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viernes, 4 de octubre de 2013

MALA SANGRE


Taurino apasionado en todo lo que emprendía. inmensos ojos negros devorándose la tierra y el cielo, el tiempo y la vida, el miedo propio y ajeno.

El alma cosida a cicatrices en el cuerpo.

Con voz inexpresiva contaba que a los nueve años su padre intentó atropellarlo con el auto. Él tuvo la la convicción de que el caño que empuñó para defenderse lo habría dejado huérfano.

De adolescente, una estrella de cinco puntas iluminó su cielo y abrazó la lucha popular armada. Lo hirieron, fue preso. El país también se desangraba. Años después, al ganar su libertad, comprendió que el aire para él siempre sabría a sangre. Se hizo pirata del asfalto, lo atraparon. Volvió a la cárcel y a la guerra contra reos, adicciones y fantasmas. Al salir supo que jamás terminaría.

Nunca se daba un respiro ni lo daba. Los domingos en su barrio desafiaba a pelear a los jugadores desde los alambrados de las canchas de fútbol. No importara quién ganara o perdiera, era él solo contra el mundo.

Por un lapso breve bajó las armas, amó y fue amado por una mujer a sangre y fuego.

Después enfermó gravemente. Cuando el dolor lo venció fue por ayuda al hospital, pero pronto comprendió que allí también debería luchar por atención, por remedios,  por una cama y por su vida, como siempre. Al tiempo murió de leucemia.

Los que no son médicos, dicen que los problemas en la sangre son por falta de júbilo. 

Los médicos en cambio, hablan de glóbulos blancos y defensas insuficientes.
Él hubiera estado de acuerdo con ambos. 

Cristina González
Escritora
Plaqueta 2008, mujer; Plaqueta 2012, Los miserables (otros).  

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