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viernes, 25 de abril de 2014

RELATOS SELECCIONADOS POR EL AUTOR

MI MAMÁ ME MIMA

    Las cenizas de mi madre se fueron diluyendo en la laguna Setúbal, cerca del puente Colgante, en Santa Fe, tal cual como ella quería y se hizo así su voluntad.


    Adivinen quién lloraba en un prolongado silencio mientras miraba el movimiento del agua y los piés se le hundían en el barro de la orilla.

    Mi mamá había sufrido por años las calamidades de una artritis reumatoidea que la agotó completamente y que antes de entrar a la sala de Terapia Intensiva por su corazoncito exhausto, y empezar a recorrer la larga escalera que la llevó hasta el Cielo arrastrando sus bondades, me tomó de la mano y me lanzó una tierna despedida.

    Mucho tiempo antes, en aquella época en que ella era la flaca más bonita y elegante que anduviese por el pueblo donde nací, en la época en que su cabello le caía en largos rizos hasta la mitad de la espalda y sus ojos te miraban y te desarmaban ché, con ese pestañear tan dulce que tenía, mi viejo orgulloso, se valió de un generoso clavo de acero de dos pulgadas, para incrustarlo en la pared de ladrillos a puros martillazos, para colgar allí, el enorme diploma de modista que mi mamá ostentaba.

    Entonces, en aquella misma época, yo me trepaba a las sillas de madera, apoyaba los brazos en la mesa y la cara sobre mis manos para verla trabajar.

   Ella ponía el molde sobre la tela, y con la tiza y las tijeras le daba forma al vestido de moda que le encargaban, y que luego hilvanaba prolijamente, y finalmente, en la máquina de coser "Singer" hacía ese sueño una hermosa realidad. Una belleza.

    Por las siestas, mi mamá, la señora Orietta, leía con avidez la revista "Vosotras" y suspiraba con las novelas de Corín Tellado.
    - Ahá! pibe del Pasen y Vean, ahora sabes porqué te llamas Ricardo-.

    Por la noche los dos escuchábamos la radio.
    A veces bailábamos entre le living y el comedor, las canciones que después de la señal que las emisoras lanzaban al aire y que con voz metálica anunciaban aquellos locutores en sus programas.

    A mi mamá le gustaba escuchar a Agustín Magaldi, Antonio Tormo, Tránsito Cocomarola, Cuco Sánchez, Tarragó Ros (padre) y un montón más.

    A mi mamá le gustaba sorprenderme con meriendas asombrosas cuando volvía de mi escuela.
    Te con scones.
    Leche chocolatada con bizcochuelo.
    Arroz con leche con jugo "Royalina" o una "Teem" o una "Bidú" o una "Crush."
    Café con leche y pan casero.
    Tortas fritas con mate cocido.
    Hasta hacía con sus hábiles manos, enormes cucuruchos de papel que rellenaba con el rico maíz piscingallo. El pororó .
Una Delicia.

    Cuando llovía nos sentábamos en la galería de casa, para sentir el aroma de la tierra mojada. Díganme señoras y señores, si eso no es poesía.

    Cuando hacía frío, ella me abrigaba.
    Cuando hacía calor, ella me daba algo fresco.
    Cuando tenía fiebre, ella me llevaba al médico.
    Cuando empezaron las clases, ella me llevó a la escuela.
    Cuando hizo falta, ella me llevó al hospital para que me vacunen.
    Y hasta me hizo un trajecito de Granadero Soldado Heroico, para que gritase que moría contento porque habíamos vencido al enemigo, en una memorable actuación escolar.
Unas bondades.

    Bondades que sólo las madres nos pueden brindar.
   A mi me soltó de a poquito las manos, cuando logré un sorprendente equilibrio, y mi bicicleta siguió su rumbo con vuelo propio, por las callecitas de la ciudad de Deán Funes, mientras yo seguía pedaleando en contra del viento y aferrado al manubrio.

    Ahora mismo, me parece sentir su presencia atrás mío, guiándome en cada uno de mis emprendimientos y seguramente, si me doy vuelta y la veo secándose las manos en su delantal, la estrecharía en mi más cálido abrazo.
O me dejo sacudir con un tremendo reto de los suyos por desobediente.

