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viernes, 31 de enero de 2014

IRA



Ahí estás, implacable como siempre, contando mis horas, mis días, mis años. Burlándote cuando llego  enojada o estoy muy seria.

Claro, total  siempre estás impávido, no me has acompañado en mi buen humor, ni aun cuando me eligieron reina en el baile de graduación  del secundario.

Ahí estás, frío y distante cuando estoy angustiada y ves que mis ojos se nublan, mi rostro se humedece,  mis frases tartamudean, y en un mar de llanto te cuento lo que me pasó… ni siquiera eres  mi paño de lágrimas.
Por tu culpa quise ser actriz,   y me mostraste todos mis defectos, te recitaba la letra sin equivocarme ni en un punto y nada parecía conmoverte.
Cuando quise ser maestra y me colocaba el guardapolvo blanco de  mamá,  sacaba una tiza del costurero, y con  ella te señalaba, te retaba, porque no me prestabas atención.

Y cuando también quise ser bailarina, pero no de ballet, ¿recuerdas? … Usaba  aquella ropa negra adherida a mi cuerpo de niña y me  deslizaba por el suelo, y me mirabas, solo eso. Nunca hiciste más que eso. 
Maldito seas, me conoces desde mis moños escoceses y el  flequillo mal cortado, de mis paseos con mi muñeca de porcelana a upa en una mano, en la otra, con frutos de pino que usaba como municiones para jugar a la guerra con los chicos del barrio y ya me ignorabas.
Hasta me ignoraste cuando llegaba con las rodillas raspadas, con mi carita llena de barro y mi mirada feliz.

Hoy soy una mujer que me visto y me despojo de la ropa, me quedo totalmente desnuda, entro al baño y luego salgo envuelta en una toalla blanca -siempre es blanca-, y  con el pelo revuelto y húmedo que cepillo cientos de veces delante de ti. Que te miro con sonrisa intrigante y atrevida, y me insinúo tal vez demasiado,  buscando una respuesta, buscando tu alma.

Ahí estás. Y yo que pienso, a pesar de todo,  que tú sientes lo que yo siento,  que hay  un pájaro en cada uno de nuestros corazones.

No me lastimes más, ladrón de quimeras, objeto infeliz.  No me muestres que el tiempo ha pasado, que mis sueños son utopías, que mis deseos están coartados, que mis esperanzas se han quebrado.

Si un conjuro eres capaz  de hacer, acepta un trato, de una buena vez. Restituye mi juventud ahora, y yo, yo te entregaré mi alma, maldito espejo.











Al Ibarguren
aliciauv@yahoo.com.ar

POEMAS DE SUSANA ZAZZETTI


agosto y niebla.
en la esquina de Méjico y La Rioja
compra vino pan.
a setenta cuadras
andamio y frío.
plomada y ladrillo.
cemento encallando los dedos.

no hay perros en la calle.
no hay viento.
no lame la lluvia su espalda.

sobrevuela
demasiada quietud
para el dolor.

*****

se quedaba inmóvil
la siesta
en la infancia.
quieta sobre el río.
sobre la parra sobre las uvas
quieta.
una avidez de lluvia
desparramaba el viento
sobre mis manos.
era la hora exacta
en que mi cuerpo
ocultaba su sombra
para vaciarse de gritos.

Susana Zazzetti












Colaboración de Susana Zazzetti
para http://diceelwalter.blogspot.com

viernes, 24 de enero de 2014

PATO TRABAJA EN UNA CARNICERÍA



Todo empezó con el chiste que decía 
lo tuyo es mío y lo mío es mío 
no comprendimos que eso sería 
lo que algún día nos heriría 
fueron los días, los días de oro 
y el sol brillaba sin preguntar 
después crecimos y nos fuimos del barrio 
pato trabaja en una carnicería 
tiempos aquellos de los rosedales 
novias de Flores, primeros cigarrillos 
nunca al colegio, siempre la vida 
y las mañanas del sol aquel 
hemos crecido y visto el mundo en los diarios 
el comunismo resultó complicado 
lo tuyo es mío y lo mío es mío 
nos ha llevado a la indiferencia 
tenés excusas, los otros tienen, 
que te mantengan para eso están 
sos el burgués mas corrompido que existe 
y te engañas pensando que sos un hippie 
vos explotas a todos y no das nada 
y eso es ser el peor capitalista 
cuando tenés, te hacés el burro 
vivís de arriba, que asco me das 
vos te reís del mundo y de las personas 
pero querés que el mundo te alimente 
otros te proporcionan lo necesario 
y vos seguís creyendo que es lo corriente 
que inútil sos, que mantenido 
mírate un poco, baja de ahí 
siempre estás en artista y te hacés el genio 
cultivas tu aire ausente y despreocupado 
porque te supergusta hacerte el raro 
y tu fama te tiene muy preocupado 
te haces copar, como engañas 
sos de mentira y no servís. 
pato trabaja en una carnicería 
pato trabaja en una carnicería 
pato trabaja en una carnicería.






