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viernes, 20 de septiembre de 2013

LAS PRIMAVERAS QUE ME QUEDAN

Los perros no andan por el campo, excepto el Aguará Guazú, que se aleja de los humanos y se mete en los yuyales. 
Los perros antes,  eran unos lobos que se volvieron cómodos. 
Dejaron de cazar para comer y les agarró la enorme hambruna de los siglos, entonces se acercaron al hombre. 
Dejaron que éste los domestique por un poco de comida. 
-Me contaba mi abuelo mientras toda mi familia disfrutaba de un picnic de primavera, en Sauce Punco- Así es que pibe, usted no tenga miedo, vaya y juegue que tampoco a esta hora hay pumas. Aparte usted está flaco para ellos.


En la foto, el abuelo y papá hacen el asado mientras yo juego con una pelota de goma.

Me parece señoras y señores, que ése fue mi primer recuerdo del día de la primavera.
Mi madre había tendido un mantel sobre una mesa de madera y el humo de la carne asada inundaba el lugar. 
A mi me parecía que mis tías y mis primas estaban más lindas. 
Parecían esos brotes expectantes, que asomaban en las ramas de los olmos. 
Parecían esas flores tímidas, que lentamente desplegaban sus colores al sol.
Yo me senté al lado del abuelo a comer fiambre picado, queso y aceitunas.

En la foto, las chicas saludan, yo soy el que tiene una rama cortada del árbol que se ve allá.

Y así, sucesivamente desde el baúl de los recuerdos van apareciendo otras primaveras.

Mi señorita nos decía a todos que debíamos comportarnos como personas. Que si uno de nosotros se caía al agua por no hacer caso y andar corriendo, ellas iban a dejar que el agua nos lleve hasta La Cartuja -Porque como ustedes saben, el agua del dique de Cruz del Eje, no es mansa- Hay ríos que crecen rápido como el Quilpo, el Candelaria y el San Marcos, pibe. Cada uno de nosotros había llevado la comida. La bebida la ponía la bendita Cooperadora de la Escuela. Había música y el bullicio propio de niños festejando. Mi señorita usaba una pollera más corta que la de mis tías y que la de mis primas.

En la foto, yo soy el tercero abajo a la izquierda, con una manzana en la mano.

Me parece y sin temor a equivocarme, que mi primer beso, aquel que me disparó como un wing derecho al área contraria defendida por mi primera novia, fue en una noche de primavera. Nuestras reuniones bailables en casas de familia se llamaban asaltos. Las chicas ponían sobre las mesas, canapés, pizzas y fiambre picado. Nosotros la bebida. Mis amigas iban a los asaltos con una pollera más corta que las de mis tías. Mucho más cortas que las que usaban mis primas y más corta todavía, que las que mostraban las fabulosas piernas de estrella de cine de aquella señorita maestra. Las noches de primavera sin besos es como llevarse una materia a Marzo. Sabes a lo que me refiero, pibe.

A ver niños, hoy leamos a Mario Benedetti.
"No vayas a creer lo que te cuento del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable."
(Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, nació en Paso de los Toros, Uruguay un catorce de Septiembre del año veinte y se nos fue sin aviso en el año dos mil nueve.)

En la foto, yo soy el flaco que muestra los discos long play.

A la pelota, la tenés que acomodar vos -le dije a mis hijo para enseñarle a "patear" el balón- Caminás unos pasos para atrás, después venís, apoyás el pié izquierdo al lado y con el derecho le pegás con esta parte, que se llama empeine. Eso le da dirección y potencia. La pelota de fútbol, -futuro crack que las tribunas corearán tu nombre- es una figura con doce pentágonos y veinte hexágonos, es decir tiene treinta y dos gajos que la hacen redondita. 
La pelota quebró una rama llena de brotes, cayó sobre la mesa del picnic y nuestro perro salió a buscarla por los arbustos, saltando como el astronauta en la luna. 

En la foto, levanto a mi hijo con mis brazos, miren el pantalón ajustado y la camisa a cuadros.

Mi mejor amiga me toma de la mano y me dice que me va a llevar a conocer un lugar maravilloso, "...donde el agua corre mansa entre las piedras, donde los sauces bajan sus ramas hasta el suelo, donde las hojas de los árboles parecen acuarelas y donde sin decir ni una sola palabra, el eco de nuestro beso retumbará en todas las sierras, y se llevará como si fuese el vuelo de una bandada alborotada, los recuerdos de otros besos y de otras  promesas de aquellas otras primaveras."

En la foto, ella está escondida atrás de un árbol, y asoma su eterna sonrisa.

Chau baúl de los recuerdos, voy a contar de ahora en más, las primaveras que me quedan.

diceelwalter@gmail.com

2 comentarios:

  1. Muy bueno, compañero! Un inventario de primaveras no es otra cosa que un inventario de la vida y de los seres que nos dieron su ternura a cada paso. Un abrazo y feliz primavera!

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