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viernes, 28 de junio de 2013

EL LADO MÁGICO DEL ALMA


El señor José Antonio parecía haber envejecido varios años, desde que se propuso experimentar con viejas y nuevas fórmulas fantásticas, con  las cuales quería encontrar, el lado mágico del alma.

Así de sencillo, era su obstinamiento.

Empleó, para lograr aquel objetivo, distintos mecanismos conseguidos en un viejo laboratorio de un viejo amigo alquimista devenido en triste descrédito, que se los facilitó en préstamo. 
Una mesa de trabajo, quemadores, diversos tubos de ensayo, balanzas, aparatos de medición, alambiques y todo aquel artilugio necesario para alquitarar sus artificios.

Pero no se detuvo en eso. 
Él sabía íntimamente, que para encontrar aquel esquivo lado mágico del alma, también precisaría de una buena porción de suerte, de contar con toda su intuición heredada por linaje familiar, y de la inestimable ayuda ofrecida a través de distintos manosantas, brujos con sus embrujos, macumbas varias, velas de colores, aceites sulfurosos y porqué no, practicar ritos paganos relativos a las almas, como así también acudir a los divagues mentales de algún gurú.

El señor José Antonio, pretendía entonces, excederse claramente a las leyes de la naturaleza, y terminó recluyéndose en su departamento, donde construyó el laboratorio en un pequeño espacio frente a su dormitorio, midiendo éste tres pasos en dirección a la cocina, partiendo desde la puerta del balcón, por otros tres pasos, a partir de la pared lindera con el vecino. 
Allí instaló una lucerna sobre los elementos para mantenerlos bien iluminados, y mediante la puerta entreabierta, obtenía una buena ventilación.

Casi no dormía, alucinaba con los sincretismos entre dioses y fórmulas de pócimas. Meditaba en silencio la composición de los ingredientes de las esencias empleadas, y la combinación de sus partes constitutivas.
Preconcebía con cierto criterio sus logros y su aplicación, por ejemplo, vertiendo una gota en una pequeña taza de café humeante, y se predisponía a sobrellevar los efectos resultantes posteriores.

El señor José Antonio nunca abandonó sus oraciones nocturnas. 
Recoleto y temeroso, se encomendaba a los designios del Señor, a quién le pedía fervorosamente, que calme el incipiente temblor de sus manos, al emprender semejante empresa, y que ésta le resulta venturosa,  Éso es lo que le pedía.

Estuvo días y noches enteras estudiando, experimentando y llevando un minucioso registro de los progresos alcanzados. Así, abocado por completo y deseoso de poder concentrar en un pequeño frasco el producto de sus vigilias, observaba que sus mezclas evaporaban pigmentando colores, e incorporando aromas, hasta que finalmente, logró un consistente equilibrio que consideraba ,el justo y necesario para su propósito.

Hasta que un día, extenuado y lánguido por sus esfuerzos, aseguró haber encontrado el método para llegar a la poción que ingresaría en aquella sustancia espiritual e inmortal llamada alma y que ésta poseyera definitivamente... Magia. 
La magia suficiente para que cuando amemos, lo hagamos sinceramente, con vuelo, con alas, con imaginación.
Alucinantemente.
Embriagantemente.
Fascinantemente.
O sea, algo maravilloso, algo estupendo.

Cuando el señor Ibarrechea extrajo, almacenó y etiquetó la poción siguiendo las instrucciones enunciadas en los distintos manuales pertinentes, comenzó a desarmar el laboratorio, embalando todo en cajas, con calma y ordenadamente para su devolución.

Finalmente, se dispuso a descansar.

Aún sin saber si aquel invento, 
sería eficaz para aplicarlo en cierta dama.

Y pensando en ella, se quedó dormido.

Envuelto con todas sus dudas.
Con todas sus dudas.

diceelwalter@gmail.com
derechos reservados 2013 PASEN Y VEAN


  

viernes, 21 de junio de 2013

EL AMOR ES UNA COSA PASAJERA, HASTA QUE LLEGA...

No quería dejarte ir. 
Pero subiste al ómnibus y te asomaste por la ventanilla, decidida.  Y cuando salías de la dársena, sacaste el brazo y me saludaste. Los adioses duelen, Etelvina .

Te conocí porque vos me enseñarías matemáticas en horas de la siesta y harías que deje de ser un burro con esas cosas de álgebra que trata de establecer en darle valores a letras y otros  símbolos si mal no recuerdo y que todavía no se para qué sirven y  que al final yo puse mi mayor entusiasmo para ocultar mis miedos y mi vergüenza y esa otra cosa que de repente sentí como un cosquilleo en la panza, cuando por primera vez en mi vida estaba solo en una casa con una mujer diez años mayor que yo  y que me acariciaba la cabeza en vez de retarme por mis errores en las cuentas y todas esas cosas de la trigonomeacuerdo que estudiaba las relaciones numéricas entre lados y ángulos, y que fui entendiendo lentamente porque estaba algo confundido, especialmente cuando te miraba cruzar las piernas, o cuando te levantabas y caminabas para la cocina y el pantalón te ajustaba mucho y cuando festejamos juntos mi primera buena nota bajo tu tutela  y que vos usabas una blusa muy escotada y tu perfume inundaba todo aquel lugar de tu casa.  
Los adioses duelen Etelvina.

