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viernes, 9 de mayo de 2014

DICE EL WALTER (1)

HOLA, CORAZÓN

Para entrar al viejo hospital de los muchachos solos, te sientan en una silla de ruedas, después te pasan a una camilla y te empujan bajo los tubos de luz colgados en los pasillos.


No dejes de divertirte, pibe.

En el viejo hospital de los muchachos solos, te dicen que te van a hacer unos estudios y te acuestan en otra camilla, y en otra, y en otra.

A eso ya lo viviste, pibe.

De la puerta para afuera, pibe, la vida sigue viviendo su vida. De la puerta para adentro, vos miras con asombro los monitores que marcan tus pulsaciones.

Allá al fondo de la sala donde te pones a recordar tu dulce infancia, los integrantes del consejo de sabios de guardapolvo blanco, analizan tu futuro. Los tipos leen los metros de análisis estampados en papel y observan con demasiado interés algunas placas.

En el viejo hospital de los muchachos solos, vos te ves niño corriendo por el patio de la casa de tus padres y te duermes silenciosamente.

Plinio se sienta tu lado y te habla en Portugués, él te dice que debes salir de ésta para contar un cuento que a él le contaron sus abuelos y que dice que los abuelos de sus abuelos una vez caminaban por las blancas arenas de las playas de Brasil y creyeron reconocer en un tronco que trajo el mar, al árbol que estaba en la casa de tío Mambuto en el África y que seguramente el África estaba cerca y que si hacían algo para otear el horizonte seguramente podrían ver al tío Mambuto  juntando los animales en el corral.

Plinio hace gestos y salta como dicen que saltaban los abuelos de sus abuelos para ver más allá del horizonte pero por más esfuerzos que hacían no podían ver nada más que olas, y te dice, pibe, que fue entonces el preto Bwany al que se le ocurrió esa cosa de hacer una pirámide humana donde los más grandes y fuertes quedaban abajo y el más chiquito de todos sería el último en trepar y subir y tener el privilegio de ver al tío Mambuto juntando los animales en el corral, lejos de las leonas

Plinio te dice que el método empleado por ellos fue el siguiente: hicieron una larga fila entre hombres y mujeres para comparar el peso y la altura y así llegaron a la conclusión, luego de largas y cansadoras prácticas que el privilegiado para llegar a lo más alto sería sin duda, Alcy magrinho.

Por eso, esperaron un día de cielo claro y sin nubes para hacer la pirámide humana y todos fueron trepando, uno encima de otro y que al llegar la noche, te tocó el turno a Alcy magrinho y que entre todos lo fueron subiendo y que Alcy magrinho dijo que no podía ver nada porque ya era de noche y que seguramente si podía ver hasta África, el tío Mambuto ya estaría durmiendo al lado de su lanza cazadora.

Pero aconteció algo inesperado -Plinio parece entristecer en esta parte de su relato-. Dice que los hombres y mujeres que estaban abajo sienten el cansancio y que por eso, sus piernas flaquearon y empezaron a caer y que la pirámide humana se desmoronó y quedaron todos tendidos en la blanca arena de la playa mirando hacia el cielo y que entristecidos, vieron que Alcy magrinho quedó colgado de los brazos de la Luna de verano.

Entonces vos despiertas y Plinio no está a tu lado y cuentas los tubos colgados del techo de los pasillos y son dieciséis según tus cálculos mientras te llevan de un lugar a otro y el numerólogo que llevas dentro te dice que dieciséis en quiniela es el anillo y que tu mamá se fue de este mundo un día dieciséis y que tu papá se fue un día dieciséis y a vos te metieron en la unidad de terapia intensiva un día dieciséis. 
El anillo, pibe.

Y el consejo de sabios te muestra un monitor donde se ve algo así como una pelota de trapo que resiste como un tambor de guerra y vos le dices simplemente: hola corazón...



RECURRENCIA


Me bajo del auto de marca alemana con mi amante y subo a mi otro auto de marca Italiana con mi pareja y me bajo de nuevo solo jubilado y divorciado y subo a otro modelo del auto de marca Italiana esta vez con otra pareja y me bajo de ese auto para subir de nuevo solo, a otro auto de marca francesa con otra amiga con derechos y de nuevo subo a un auto de marca alemana con mi futura ex y otra vez a un auto de marca Italiana con mis hijos y no me acuerdo quién y juego al fútbol y pongo música y todos a mi alrededor bailan y de allí subo a mi bicicleta rodado veintiocho y pedaleo entre amigas de la secundaria y las dejo a todas por mi otra bicicleta más pequeña de la primaria y subo al triciclo y pedaleo por la vereda hasta donde está mi mamá, que me alcanza y que me abraza y que me besa porque aprendí a caminar. 


Soy aquel niño otra vez. 
Y lloro.
Lloro cuando a ella, a mi madre que descansa en las aguas
de su tumba que la guardan, le arrojo una flor.
Y le pido y le cuento y le canto y le prometo y le digo que la quiero y que la extraño, y que sepa, que le doy las gracias.

