIO BIONDI

 Close to you
de Burt Bacharach y Hal Davis



This is what you are
de Mario Biondi

viernes, 20 de junio de 2014

IBARRECHEA: MALDITO SEAS, MIKE.

La imagen de la película que vi cuando era más que un niño, era ésta.

El tipo entra a su oficina.
Cierra la puerta, todo está a oscuras, pero el director juega con las sombras a través del vidrio de la puerta y de la ventana.
El actor, prende la luz del escritorio, acomoda el cartel que dice Fulano de Tal, Detective Privado.
Se suelta el nudo de la corbata.
Enciende un cigarrillo y se sienta en la silla, pone los pies cruzados encima de la mesa, abre un cajón  y saca una botella de bourbon.
LLena un vaso.
Con el dedo pulgar levanta el sombrero, le vemos la cara.
Mientras bebe, mira su foto vestido de sargento de policía de New York, y después, mientras juega con el vaso vacío en sus manos, dice:
"Maldito seas Mike, te estás enamorando de ella.."

Yo.
Entro a mi departamento.
Ha llovido demasiado y hay cortes de energía eléctrica en todo el barrio, juego con las sombras que se reflejan a través de las ventanas.
Enciendo un cigarrillo y la llama del encendedor hace maravillas y la luz de la linterna del celular otro tanto.
Me suelto el nudo de la corbata.
Me siento frente a un montón de papeles sueltos, es el borrador de mi novela "Cúter." 
Me rasco la barba.
Me digo a mi mismo que mañana me afeito mientras pienso en ella.
La foto que nos muestra juntos y sonrientes permanece en su sitio, custodiando el desordenado paisaje y digo:
"Maldito seas Pibe Ibarrechea, te estás enamorando de ella."

Tanto el actor de aquella vieja película de Hollywood, como yo, tenemos un plan:
Zafar de las situación.

El actor hace lo suyo siguiendo el guión.
Tiene un director que le explica una y mil veces qué es lo que quiere que haga. El director de fotografía, ajusta planos y luces. Las señoras de los camarines lo maquillan. Su amante fuma apoyada en el marco de la puerta.

Yo no. 
Yo soy algo así como el instinto puro que espera agazapado en una trinchera, mientras arriba se desarrolla una cruel balacera entre la razón y el corazón. 
Mientras tanto, una ex amante lanza prolongadas macumbas y hechicerías innombrables por las redes sociales, en nombre de la justicia divina del despecho y los adioses inesperados.
Batalla de final incierto.

He pensado que, hasta que se me ocurra un plan "b", seguiré  buscando quién venda flores de madrugada para llevarle una rosa, cada vez que amanezca, a la dama que elegí.
La apretaré contra mi cuerpo hasta que lanze un suspiro.
Le diré mil veces que la quiero mientras deambulo en la miel de su piel.
Le diré que me encontrará a su lado, cada vez que me necesite.
Seré sus alegrías, contendré sus tristezas -agregaré-.
Gastaré las tintas de las cintas de las impresoras, escribiendo su nombre en papel de barriletes que romperán los cielos.

En cambio.
El tipo de la película que vi cuando era más que un niño, al final, después de haber conocido las verdaderas intenciones de la mujer que lo contrató, se coloca el sombrero, cruza la calle con una campera de cuero al hombro.
Él sabe que fue estafado en su buena fe.
El sol le da en la cara cuando abre la puerta de su auto.
Enciende un cigarrillo y se va por una calle polvorienta.
Entonces ella se para en la mitad de esa calle, y le grita mientras el viento sacude su vestido.
"¡Maldito seas Mike, regresa!"

Mi heroína, en cambio, no sabrá qué decir.
O si, no lo se.
Mientras yo me alejo caminando por las avenidas y cruzo La Cañada con mi corazoncito envuelto en llamas. 
Quizás ella grite algo así como "¡Maldito seas, vete al infierno ya!"
O quizás diga: 
"No te vayas de mi lado, no me dejes José Antonio, no esta noche."
Mientras sus lágrimas de luz de luna, resbalan misericordiosas hasta la redondez de sus pechos. Mientras aferra con sus puños la solapa de mi campera y se para en la punta de sus pies descalzos.