Y recuerdo una tarde que me dijiste que pasara y que te esperara un momento y entraste al baño a ducharte y saliste toda mojada, secándote mientras caminabas a la habitación para vestirte y que yo te miraba, sorprendido, porque me había quedado sin hablar, sin pestañear, sin respirar, sin movimientos y que de repente, no se porqué de repente, me encontré parado en la puerta mirándote y fue todo tan de repente que me dijiste que no me quedara ahí parado como un tonto y que te tocara si tenía ganas de hacerlo y entonces mis dedos debutaron y mis manos debutaron y mis labios debutaron y las cosquillas de la panza se hicieron un tropel de animales salvajes como en las películas de Tarzán, que me desnudaron y te repito que de repente, estábamos los dos acostados y recuerdo que tu me enseñabas algo que yo todavía no sabía pero que el instinto y la profesora de Biología se empeñaban en que todo el curso aprendiese y allí estábamos los dos desnudos, todo sucedió de repente.
Finalmente y mirando hacia el techo, mientras vos fumabas, me aclarabas que nunca, pero nunca debía contar esto que nos había pasado de repente. 
Y yo cumplí hasta hoy. 
Porque convengamos querida Etelvina, que de esto ya pasaron cuarenta y cinco años. Y yo no supe más nada de tu vida y creo que a vos ni te interesó de la mía.
Los adioses duelen Etelvina.

Y tu sabías de eso, porque a tu novio cuando le dijiste que querías formalizar de una vez por todas y que no querías verlo más a escondidas y que tus padres tenían dudas ciertas sobre él, te enteraste que era casado y que su mujer vino a armarte un escándalo y vos te largaste a llorar, y las familias se envolvieron en un manto de habladurías pueblerinas y todos te miraban a vos que fuiste mi maestra, y mi primer amante.

Inolvidable Etelvina desnuda, que  me besabas.

Inolvidable Etelvina desnuda, que me hablabas.
Inolvidable Etelvina desnuda que llorabas. 

El ómnibus paraba sobre la ruta treinta y ocho. Tu familia te ayudó a guardar el equipaje y  te  saludaban, te besaban, te abrazaban, parecían darte consejos, te deseaban buen viaje, y yo, yo me acercaba cada vez más, para guardar en mi corazón tu voz, el roce de tu piel, tu perfume y para decirte cosas que por zonzo nunca antes te dije.

Te asomaste por la ventanilla, sacaste tu mano para saludarme y te marchaste.
Yo corrí por detrás del colectivo hasta que este se perdió en la distancia. 
Hasta que mis pies me dolieron demasiado. 
Hasta que el cansancio me ganó. 
Hasta que anocheció.

Inolvidable Etelvina desnuda, que escribías cartas de amor.
En una pusiste que... "El amor es una cosa pasajera, hasta que llega."

José A. Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com
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CÚTER (CAPÍTULO DOS)

------------------------------------------------------------------------------------------------------------CAPITULO DOS

CÚTER (Testimonios)

Elcíades Tapia me dijo que lo vio morir, que pensó en un momento que no se trataba de Cipriano tavares, alias cúter, el muerto, pero antes lo gritos de los matadores y lo desfigurado del rostro, mas aún la carta que evidenciaba que se trataba de él, pareció conformarse, y que con el tiempo, sus dudas se fueron diluyendo en las aguas del olvido.

- Cuando asesinaron a Don Cipriano Tavares, alias "Cúter" yo recuerdo que el día se presentaba esplendoroso, Había un sol tenue escondido entre unas nubes remolonas - decía don Elcíades Tapia, el poeta olvidado del pueblo, mientras se rascaba la espesa barba - el día estaba cálido, pero había una brisa suave que venía desde las sierras y que abanicaba a  las hojas de los árboles. A esa hora había mucha gente en la calle, como a él le gustaba ver en éste pueblo. Dicen que nadie lo había visto llegar. Ni siquiera fue reconocido mientras caminó las catorce cuadras desde la parada del ómnibus hasta llegar al umbral de la casa de Doña Beatriz. Tampoco había cambiado tanto su aspecto en estos años de ausencia, en los que le adjudicaron los crímenes simultáneos y semejantes que conmocionaron a toda la región. El parecía, cómo decirle, un vigilante perspicaz de las pertenencias ajenas. Era muy bondadoso con las suyas y era dueño de una gran imaginación. - parece buscar algo entre papeles desparramados sobre la mesa - Tenía un muy buen talante, era bastante arreglado en sus costumbres, sin inquietudes ni preocupaciones, demostraba que parecía encontrarse en una situación económica arreglada. Bien acomodada. Acá nunca lo vimos en cosas raras, ni metidos en enredos ni en trampas, menos aun, en cambalaches de mal género. Mire señor, él se comportaba sin ceremonias ni formulismos, ¿Entiende? Siempre se mostraba afable y sencillo, dispuesto para cualquier broma, porque créame, él era también un tipo divertido, con un estilo muy peculiar, muy privativo, se hacía apreciar y se distinguía por lo esmerado y elegante. Pernoctaba en el hotel Italia, tenía una habitación al fondo y comía en los otros bares y restaurantes, su preferido era el de Arquimino, acá, a la vuelta. - me señala hacia la calle donde mataron a Cúter - Él andaba sin engañar a nadie, respondía de todo sin emplear evasivas, amigo. Creo que contaba con una honradez y una integridad admirable, casi le diría que tenía por cualidad... La pureza de su alma. Mire, dada su arrogancia, su estirpe y su belleza subliminal, Creo que hizo muy bien en fijarse en Doña Beatriz, que para nosotros, era la menos pensada. 


