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viernes, 3 de enero de 2014

MATILDE

Entonces mi prima Matilde se casaba.
Eso ocurría mientras yo estaba lejos.
Después de un noviazgo de casi cuatro años con Luis Alberto, alias "el panza" un empleado del Banco de la Provincia que entró a trabajar allí por medio de la política, porque él era uno de esos tipos que ponían su esfuerzo durante horas en eso de andar empapelando paredes y postes de luz para el "doctor Juaneda" que se mostraba sonriente con todo el mundo antes de las elecciones y que visitaba casa por casa prometiendo trabajo a los chicos que dejaban la secundaria y a los que estaban estudiando también, y hablaba de que pronto pasaría el ferrocarril nuevamente para llevar las cosechas en los vagones, cuando el mismo partido que él representaba como Intendente, desde hacía ya siete años en el pueblo, por re adecuación de la economía, venía levantando los ramales ferroviarios, y haciendo enriquecer a su flota de camiones fleteros hasta el puerto, y que él decía que no eran de él, sino de un cuñado que tuvo la "suerte"· de heredar una fortuna y que parte de esa fortuna le correspondía a su señora esposa doña María del Carmen, que todos en el pueblo llamaban "La señora" una mujer grande, de físico y de edad, que los memoriosos recuerdan cuando fregaba casas hasta que se hizo embarazar por el hijo del viejo Juaneda, que había sido un próspero panadero y repartidor de pan, que gastó una fortuna y hasta tuvo que vender un terreno baldío para que su hijo, después de nueve años de estudio se recibiera de doctor, mientras él alimentaba a su nuera María del Carmen que comía de una forma insaciable y a su nieto Evaristo, que tomó la teta hasta los tres años y que siempre supo que le pusieron ése nombre para congraciarse con él.

Y como no era un buen médico Marcial Juaneda, pues se comentaba que entrar a su consultorio era como pedir turno en el cementerio, la señora María del Carmen, que revisó uno por uno todos los cajones de los muebles de la casa de don Evaristo su suegro, cuando él murió, y para que no quede ninguna señal de su paso por ahí, ella se quedó con toda la fortuna en joyas y dinero que fue encontrando jarrón por jarrón, estante por estante, valija por valija, bolsillo por bolsillo, hendija por hendija y alacena por alacena, antes de mandarlos a quemar, y de invertir esa plata en pagar un segundo puesto en la lista del "partido político" para su marido devenido en médico desocupado y borrachito, hasta que éste llegó a la Intendencia. 

Eso lo sabía bien todo el pueblo y todo el pueblo le temía a "la señora" pues se decía que había escondido parte de la fortuna en algún lugar del piso de la casa y que con eso le sobraba para pagarle un buen sueldo a ciertos delincuentes conocidos y amigos de toda la vida de su hijo Evaristo "el pequeño", y que merodeaban en la zona para ajusticiar a quienes no votaran a su marido, un viejo que solo leía el manual finamente ilustrado de las buenas y grandes mentiras.

Y el panza Luis Alberto reclutaba gente, que llevaba gente, para que lleven gente a votar.
Entonces dicen que el doctor habló en éstos términos con el gerente del Banco: "Este hombre trabaja aquí a partir de hoy, no me importa si sabe restar o sumar. Me importa que seamos amigos y este trato será parte de nuestra amistad."

Entonces mi prima Matilde se casó con el panza, porque ahora tenía "obra social."
Eso ocurría la noche que hice mi primera guardia como soldado.
Ella, que no votó al partido del "doctor" pero que no decía nada a nadie sobre su postura política, y que sólo le gustaba saber que Luis Alberto soñaba con ser gerente para que después de veinticinco años de trabajo, cuando se jubilase, decía que él le dijo que la iba a llevar a dar una vuelta por el mundo en transatlánticos. 

Y recuerdo aquellos días en que mis padres estaban afligidos porque me había llegado la cédula para presentarme al Distrito Militar correspondiente a la zona y por ende, debía cumplir con el servicio militar obligatorio. Y ellos muy afligidos, decían que al no tener certeza en qué lugar del país debería cumplir con tan honroso deber, que era defender a mi patria, también argumentaban que tampoco podían saber, desgraciadamente, cuando me irían a visitar y cuántas veces al año yo intentaría volver a verlos.

En la comida de mi despedida, recuerdo que tomamos vino tinto con etiquetas brillantes personalizadas del banco, que trajo el "panza con cuernos Luis Alberto," y que mi padre estaba al frente de la parrilla con la carne, tirándome algunos de sus sabios consejos y con aquella calma que lo caracterizaba, mientras mamá preparaba ensaladas, lagrimeando "por culpa de las cebollas," según ella, y sentadas sin ayudar estaban mis otras tías presentes que hablaban de las ausentes y mi tío Cacho decía que "del mismo modo que el séptimo hijo varón se convierte en lobizón, la séptima hija mujer se salva de convertirse en bruja," mientras las observaba apoyado en el limonero de las cuatro estaciones.

Entonces mi prima Matilde, antes de comer me dijo que quería hablar conmigo.
Y me llevó a los empujones hacia mi cuarto y cerró la puerta cuando entramos y me dijo que si yo me acordaba que cuando ella cumplió los quince años y que en plena fiesta yo fui el gracioso que le levantó el vestido para mirar su ropa interior y que ella en vez de enojarse me dio un beso porque yo era apenas un niño de once años y que desde allí siempre tuvimos juegos de tocarnos y mirarnos y esas cosas que hacía la gente grande y que cuando ella dijo que se iba a casar con Luis Alberto, me recordaba que yo me puse como loco pero que después me fui calmando, porque seguíamos con nuestros juegos a escondidas y que ella ahora sabiendo que yo me iba a hacer el servicio militar obligatorio se ponía como una mujer loca, porque seguramente en otro lado yo iba a conocer a alguna mujercita por ahí, y que ahora ella se daba cuenta que nos debíamos "una buena" entre los dos, pero esta vez de verdad, y que iba a darme esa cosa que yo le venía pidiendo, y me dijo que antes que vaya a viajar, que pase por la casa de "la señora" del Intendente, que ella iba a estar allí limpiando, porque los viejos se habían ido de vacaciones al extranjero, porque Evaristo el pequeño, estaba demorado en la aduana por una cuestión de papeles, porque su novio "el panza" iba a estar trabajando y porque además ella tenía las llaves de esa casa.













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PASEN Y VEAN
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Walter Ricardo Quinteros

2 comentarios:

  1. Ja ja ja Esta Matilde !!!! Tenga cuidado con José!!!

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  2. Приятных впечатлений от Жизни :))

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