A ver amigos.
¿Quién sabe con certeza, el guión que me toca en este flor de peliculón?














Ibarrechea
dibujo: Angel BOLIGÁN

JOSÉ LUIS THOMAS: POEMAS

La conciencia que no cesa 
(Poema de mi libro Vocación de noria)

Me pregunto por mí
investigo los pasos hacia atrás donde hay vestigios brumosos
desparramando sus investiduras de arena sobre la huella
que sólo se forma con la forma del deseo

Este hueco este abismo esta atadura
Mordida desdentada que desgarra
Silueta que se yergue impiadosa
Imperantes mandatos llegados desde un fondo
Otro mundo, otra edad
con identidades muertas que me resucitan para ser esta suma
donde restar se vuelve necesidad obsesiva

Porque este que soy
mano abierta y extasiada
cuello apolíneo y rítmico
conjunto de músculos imponentes
son sólo un nudo de átomos asimilados por materiales oficios
incapaces de cubrir la ardorosa desventura del alma
Habitante eterna vibración incesante
Explosión que aventa las cenizas por las grietas
haciendo sonar esos goznes que cierran los recuerdos
sin lograr sepultar los estados de conciencia
que despiertan impiadosos y desnudan los vértices
donde quedé oculto para mi propia mirada
Pero aquí estoy, los ojos están mirando
por mi alma alguna revelación me hace voltear la cabeza

cerrar el párpado.


ANGY 
(Poema de mi libro Vocación de noria)

Una melancólica mano con olor a jazmín del cabo
Una sombra sedienta que se recuesta a mi lado
Tu cuerpo
tu sombra, tu forma grande y precisa
La certeza de tu ser ahí
en la noche ojerosa mezclado con todas las lujurias
puntual y cierto, aunque muchos otros quieran penetrar y romper
el secreto de ese yo y el mío aquí y ahora
Tu fina elegancia cae en medio de mi plexo
Y  me socavas

Diligente lámpara que se enciende siempre
Porque sos vos único e irrepetible absoluto y perfecto
arrebatando a las sombras una porción más de tierra virgen
para los dos
Convocados por sembradíos de alabastros estelares
por ángeles multicolores y custodios
para el juego de los cuerpos en los cuerpos y en las almas
con los auspicios de tiempo formulando goces

Poseído el día y confiscada la noche
las boreales crestas no interfieren nuestro abrazo invisible
hasta las últimas luces
Los lujos de espirituales cavaduras se descubren en ardiente
despliegue
El indiscutible ser del amor
sufragado en un reelección permanente
como un mascarón de proa que abre surcos
en tranquilas aguas
y atraviesa sorpresivas tempestades
sin volcar la nave sin quebrar los mástiles

Supremos santos y profanos siempre.


La permanencia 
(De mi libro Vocación de noria)

Nada se ha perdido de todo lo que fui,
El pasado es una mentira grande,
un recurso de la mente para no caer
en hondas galerías penumbrosas,
donde monstruos repentizados
por un filtro de luz impredecible,
se asoman para asustarme.

NO. El pasado con sus voces y gritos lanzados no puede
haberse esfumado por la magia del olvido. No es suficiente
no comprender para borrar y matar o esconder en baúles cerrados
por mil candados, cuyas llaves son tragadas por peces que se tragan
otros peces, en el fondo de algún mar de algas corrosivas.

No es así como se cree. Nada ha pasado todavía.
No es el reloj el que marca los sudarios
No hay que llorar sobre los soles que yacen en la memoria
ni vociferar por los actos en sepia que me muestra el presente
devorado por sí mismo.