Autor e intérprete MORIS
Gentileza YouTube

viernes, 17 de enero de 2014

YVONNE



Todavía ocupo mi vieja casa en el antiguo barrio Alberdi, una casa enorme, casi deshabitada.

En el primer piso hay varias habitaciones, en una de ellas se instaló  un artista que  habla con los cuadros que alguna vez pintó, y los atesora en grupos de a cuatro, contra la pared: un verdadero ermitaño; aunque muy de vez en cuando, cuando nos cruzamos en la cocina, me relata historias inverosímiles, al tiempo que  embriagadores aromas me atormentan. En otra, el tiempo y el abandono hicieron de las suyas porque los techos están derruidos, las paredes descascaradas y los pisos… en peor estado. Excelente guarida de gatos hambrientos y murciélagos invasores, aunque para mí, son mis mascotas.
 Y en la otra duermo yo. A veces en la cama, o en la frialdad de las baldosas, a veces penetro bosques oscuros y me acuesto sobre los colchones de hojas y telas de arañas…Pero  nunca estoy sola, porque los cuadros que aún resisten colgados en la pared, me acompañan.
A mi casa, cualquiera puede entrar. Por la terraza, porque las puertas  son de vidrio, por las ventanas, porque ninguna tiene postigo, por la puerta de entrada, abierta siempre al jardín. Mi jardín. Un jardín con ausencias. Ausencia de horas de guadaña, de flores, de agua…Solo ellos  merodeando como únicos vigías. Ellos y el antiguo cerco de rejas que me alejan de esa gente que pasa por la vereda. Gente que no habla, que no me miran, que no me buscan, ni siquiera preguntan.
Solo los veo gesticular quejándose con los otros, como si hubieran olvidado que aquí entre estas paredes, bailaban comían, reían y disfrutaban de mis bondades económicas.
¡Maldito cáncer!
Todavía ocupo mi casa enorme llena de recuerdos que deambulan como yo, mientras las máquinas que van a demolerla, esperan la orden. 

