¿Dónde se registran los descubrimientos?
Tengo uno que causará revuelo, pero comenzaré desde el principio
para que entiendas mi apuro.
Un día, luego de muchas anormalidades que noté en mis
alrededores, con lupa en mano, investigué cual era la causa.
Busqué. Busqué por todas partes aquello que me preocupaba, y lo encontré,
los encontré. Resulta que los encontré, y descubrí que son seres diminutos e incontables.
Te cuento que algunos frecuentaban la puerta de mi casa, como
esperándome, otros dieron un paso más, porque estaban en el paraguero.
Lo terrible fue cuando entré a la cocina. Millares de esas cosas pululaban por todas partes. Estaban en la heladera, parece que son glotones; en la alacena, escondidos tras las cajas de alimentos, entre las ollas, jugando a las escondidas; y por la noche los escuchaba parlotear, hacerse reproches, resoplidos, lanzar risitas y levantar vuelo.
Lo terrible fue cuando entré a la cocina. Millares de esas cosas pululaban por todas partes. Estaban en la heladera, parece que son glotones; en la alacena, escondidos tras las cajas de alimentos, entre las ollas, jugando a las escondidas; y por la noche los escuchaba parlotear, hacerse reproches, resoplidos, lanzar risitas y levantar vuelo.
¡Ah!, me olvidaba… Supongo que las manchas que encontré en
el sofá de mi casa son de su autoría.
Por supuesto que con éste hallazgo quise saber más. No me
preguntes como lo hice, pero mi alma de curiosa se desplegó y aprendí que...
Nosotros, por una cosa u otra a veces nos mudamos. Ellos no,
nunca lo hacen. Es más, se aferran al lugar que eligieron, y tanto que se mimetizan
en alguna lata oxidada, en el botiquín del baño, o en alguna maceta olvidada esperando
a los nuevos habitantes, que ni sus propios pares pueden reconocerlos.
Cuando los dueños llegan,
los hay quienes se hacen los distraídos paseando por los caños del desagüe aunque los más intrépidos, suben y bajan las
escaleras, porque se creen propietarios del lugar.
(Hay un
dato más que me preocupa, y es que estos pequeños engendros se multiplican velozmente.
Sospecho que se cuentan de a cientos).
Lo curioso de mi exhaustiva investigación, es que nosotros
caminamos mirando el suelo, quizás para no tropezarnos, o para buscar algo, o
miramos al frente buscando flechas o señales, o alguna ventana abierta… Ellos
no, caminan mirando el cielo como ubicando estrellas, envueltos en soberbia, y
creyéndose dueños de la ciudad.
Si, dueños de la ciudad, porque en realidad afirman que nosotros, los verdaderos propietarios, somos
los invasores de su espacio.
Son unos auténticos farsantes, diría que hasta molestos e
inoportunos.
¿Dónde se registran los descubrimientos?
Inventé algo para
mandarlos al infierno.
Al Ibarguren
aliciauv@yahoo.com.ar
Copyright 2014
Al Ibarguren
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