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viernes, 2 de mayo de 2014

A LOS TRABAJADORES



Por muchas vueltas que le demos, trabajar, a la final, es entregar cada día un pedazo de nuestra vida a cambio de una "guita" o de algo que no permita subsistir.

Hace un rato pensaba en mis viejos, y en las horas de cada jornada que acabaron sumando décadas de su existencia que ellos dieron para que mis hermanos y yo pudiésemos alimentarnos, vestirnos, estudiar, tener una bicicleta, una pelota, una pandorga, una alegría, un amanecer que siempre olía a esperanza recién almidonada.


Pienso en las veces que ello volvían hechos "bolsa" para cumplir con nosotros, para mantener prendido el fuego de la ilusión de que nuestra vida fuera mejor que la de ellos, pienso en las infinitas madrugadas en que habrán querido que el mundo fuera distinto y no era, y entonce s tenían que apagar nomás el despertador y levantarse para meterse otra vez en esa rueda de hámster de sus oficinas y dar puntualmente sus rebanadas de vida.

Pienso en todos lo que cada día salen a entregar esa tajada de aliento y de sangre, en los que son explotados pero aprietan los sueños fuerte como si fuera el manubrio de un mañana nuevo, en los que luchan por cambiar las cosas por ellos y sus compañeros, en los que no luchan y van sintiendo cómo se les dobla la espalda porque piensan que "hací nomá é la cosa," en los que se mueren como escarabajo y enseguida el viento les lleva su nombre dando vuelta hasta el olvido, en los que ni mueren ni se les quiebra la espalda pero se dan cuenta que hay algo raro en eso de tener que mirarle a sus hijitos durmiendo ante de cerrar la puerta e irse a meter la tarjeta en el reloj de la picadora de carne.

Pienso en lo que laburan y dejan una parte de la vida para el patrón y otra parte de la vida para el prójimo que le necesita. En el maestro que enseña queriendo, en el enfermero que calma sintiendo, en el albañil que arregla con toda la gana de que ese techo dure para siempre. Aunque el maestro vuelba a la casa y falte para el "morfi," aunque el enfermero "labure" en condiciones de mierda, aunque el albañil viva bajo un cielo de cartón.

Pienso, en definitiva vamos a decir, en los que entregan su cacho cotidiano de vida por un solo motivo: por amor. Amor a alguien, a algo, a una idea de lo que sienten que debiera ser este viaje tan misterioso a bordo de un planeta de locos.

Feliz día amigas y amigos, vamos a decir.

Chuñi Benite
acsión ñerética Resistencia
www.angaunoticias.com

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