Al Ibarguren
Copyright 2014
aliciauv@yahoo.com.ar

EL PONCHO

El poncho


Tras la entrega de diplomas y, todavía embriagados de cantos alusivos, nos reunimos en el ‘boliche’ de enfrente; por lo bajo convinieron que “ni palabra a la gordi.”
Justo a la gorda, madre adoptiva de todo el grupo, justo a ella que no se escapaba ni un suspiro (y, menos, los suspiros); pero, por esta vez, confabulación en marcha, quedó fuera de la ronda de gaseosas y opiniones sobre como festejarle “dignamente” su orondo cumple.
A la vez, queríamos matar un segundo pájaro con la misma fiesta y despedir el año, la secundaria, los delantales y, sobretodo, al conjunto folklórico del establecimiento, cuando nos fuéramos no habría nadie que lo continuara.
Este conjunto folklórico era nuestro orgullo porque lo habíamos formado voluntariamente y de forma independiente, sin profesores de por medio; también lo era para nuestra escuela, ya que fue el único en representarla en televisión.
El asunto que nos ocupaba ahora era hacer una buena fiesta de broche final:
-“Que sea con empanadas y vino, de un grupo autóctono no cabe otra.”
-“Claro, las mujercitas al repulgue y la cocina y los zánganos botellita en mano… ¡Ja! ¡No cabe otra!”
-“¡Ufa con las niñas! Linda generación de madres nos espera, como si alguna de ellas pudiera descorchar una botella de vino”
-“Para eso los compramos con tapita a rosca, cielo.”
-“Hablo de buen vino, preciosa, no de kerosene.”
-“Bueno, paren, yo creo que lo mejor es que cada uno lleve lo que se le antoje, porque yo tomo litros de gaseosas y no puedo ni oler el vino.”
Fue Silvia la que terminó la discusión con esta protesta pecosa y su sonrisa de revista femenina de la década del 50.
Y, sin mas, nos descolgamos en casa de la mamina grupal que nos esperaba con torta, sidra y la sorpresa de no sorprenderse pero, si feliz de vernos y más aun con la serenata dedicada por los solistas del conjunto que abrió la ultima parranda de ese grupo que se unía folklóricamente con la música, las anécdotas, la juventud y las ilusiones, ahora en franca despedida, cambio de vida y entonces: la etcétera obvia de coma-chupe-charla-canciones-risas-juegos-baile-discos-él…
                                     …él, tan arábigo, tan sentado a-mi-lado, con sus manos ovillando las mías y recordándome aquel paseo por la isla, meses atrás, con toda la estudiantina… y aquella caricia de su-mano-en-mi-vientre-noche después de una mañana deportiva y una tarde de patada ridícula en mi canilla de mujer-jugando-football contra varón absurdamente con zapatos, tan duros bajo el sol estrellando el agua oscura de ese río ya oscuro, casi negro
    …negrísimo en la noche con su caricia-en-mi-vientre-sobre la lancha después del partido y el asado criollísimo, carne argentina, caraj…: -“no, no, esta carne la traen de Uruguay, ¿sabe…?” -“…es lo mismo amigo, lo mismo”; luego la caminata digerir la carne, vino y fruta isleña, chiquita pero sabrosa, charlando sobre lo que leímos, escribimos, el surrealismo, los sueños, viajes y su-mano-en-mi-vientre-noche
                                                                                               …aquella noche sobre la lancha llena de guitarras-grillos y voces-sapos cancioneros; después de los mates y torta-fritas, los juegos con prendas algo sado-masoquistas y propiciatorias de “ambiente”, sensualidades y otros temas con gusto a la caricia de su mano en mi vientre aquella noche en que en que el cielo  y el río era un solo telón a nuestro rededor,
                                                                                           …sobre la lancha adornada de grillos y risas esfumadas en aquel… mi primer beso, desvirgue oral con su lengua áspera para mi sorpresa y mi placer; tela-araña magnífica tejida por nuestra baba pegajosa para nuestra sorpresa y nuestro placer.
  Placer suspendido, congelado y último, (desde abril de ese mismo año que ahora estaba por terminar) porque su trabajo-estudio-raye y mis exámenes-timidez-contradicciones y mil etcéteras  o millones y… ahora, vibrando, los dos sentados, él en la arista de mi vértigo como esperando, como con temor, como si pero sabiendo que no…
                                …que no sabiendo que hacer con esa sensualidad recién parida y desbordaba, se derramaba desde poros desconocidos, burbujeaba en mi boca, mis dedos implacables aunque cigarrillos-sidra-baile
          …bailamos en el jardín, tratando de no pisar flores, apretándonos como si los canteros nos dejaran poco espacio, mientras los vecinos aburridos se removían bajo las sábanas rezongonas que ‘éstas no son horas’. Y la brisa fresca de la madrugada se llenó de rocío plateado que enfriaba primero los cabellos y nos seguía por los brazos de féminas, entonces “ellos” comprensivos de nuestra desnudez de soleras-antes-de-tiempo protegieron nuestras ropas de moda caprichosa, con sus ponchos serenateros, que en un grupo telúrico no cabe otra, y continuamos algo mas achinadas, cansadas y con abrigo de la mantas camperas.