    Recordar a mi mamá Orietta, es pura poesía.
    Escribir sobre ella, es emocionante.

    Les cuento que mi "vieja" era Chaqueña, nacida bajo el signo de Aries, en la Ciudad de Resistencia. Que era una diosa esplendorosa bailando chamamés. 
Una imagen preciosa haciendo malabares en la cocina.
Experimentada tejedora de sueños y proyectos multicolores con sus ovillos de lana, que terminaban en estupendos pullóveres o magnícos entramados de nuestras mantas.
    Díganme si eso no es poesía.

    A veces viajo hasta la ciudad de Santa Fe para hundir los pies en el barro de las orillas de la laguna Setúbal, y desde allí, le arrojo una flor a esas aguas marrones donde eligió descansar.

  A veces paso por los puentes sobre el río Colastiné, y antes de meterme en el melancólico túnel subfluvial, siento un fuerte tirón de orejas. Seguramente, por esta vida de bohemio y aventurero que vivo.
   ¿Acaso eso no es poesía?

    Hablemos de poesía.

    Mi primer verso lleno de amor,
    el más emocionante,
    el más puro y sincero que haya escrito,
    se llama...
    "Mi mamá me mima."

DISTANCIA

Te regalo mi mejor sonrisa

te platico como un poeta, quisiera
para decirte te quiero
(te lo digo)
y varias veces, como me oyeras,
pero vos solamente sonríes,
para hacerme feliz.

Te regalo ésta y mil flores,
te canto la canción que quieras,
para alegrar a todas tus estrellas
(caídas del cielo)
y al arco iris de tu cabello
pero vos solamente sonríes,
para hacerme feliz.

Me basta tu sonrisa,
me alcanza tu voz la brisa,
de repente me quieres
(según me dices)
y es la distancia la que nos une
pero vos solamente sonríes,
para hacerme feliz.

Me aceptas pero te escondes,
me hablas pero no me oyes
de repente me acaricias
(sin un roce)
y la vida que se nos va y no vuelve 
pero vos solamente sonríes,
para hacerme feliz.


PLEGARIA DE PESCADOR

Bajo este cielo que hoy nos toca "prá viver," voy a buscar a mi amigo el pretinho.
Entonces el Baiano acorda de su sueño reparador.


¿Qué te deparan los dioses en éste dia, Baiano?
Él eleva sus plegarias a Iemanjá y a Xangó.

Enciende las ramas secas en su fogao.
El aroma del café invade su humilde vivienda de madera, observa las lagartijas trepando las paredes de madera, y una vez más me dice que si tiene buena pesca la va a pintar.
Se ríe, y sus dientes blancos parecen estallar.

Se abriga despacio el Baiano, con remera, con pullover, con el pantalón hasta las rodillas, con el sombrero de paja, que solo se quita para orar y para descansar y al salir, sin dejar de cantar, se calza las sandalias que deja siempre en la puerta y empezamos a caminar, lleva en sus manos la caña de pescar, la canasta, la cuchilla, los anzuelos y ése aura que llevan los hombres que viven del mar.

¿Qué te deparan los dioses en éste dia, Baiano?
Él eleva sus plegarias a Iemanjá y a Xangó.

Mira el agua, parece que le quisiera hablar, hasta que encuentra un lugar, clava las rodillas en la arena, se quita lentamente el sombrero, eleva su vista al cielo que ya empieza a clarear, las nubes se dibujan en colores y el viento suave le cuenta secretos que el guardará, entonces abre sus brazos el baiano y empieza a orar.

Luego se pone de pié lentamente, "Oh, olha que vou fazer agora, sinhó Gringo" me dice el Baiano mientras me enseña a pescar y toma la caña en sus manos, arquea el cuerpo hacia atrás, se impulsa hacia adelante y el plomo toma vuelo y allá va, rompiendo la bruma, en el aire va, sediento junto a los anzuelos van, y con ellos también veo volar, a las frágiles esperanzas, a las firmes promesas y a los inalcanzables sueños de mi amigo Baiano.

Entonces, cuando ya amanece y bajo este cielo que hoy nos toca "prá viver," mas allá, de su majestuoso vuelo, el plomo y los anzuelos, se sumergen en el mar.

