Recuerdo como el sol pintaba las sierras,
a medida que avanzaba.
Y que el rocío, adormecido en los rosales,
pausadamente se secaba.
El patio estaba fresco,
esparciendo los aromas de la mañana.
Y las palomas entre las plantas,
se enseñoreaban.
Daba gusto tomar mates con menta,
bajo la parra.
Allá al fondo, mi abuela esparcía maíz y migajas.
Yo la miraba.
Salieron las gallinas todas juntas, alborotadas,
a ofrecerle algunos huevos para su canasta.
A mi me parecía, siendo niño,
que ella, agradecida les hablaba.
Como un lejano susurro.
Eso, me parece que le escuchaba.
Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com
Hermoso, Walter! Un canto al recuerdo de los sencillos asombros de la infancia. Un abrazo.
ResponderBorrarGracias Daniel, mi escritorio por momentos tuvo un cierto aroma a peperina... Un abrazo!!!
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