Todo en un ensordecedor silencio que atraviesa mi alma.
Entonces, ella me vuelve a empujar y vuelvo a pedalear.
Y ahí voy, para empezar de nuevo.
Ahí voy.


EL BRILLO DE TUS OJOS

Quiero que conozcas las cosas que me emocionan.
Por ejemplo:
Recordarte caminando, corriendo, sentada, parada, acostada, trabajando, bailando, descansando, soñando, amando, saltando, riendo, pensando, llorando...

Y cuando mantienes tus largos silencios.
 Tus silencios me emocionan.
 Como el brillo de tus ojos.

 Algunas otras cosas que debieras conocer.
 No vale que nos besemos a escondidas. No.
 A la vista de todos es mucho más emocionante.

Darte el beso de las buenas noches,
Eso es algo que me apasiona.
A ver si lo entiendes, es fascinante.

Y otra cosa, ya tienes alas, volemos juntos.
Por ejemplo:
Aquellos que vuelan tomados de las manos, son los que conforman la larga lista de los predestinados a llegar a ocupar un lugar en el cielo de los libres.

Entonces, no vale volar separados. No.
Para eso y mientras tomas impulso para dar el gran salto, debes estar concentrada.
Verás que es emocionante.

Quiero también, que tengas en cuenta los siguientes detalles.
Antes de apagar la luz, revisa siempre debajo de la cama y hasta adentro de los placares.
Luego reza así:
"Ángel de la Guarda / dulce compañía / no te me separes / ni de noche / ni de día / Si te me separas / que será de mi / Ángel de la Guarda / reza también por mí.

Sino te duermes, ten a mano una canción como esta, que puedes cantar en voz baja o tapada hasta la cabeza.
"La farolera tropezó / y en la calle se cayó / y al pasar por un cuartel / se enamoró de un coronel / levanten la barrera / para que pase la farolera / de la puerta del sol / suba a una escalera / y encienda un farol / A la medianoche  / me puse a contar / y todas las cuentas / me salieron mal / Que dos y dos son cuatro / cuatro y dos son seis / seis y dos son ocho / y ocho dieciséis / y ocho veinticuatro / y ocho treinta y dos./ Mi niña bonita / me arrodillo en Vos./

Bueno, sino da resultado, entonces piensa en mí.
Porque yo, al pensarte aquí conmigo, siento abrazarte, y contenerte.
A ver si lo entiendes, es alucinante.

Indescriptible, diría.
Porque son esos momentos en que mi felicidad, puede verse desde el cielo,
ó desde el lado oscuro de la Luna.
Y hasta un poco más allá, si te atreves.

Piensa en mí.
Que sin ataduras ni remordimientos, miro a mi alrededor procurando algunos resplandores.
Por ejemplo:
En las estrellas Pléyades y en las Antares.
En el fuego del encendedor y en la brasita de mi Marlboro.
En las luces de los semáforos y en la luz de giro de los automóviles.
En la risa escandalosa de los niños y en la defensa vehemente de los inocentes.
En los fuegos artificiales y en la luz alta de los bichitos de luz.
En aquellos abrazos y en otras luces que me emocionan.
Como el brillo de tus ojos.

¡El brillo de tus ojos!
Eso sí que es emocionante, señora.



FOTOGRAFÍA

Miremos esta fotografía.
Pero la miremos de atrás hacia adelante, dejemos el primer plano para el final.
Como acostumbramos a recordar.
Como si estuviésemos memorizando, con un dejo de nostalgias rumorosas.

Esta fotografía es de color sepia y les pido que presten atención a los detalles que podamos observar.

La pared del fondo, por ejemplo.
Es de color crema claro y el cielorraso se ve más claro aún pues es de color blanco.
Hay un cuadro grande colgado en la pared. Ese cuadro tenía un marco de madera, que contenía una lámina imitación con un hermoso dibujo de un florero con girasoles, creo. A pesar de la mala calidad, el colorido que tenía, ambientaba muy bien la pared y le daba algo así como un toque de buen gusto.
Luego se ve una puerta, por ella se podía salir hacia otras dependencias de la casa y más hacia la izquierda, hay una ventana sin cortinas.

Ahora venimos nosotros, las personas que estábamos allí. y que no dejamos ver los otros muebles.

Pero de nosotros hablaremos después.

Prestemos atención a la mesa.

En la mesa que rodeamos entre todos, hay un montón de cosas, como verán la misma es ovalada. Está cubierta con un grueso mantel bordado con hilos, a la usanza, que yo no sé bien como describirlos.
Probablemente, si le preguntasen a ella, sabría contarles mejor, pues a eso, ella le daba más atención que a otras cosas.
Pero miren, hay varias botellas de vino fino y de champán, copas y algunos platos con resto de comida.
El menú fue variado en esa cena.
Comprendía desde fiambres, quesos, pizzetas, pollo, carne, helados y masas finas.
Todo abundante para una simple reunión de amigos.