Cuando ellos también sintieron frío, a través de la camisa, extendieron el poncho-dos-plazas pasando ambas cabezas por la única abertura y cada pareja se convirtió en una símil-carpa a cuatro patas, ahora más apretados sin que los canteros se movieran de su lugar.
Cuando se calló la música, sentí como una humedad tibia que me magnetizaba desde los hombros a los tobillos y no me podían desprender de su humedad tibia fascinada…
               …con su mano-en-mi-vientre-noche-de-cielo-frío…
La cháchara de los demás se hizo una cascada disonante, ajena a nuestra armonía de poros encantados, y caminamos en el automatismo propio de esa, mi primer calentura total, salimos a la calle-noche, bajo una viscosidad de poncho y perfume a jazmín, hablando-des-hablando y encontrando el primer punto concreto de apoyo a esta bruma de sensaciones: estudiaríamos en la misma universidad y sonreímos a un futuro y un presente con abrazo de poncho y zaguán anónimo tipo novela barata que sucedía al sur y mas allá por todos los barrios me hurgaba su lengua, las manos tomando el camino de cintura hacia las flores, capullos prontos a madurar…
Las sombras quedaron suspendidas, mi inteligencia entumecida bajo su piel que, en suave tiranía, se apoderaba de cada rendija por donde podía iniciar un pensamiento y lo transformaba en fantasías sensuales con su remolino de manos deshaciendo mis casi-no, enredando mis pelos con mi entendimiento que giraba junto con la noche-calle-río-poros-latidos de mi piel-nalgas-vientre bajo un poncho enroscado en ropas ya fuera de lugar, botones saltados,  piernas hábilmente trabadas por bragas hechas un lío, brazos serpeando por canales del placer con cinco cabezas que buscan, en el mapa anatómico, el lugar estratégico marcando con la “X” genital, mientras la lengua no dejaría de hurgar intricados huecos sensuales, envolviendo y capturando los suspiros derramados por mis orejas, encías, cuello, pechos… donde se derretían mis últimos y pequeños ‘noes’ y sólo atinaba a bosquejar mentalmente la pregunta infantil de cómo es que ese bulto aun no se abría paso entre los botones-rejas, saliendo de su celda-slip, pero mi pregunta se diluyó cuando la tensión llegó al máximo y doblegó las neuronas ante la dictadura dulce que ejerció sobre mi clítoris (que merece un apelativo mas dulce, en fin).
Una vez alcanzada mi torre de control inevitablemente se abrió el poro maestro y ya nos integramos en una pegajosidad de dos cuerpos-ponchos, con mi voluntad resbalando sobre su cuerpo salado y moreno, ostentoso en un sexo que bebe la primer fiebre del mío, vientre asombrado, clítoris excitado donde comenzaron a girar rayos lumínicos, noches desveladas en borrachera de sensaciones en el zaguán dilatándose, arqueándose mientras su piel transforma mis regiones desérticas en hospitalarias, abriendo brechas heroicas, hacia el polo inferior de mi éxtasis y aplicando electrodos sobre remolinos de pelos y ropa y baba que parecía mentira tanto en tan poco poncho…
Y claro, en ese tremedal era difícil no caer al suelo blandamente, sobre todo cuando él empezó a separarme las rodillas que seguían torpemente juntas, perdón es que… y si, el camino se aclaró pero primero debió bordear el cráter angosto y tibio, puerta del canal ignoto y prometedor como el cuerno de la abundancia, entonces ascender súbitamente hacia la meta final… con una valla inesperada y sorpresiva que, por desprevenido, le hizo detenerse y resbalar en retroceso porque esa barrera no es solo de piel sino de prejuicios y miedos ancestrales, entonces, su propio sexo, anhelante de caminos húmedos, enmarañado en bellos mutuos quien asumió el bochorno de sentirse atrapado, alejado de su voluntad y el asombro lo congeló…
Los minutos vuelven al reloj, su lengua resbala desde mi garganta, las pieles toman nota del sudor ajeno, los ojos se abren al zaguán tenebroso, a la dureza del piso, a la flacidez de su falo arrepentido, defraudado, a las arrugas en la ropa y él con esa tontería de pregunta “pero, entonces, vos …¿nunca antes…?”
                                                            Nunca antes… cayéndonos los dos como títeres a los que súbitamente cortaron los hilos y quedan ridículamente articulados buscando el lugar de cada ropa y botón, sin hallar nada más que la torpeza y mucho menos la respuesta a esta vergüenza mutua de que el músculo duerma y la intención descanse en una melaza casi tanguera de desazón y de absurdo de no querer saber más que de botones propios y de alejarnos cada uno a su rincón dentro de aquel poncho sin vigencia ahora  transformado en un “bonete de asno” en el aula equivocada, cerrada por fin de curso.
 Mónica Ivulich, 1969, d.r.
http://moninautta.blogspot.com.fr