Qué te deparan los dioses en éste dia Baiano?
Él eleva sus plegarias a Iemanjá y a Xangó.


LEVANTA CADÁVERES

Eran unos pobres diablos temerosos, señalados ante  toda adversidad, que al final, aceptaron aquel trabajo.


A los tipos los enfundaron en mamelucos color naranja que los cubrían de los cuellos hasta los tobillos y los subieron a la parte trasera de una camioneta blanca.

El sol les daba de lleno en la ruta y cada tanto, tenían que bajar, inspeccionaban el animal, juntaban sus partes, lo embolsaban en oscuros sacos de plástico y lo depositaban en el mismo lugar donde viajaban.

Así, por cuatro horas de mañana y por cuatro horas en la siesta.

Al final, en una zanja, arrojaban todas las bolsas del día, las rociaban con gasolina y les prendían fuego.

Los encontré a eso de las siete de la tarde, me acerqué hacia ellos, observé sus ojos rojos de desencantos y miserias y cuando sintieron mi presencia, sin decirme una palabra, me alcanzaron un trago de cachaça a cambio de algunos cigarrillos.
-¿"tudo bem"?

El aroma del tabaco, mitigaba el tufo mortuorio de sus ropas.
-"Tudo"

Al otro día, los turistas recorrerían la ruta limpia y luego de pocas horas, llegarían al mar, sin contratiempos.


TODOS VIENEN AL CAFÉ DE RICK'S

Yo quería que el muchachito de la película se quede con la chica que estaba buenaza.

El Muchachito se llamaba Humprey Bogart
Humphrey Bogart en la película "Casablanca" se llamaba Rick Blaine.
La chica de mis sueños que estaba buenaza se llamaba Ingrid Bergman.
Ingrid Bergman en la película "Casablanca" se llamaba Ilsa Lund.
¿Qué cosa no?

La película que me gustaría volver a ver antes de morirme se llama "Casablanca."
No se porqué.
Pero está basada en la obra teatral "Todos vienen al café de Rick's" de un tal Murray Burnet y Joan Alison, donde Rick, debe elegir (¿Porqué siempre hay que elegir?) Entre el amor y decidir hacer lo correcto. Como si amar no fuese correcto.
¿Qué cosa no?

O sea, La mujer de su vida debe escapar junto a su esposo para que este siga su lucha contra los nazis y él, el muchachito de la película, se queda en su Café..."Tócala de nuevo, Sam."
Capotón al que no la vio veintiún veces como yo y que por esa razón, señoras y señores, no se las voy a contar completa.

Dirigida por Michael Curtiz. Producida por Hal Wallis. 
Guión de Julius Epstein, Philips Eptein, Koch y Robinson. Y la música de Max Steiner. 
Los jugadores que salieron a la cancha son:
Humprey Bogart, Ingrid Bergman, Paul henreid, Claude Raims, Conrad Veidt, Sidney Greenstreet, Peter Lorre, S.K.Sakall, Madeleine le Beau, Dooley Wilson, Joy Page, John Qualen, Leonid Kinskey y Curt Bois.

Yo me retorcía eufórico en la butaca del cine mientras miraba este peliculón, me masticaba las uñas, masticaba chicle, comía garrapiñada, me enamoraba, me peinaba con Glostora, me despeinaba, se  me ponían los pelos de punta, me lustraba los zapatos en el pantalón, me deslustraba, no me importaba que afuera lloviese, ni las noticias de los diarios, ni cómo iba el partido de fútbol del domingo. El mundo se detenía.
"Es un buen comienzo para una gran amistad" le dice Bogart a Raims.
Los créditos decían The End y yo, ya hacía fila para pagar nuevamente la entrada.
¿Saben porqué?

Yo quería que el muchachito de la película se quede con la chica que estaba buenaza. 
Setenta años después del estreno, ¿Le pueden cambiar el final?
















Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

4 comentarios:

  1. A ésto se le llama "Poner cualquier cosa"

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  2. El mejor homenaje que un hijo le puede hacer a una mamá. Emotivo "mi mamá me mima" Susana.

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  3. Hermosos relatos. María Eugenia Romero

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