Aún están aquí los pasos briosos recorriendo las aulas y salones
de mosaico desteñido, en los que enjambré mieles deleitosas y
lágrimas oxigenadas.
No ha desaparecido la cama de mis padres, que en las noches
de angustia y miedo, buscaba en la oscuridad, para dormirme finalmente,
entre esos cuerpos que imponían respeto a mis fantasmas.
Ni han desaparecido los juegos en el largo patio de la casa
con mi hermana.
Ni siquiera se ha transformado mi soledad
Aquella con la que me dejaba transcurrir por horas.
Nada falta.
Ni las navidades con mi árbol luminoso y mi pesebre en el
rincón de la sala.
Las tías los primos. La abuela materna y el recuerdo de los otros
abuelos que no conocí.
Cada vez descubro algo más que suena con los mismos sonidos.
y  rondan mi nariz aquellos mismos olores
con sabor a puchero con choclos y primaveras con jazmines.
Las calles de mi pueblo ahora, son las mismas de mi pueblo entonces
Aunque haya cambiado.
El cementerio donde no está mi padre tiene más habitantes.
En la casa de al lado de la escuela, la misma
estrella federal  me produce los mismos escozores de placer.
La iglesia. La plaza con sus cuatro glorietas
y  el perfume lila de las glicinas.
Mis primeros amores desfilan a veces con la misma tersura
Los albores sexuales con este fuego que aún me enciende.
Y en la misma conciencia de entonces sólo llenos casilleros

En el espacio todo se conserva intacto
y  vuelve a mí cada vez que soy en cada soplo de ser que expongo al viento.












Autor: José Luis THOMAS
Poemas publicados en mi libro "Vocación de noria" de 1992 - 
Faja de Honor de SADE  Bs. As.

VÍDEO: LAS GUAPAS


Actrices: Rocío Jiménez y Mely Almada


DiceelWalter: Hola Rocío..! aparte de ser la dueña de la idea de la presentación que hiciste en la Feria del libro del año 2013 en la Ciudad de Córdoba, y para "La Bandada" ¿tienes otros vídeos para mostrar?

Rocío Jiménez: Hola Walter ¡qué sorpresa! No, en realidad, nunca había pensado en eso. Esperaba hacer un buen papel, divertirme, disfrutar.

DeW: Pensé, creí, imaginé que al ser tan "guapas" las dos tenían más vídeos.

R.J : No... lamento no tener más vídeos, pero creo que para alguna próxima presentación, intentaré que se hagan las grabaciones ...

DeW: ¿Qué te dejó esa experiencia?

R.J: Es tan lindo tener esos recuerdos, quisimos darle un cierre que sintetice en el lenguaje del cuerpo lo que hacen ustedes, que se matan escribiendo y estar ahí en ése espacio cultural tan importante que tiene Córdoba, me emocionó.

DeW: ¿Lo volverías a hacer?

R.J: ¡Sí! Claro expresarme así. siempre.

DeW: Te cuento, estas pequeñas palabras serán publicadas en el blog.

R.J: ¡Qué bueno! Y es bueno que te lean tantas personas, me parece genial.

DeW: Gracias Rocío

R.J: Gracias a vos, estoy un poco alejada de todo eso y esto es un incentivo.

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DiceelWalter: Qué te dejó la experiencia de haber actuado con Rocío Jiménez en el Stand de "La Bandada" de la Feria del Libro de Córdoba?

Mely Almada: Aprendí que se puede expresar con el cuerpo.
Con el movimiento del cuerpo se pueden decir muchas cosas, y eso que era nuestra primer experiencia juntas con Rocío.

DeW: ¡Qué sensación sentiste?

M.A: Que dejaba un mensaje desde lo corporal, desde el silencio, a través de lo gestual.

DeW: Digamos que te gustó.

M.A: ¡Sí! Porque fue una experiencia loable que realmente disfruté, la vivencia de haber hecho algo bonito, me puso bien, muy bien.

DeW: Te mando un beso.

M.A: Otro para vos.













Rocío Jiménez & Mely Almada
              "Las Guapas"
Mini reportaje: DeW