Soy viajera de las letras o Moninauta. Mi familia, mis amigos y yo hemos pasados por muchas situaciones, buenas y malas, nacimientos y muertes, encuentros y disoluciones, el fin del mundo y muchos principios de años, siempre cosas nuevas, sentimientos armónicos o desencajados... noticias alegres y de las otras... pero aquí estamos, disfrutando del amor o de los ventarrones emocionales que siempre nos dejan alguna lección... trato de reflejar un poco de todo esto en mis escritos.

ATARDECER


El señor del pijama
se asoma a su balcón del piso ocho
y mira hacia la calle.
Es una visión ritual suspendida en la tarde,
una vivencia simultánea
que indaga sin avidez frente al mundo.
A sus pies todo pugna en la diversidad:
rostros lejanos, cuerpos en fuga
asegurándose el tiempo y el abrigo
de una luz indecisa.
Focos de soledad que se combinan,
disciplinados rumbos de un cansancio
que han reunido sus ojos.

El señor del pijama y el cabello blanco
se asoma a su balcón como todas las tardes.
Y volverá a elegir.


















OLGA SAIN
Colaboración especial para diceelwalter.blogspot.com

ALQUILO NIETOS

Me decía mientras mirábamos el atardecer sobre los edificios de la ciudad de Córdoba que él buscaba otro tipo de vida.

Incluso hasta pensaba un buen retiro en un lugar alejado, sin electricidad, sin sueños, sin horóscopos, sin bullicio, sin urgencias, sin mediocridades, ni falsedades. Ni siquiera restaurantes con olor a fritanga, ni amoríos oscuros ni engañosos que le tocaran en suerte.

Empleó la siguiente frase el señor José Antonio: "Los días previos a tu muerte, no molestes a nadie, no andes dando lástima por ahí, que tu partida los sorprenda más a ellos que a vos."

Eso me decía mientras jugaba con su sombrero y pensaba cada palabra, un poco para respirar  bien y tomar aire y otro poco, porque me parecía que esos renunciamientos, le dolían demasiado al presidente del Club Social Nosotros Los Muchachos. 

Me voy a tomar unas vacaciones en el campo, lejos de todo amigo escribidor -me decía mirando las nubes rosadas del oeste-, buscaré un lugar lejano,  donde todo se olvide, donde nada se añore, sem lembranças, só esquecer, esquecer, esquecer. Esquecer os trabalhos, amores ruines y hasta perder la noción de los días, de las noches vividas y hasta de que soy nacido bajo el signo de Escorpio. Eso haré, mientras tu te quedas por aquí escribiendo, y mientras tanto, para que te entretengas un poco, puedes escribir sobre la niña Carmela.

Este está bueno -me señalaba el papel para que anote- me enteré los otros días, que la niña Carmela, una noche no podía dormir porque había dormido la siesta entera, había estado en penitencia por esas cosas que hacen los niños que extrañan un poco a sus papis. 

Resulta ser, que esta niña buena y traviesa, había rayado con un resaltador, tu sabes, con esos marcadores de texto, la pared del comedor de la casa de su abuela y ésta, enojada, le dijo que esas cosas no se hacen que para eso hay que pedir un papel y rayarlo las veces que se quiera, pero que ella debía entender lo que cuesta limpiar ahora esa pared, que esa cosa de allí no sale y toda esa perorata de las abuelas y la seguía torturando  con esa otra cosa de que tenía que volver a pintar la pared y le hablaba a esta buena niña que no tenía plata y le dijo "Dame eso Carmela" pidiéndole la lapicera, pero que la buena niña traviesa, apretó entre sus puños el marcador y llevó las manos hacia atrás y la abuela se puso como loca y le dijo "Chinita te vas a la cama" y la nena se fue llorando a su habitación y cerró la puerta con fuerza y su abuela, que es mi amiga, llamó a su hija y le contó lo sucedido. 

Lo de siempre. Abuela con ataque de nervios.

Pero a la noche, me contaba mi amiga que mientras ella se había dormido leyendo tus historias, escribidor, Carmela salió de su habitación, caminó por el pasillo  que apenas estaba iluminado por la puerta entreabierta del baño, donde su madre se duchaba y entró a la habitación de su abuela, subió a la cama, se acostó a su lado y la despertó con un beso. 

Me contaba mi amiga, siempre por teléfono, que le dijo a Carmela que qué quería, que la deje dormir porque ella estaba cansada y muy enojada con ella. Pero que su nieta, la niña buena y traviesa le dijo "Abu, te quiero mucho" y le pedía que quería dormir con ella para que le explique que significaba esa palabra que ella le había dicho cuando la mandó en penitencia..."Chinita" 

Pero antes de recluirme para olvidar incluso que el mundo existe y que yo me creeré el centro del universo -me decía- te voy a contar algo que me sucedió hace unos años, cuando yo era técnico de fútbol.

Anotá esto -parecía entusiasmarse el señor José Antonio cada vez que me señalaba el anotador-.