A alguien se le ocurrió lo de esta fotografía.

Ahora, pensándolo bien, creo que no era el momento para tomarla, pues como verán, todos estaban absortos mirándola a ella, que se había puesto de pié para hablarnos y que al final, lanzara aquella frase inesperada, cargada de una relevante insensatez, que nos fue llevando a un desconcierto casi inocente de la situación planteada.

No habíamos puesto música.

Nos parecía que era mejor así y conseguimos con eso, prestarnos una mayor atención, sin incurrir en suficientes distracciones.

Ahora, como pueden ver, los que estamos alrededor de la mesa, somos siete.

Para presentarlos, voy a iniciar un recorrido anti horario, de derecha hacia la izquierda.

Este es Gabriel.

Antes de la foto habló pormenorizadamente de la situación política del país, dando su particular punto de vista del gobierno nacional y populista, como se hacía llamar.
Cuando ella acertó a pararse para hablar, Gabriel dejó la copa de champán en la mesa, como pueden ver. La mira fijamente, como buscando en las frases que ella pronuncia, algún indicio.

Mateo es el que sigue.

Apreciamos que acaba de dejar, por la posición de las manos, una botella en la mesa.
Casi toda la cena, Mateo habló de fútbol y se mostró muy interesado en la política y en mis cuentos de "Peremerimbé", insistiéndome también en que quería  saber algo más sobre "Cúter" mi personaje que obraba de asesino serial.
Igual que los demás, sale en la fotografía mirándola atentamente, como procurando en las palabras de ella, alguna señal.

Ahora vemos una silla vacía.

Allí estaba Magdalena, que se levantó a tomar la foto, lo hizo segundos antes que ella se pusiese de pié, y me siguió con la mirada, como toda la noche, quizás Magdalena recordaba nuestro pasado.
Habló poco, se reía nerviosa y afirmaba siempre con la cabeza, las otras conversaciones.

La que sigue es Mónica.

La dueña de la casa, vemos que tiene una taza de te entre sus manos y parece mirarla de reojo a ella, en una actitud examinadora, como buscando en cada manifestación, interponer su opinión. Pero permaneció callada, sin esgrimir conceptos y con una clara candidez en su rostro, registrando el discurso, buscando algún signo.

A su lado está Perla.

Perla y ella fueron las más locuaces de la noche, ayudaron siempre a Mónica con la comida, cambiaron los platos, intercambiaron comentarios de sus vidas y de la actualidad, rozando temas alegres y riéndose por todo. Perla algo sabía del asunto.
Y aparece en la foto adoptando una posición expectante, como para precisar sus sospechas. Con los brazos cruzados.

Semi tapada está Berenice.

Berenice se había alegrado al verme. No sabía que ella estaba conmigo y su presencia esa noche debió sorprenderla, quizás porque pensaba que la visita perturbadora de Magadalena y mi inscontancia en esos asuntos, marcaría algún reinicio en la relación antigua, frustrada tantas veces.
Berenice había permanecido esa noche registrando cada detalle y ahora, mientras ella hablaba, aparece en la foto como exasperada, escudriñándola.

Segundos antes que Magdalena se ofreciera a tomar la fotografía, ella se puso de pié. Estaba vestida con esmero y prolijidad.

Ella es la que sigue ahora.

Cuando comenzó a hablar, todos hicimos silencio para escucharla.
Ensayó un gesto tierno y conmovedor que aún hoy recuerdo.
Apoyó su mano derecha en mi hombro.
Como puede verse, y con la izquierda entrelazó los dedos de mi mano derecha, que yo cruzo como bandolera sobre mi pecho.
¿Lo ven?
Y ella habló con claridad, aún con algunos momentos de tartamudez nerviosa, sin gesticular.

Un segundo antes del disparo, yo bajo la cabeza buscando los dibujos de las baldosas.

Entonces, éste soy yo.

En primer plano.
Tengo un traje de saco cruzado y pantalón de corte italiano color tabaco, medias claras y zapatos de cuero color marrón. Mi mano izquierda está apoyada en la mesa, mi mano derecha toma una de las suyas, mis ojos están cerrados, había cruzado mis piernas, y si se fijan bien, si observan con detenimiento en mi cara, que está algo inclinada hacia abajo, notarán que hay un detalle.

Que la mismísima Magdalena toma al apretar el disparador.

¡Clic!

El flash impertinente muestra un punto luminoso en mi mejilla.

¿Ven?
Observen con atención.
¡Aquí, miren!
Es una lágrima.
¿Vieron?
Es una lágrima. Solitaria y triste.
Apenas eso.
Apenas eso.
















Copyright 2012/2013 
José Antonio Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com
Hasta la próxima entrega.

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