Último partido del Campeonato. 
Si perdíamos no éramos nadie. Si empatábamos, tampoco.
Sólo había que ganar.
El primer tiempo vi a mis jugadores nerviosos, inconexos, distantes y hasta te cuento que tuvimos suerte de no ir perdiendo. Parecían atados, estancados, moribundos.
Los gritos de la tribuna eran abucheos amenazantes y silbidos desaprobatorios por la forma en que ellos jugaban. Cuando finalizó el primer tiempo de juego, entraron desesperados al vestuario, no querían encontrar ni siquiera los ojos de algún familiar, todos miraban al suelo.
Yo me quedé afuera, los dejé solos. El comisario deportivo me dijo que no fumara, yo le dije que me  multe y el tipo hizo el informe. Cuando faltaban cinco minutos para que finalice el descanso, abrí la puerta, vi un puñado de hombres que ya se habían dicho sus cosas, ya se habían insultado, ya se habían tratado de ordenar, quizás me necesitaron antes. Yo preferí fumar afuera y cuando los vi les dije: Dos cosas quiero decirles -mientras habla levanta dos dedos de su mano derecha- la primera es que ustedes están aquí, porque yo los elegí. Los elegí a cada uno en su puesto, los elegí por su dinámica, por sus potencialidades, por sus capacidades, por sus particularidades, los elegí por la personalidad, y porque entendieron la táctica y la estrategia que nos hizo llegar a este lugar, a ésta final. 
Así es que ahora estoy arrepentido de haberlos elegido pues me comí dos cosas, me acaban de demostrar que son desmemoriados y lo que es peor, se olvidaron que son hombres. Y eso no se los voy a perdonar nunca. No tienen actitud ni hombría.

La segunda cosa que quiero decirles, es que anoche tuve un sueño. Como la dama que dijo que iba a ir a visitarme, no apareció por casa, me quedé dormido esperándola, entonces me dediqué a soñar. 

Mientras tanto el árbitro golpeaba la puerta del vestuario y nos llamaba a jugar. 

En el sueño que tuve, le dije, ustedes me demostraban que yo había sido un gran maestro y que ustedes bailaban y saltaban y la gente los aplaudía por un triunfo maravilloso. 
Ése puto sueño tuve anoche. 
Hagan lo que quieran, a jugar.

Dos multas tuve que pagar, amigo escribidor. Salir tarde a la cancha en el segundo tiempo y fumar en lugar prohibido.

Recuerdo que tres periodistas me hicieron un extenso reportaje cerca del banco de suplentes cuando terminó el partido. 
Una de las preguntas fue si yo iba a seguir dirigiendo al club. 
Mi respuesta fue: Creo que nunca más.
Mientras tanto mis jugadores se abrazaban, bailaban y festejaban aquel triunfo por uno a cero.

Arrojó el sombrero al aire que por suerte no cayó a la calle desde el octavo piso. Por el cielo, unas tímidas estrellas se asomaban, y los carteles luminosos parecían más intensos y coloridos, a medida que avanzaba la tierna oscuridad.

Yo le pregunté al señor José Antonio, si le quedaba algo por hacer antes de su retiro al campo para olvidar incluso que era un tipo nacido bajo el signo de escorpio.

Me dijo que si.

Me dijo que iba a sacar un aviso en los diarios de Córdoba y en las redes sociales, donde iba a pedir en alquiler unos nietos para que le ayuden a sentirse vivo y a jugar, una tarde de domingo en alguna plaza cualquiera de la ciudad, y si ésos nietos venían con una abuela, mejor todavía.
Eso me dijo.














diceelwalter@gmail.com

viernes, 10 de enero de 2014

COSAS DE PERROS



MACARENA

Han pasado tres días desde que se llevaron al viejo por la puerta del comedor.Han pasado tres días y aún no vinieron por mi.Los hombres que entraron a buscarlo, tuvieron que saltar la tapia, con torpeza, porque estaban apurados. Abrieron a los empujones la puerta del fondo y después abrieron las otras puertas que dan para la calle y por allá se lo llevaron.Algunos de ellos me tocaron la cabeza haciéndome caricias y me dejaron algo para comer y para beber. Uno de ellos dijo que yo me llamaba Macarena.Pero esos tipos ni nadie más volvieron a verme.Yo me acuerdo cómo fue que pasó todo, pero a mi no me preguntaron nada.Yo me acuerdo que el viejo estaba preparando la comida para nosotros dos, cuando empezó a tocarse el pecho y a quejarse, como si lo pisase un camión muy grande y también tosía. Me dejó la comida a medio cocinar y fue a acostarse, creo. Porque no lo vi más.No salió de su habitación. Cuando pasó un tiempo, pensé que mejor era llamarlo porque había dejado la televisión prendida.Pero no me respondía.Entonces empecé a llamar a la gente que andaba por afuera, algunas me chistaban para que me calle, otras se dieron cuenta y al día siguiente entraron por la tapia.Nunca más supe nada de él.Ahora recorro la casa sola. Sintiendo sus olores. Husmeando entre sus cosas.Llorando su ausencia.Cuando venga alguien a repartirse las cosas de él y abran la puerta, me mandaré a mudar para la calle. Estoy segura que si a él lo dejaron solo... Qué pensarán hacer conmigo entonces..!Porque es muy triste ser una perrita que ha quedado sin dueño. ¿Saben?(A MACARENA, perra ovejera que vivió conmigo mil quinientos cincuenta y tres días. Uno de ésos días, me vio caer enfermo y avisó con sus ladridos a mis vecinos) 


  

EL REY BOMBÍN

A ver, amigos perritos.
vengan aquí.
¡Todos juntos, conmigo.
Saluden, digan adiós!

Que ya nadie ladre
el rey está muerto.
Hagamos silencio.
Ha muerto mi perro, el rey Bombín.

¿Ven lo que pasa allá afuera?
Densas tinieblas se esparcen,
Las flores  se secan...
Y el sol no aparece.

Asombrados miremos al cielo.
¿Quién dictará ahora las leyes,
en éste su reino?
Nos preguntemos.

Aún desorientados busquemos
en las aguas de los mares,
de los ríos, y de los lagos.

Aquel barco que una mañana
zarpó llevando su alma,
y hasta todos sus trastos.

¡Que ya nadie ladre!
el rey está muerto.
Hagamos silencio.
Ha muerto mi perro, el rey Bombín.

No quedan vestigios, parece,
de su territorio marcado en el patio, 
Y su reino gracioso, alegre
de repente, oscurece.

Ahora todo ha cambiado.
Ya pronto olvidarán,
sus juegos, costumbres,
y hasta sus horarios.

¡Leamos los mapas astrales!
Tal vez por el firmamento,
y en un globo aerostático.

Viaje su almita y nos mire,
como siempre él lo hizo,
Como si nosotros...
Fuésemos unos enanos.

(A BOMBÍN, Perrito mezcla de salchicha con callejerito, encontrado una mañana en el Parque de la Vida, Córdoba, Argentina. Muerto en desigual pelea callejera)













José Antonio Ibarrechea

EL PIBE - Charlie Chaplin - (Película completa subtítulos en español)

POEMAS DE HUGO FRANCISCO RIVELLA

UN HOMBRE FRENTE AL ESPEJO
Un hombre frente al espejo confundió al mundo y puso
una piedra pintada con su nombre en los bolsillos.
El que juega con los otros es mi hermano y no me reconoce
nos separamos cuando los años eran días urgentes
risas en el baldío
                                                                          susurros en el zaguán
rondas con canciones y músicas de flautas
apenas la presencia de la lluvia                    y mi hermano 
que se desvanece en el primer adiós y en el último llanto
y yo que tomo la piedra                                  la arrojo contra el espejo
y es mi cuerpo el que se hace añicos

el espejo es lo único que queda en mi memoria.




AGUA DE SIEMPRE 
Quise oler el manzano.
el silencio triza uno a uno los recuerdos de infancia
y ya es inútil buscar en lo que queda de tantos años.
Praga mira por el castillo donde fijaron sus dominios las cucarachas y es 
Cacodelphia      al otro lado del mar      la ciudad luz
el recinto que la cruz sostiene hasta ponernos demente
mientras en las veredas la piedad es un olvido ajeno.

Quise oler el manzano y el huerto ya no existe
en mi se hace un hombre con su amante. Rosa fundida.
Es posible amar sobre ojivas nucleares     o mares cubiertos de petróleo?
Dame tu mano para saber si el sueño está intacto
que el hombre ha de salvarse tan solo por el hombre

que en algún lugar alguien está haciendo el amor
para que este poema no muera.


Autor: HUGO FRANCISCO RIVELLA