- El informe dice que no, ¿pero usted cree que ella estaba en la casa?
- No, ella no estaba en la casa, aquel día.

- ¿Usted cree entonces que el asesinado fue realmente Cúter?
- Yo creo que Cúter era de aquellas personas que sabían ponerse a resguardo en las tempestades. Sabía lo que hacía. Acertaba en lo que buscaba. Pero bueno. Lo recuerdo cuando, una vez, me alcanzó una de sus poesías -decía don Elcíades mirando su extensa biblioteca - quizás esté guardada por allí.



Lo que en algún momento se llamó "ARQUIMINO, Proveduría General y despacho de bebidas" Hoy se presentaba como un coqueto mercado de amplias puertas vidriadas bajo el nombre comercial "Dos pesos."


- Él era de estatura mediana, bien constituido, parecía de esos tipos que nunca acusan cansancio alguno. - Me dijo don Arquimino Milicay, el dueño del almacén de ramos generales -

Su tez era de color trigueño, de cabello oscuro, con ondulaciones pronunciadas, tenía ojos marrones, penetrantes y duros que revelaban su temperamento ardiente, con esas expresiones enérgicas, frías. Pero que asimismo le daban al tipo, un carácter simpático y hasta agradable, si se quiere. Caminaba algo encorvado, con su cabeza inclinada hacia el piso, pero mostraba en sus ademanes, las voluntades que tienen los hombres de acción. Tenía el aplomo de los que saben mandar. - hizo una pausa don Arquimino - En la autopsia, le contaron dieciséis orificios de perdigonadas de escopeta, cuatro de una cuarenta y cinco y once de una ametralladora nueve milímetros. Disparados a corta distancia y todos por la espalda. El tiro de gracia fue benevolente. Se lo dieron con la cuarenta y cinco. La bala le perforó la mano derecha con la que intentó cubrirse el rostro después de ver a su asesino. El tiro final ingresó por la frente, se estrelló en los mosaicos de la vereda y arrastró en su furia, astillas de huesos, masa encefálica y esa mancha espesa se mezcló con la sangre que había en el lugar. Yo estuve allí, viendo todo apenas sentí el tiroteo salí hasta la puerta y pude ver el desenlace y le digo que excepto el tiro final, todos los orificios de entrada de las balas fueron por la espalda, glúteos y piernas. Había uno en el hueco poplíteo que le reventó la rótula y eso fue lo que lo hizo caer de rodillas. Cayó contra la puerta agujereada, totalmente destrozada y ensangrentada de la casa de la Doñita Beatriz. Giró su cuerpo lastimoso vea, y alcanzó a ver quienes lo mataban tan cobardemente. Todo porque afirmaban que él había matado a los cuatro ex guerrilleros, clavándoles un cúter en la garganta, mientras dormían cada uno en su cama y en sus casas y con los fantasmas del pasado puestos por pijama. Venganza, dijeron que fue una venganza.

- Aquí en el informe que tengo, señor Arquimino, habla de la casa destrozada..

- Por supuesto, algunas balas traspasaron la puerta de madera, se incrustaron en algunos muebles y otras en las mamposterías. Las paredes parecían picaduras de viruela. Mire, allá aquella casa ésa era la de Doña Beatriz, que la puso en venta una vez arreglada y a ella no la vimos nunca más. Quizás el cura sepa su dirección. Pero ellos no hablan, no cuentan nada, debe ser por los secretos ésos de confesión que dicen tener y que respetan.

- ¿Es verdad que él no llevaba armas?

- No, no llevaba armas. Ni de fuego ni blancas a la hora de morir. Pero le cuento, entre sus cosas se le encontró una carta para Doña Beatriz, intacta, sin manchas de sangre ni de haber sido rozada en la balacera.

- Si, aunque después algunos la niegan.

- Mire, para nosotros, eso resultaba milagroso, pero un papel blanco intacto como si fuese una carta, los auxiliares la extrajeron del bolsillo derecho del saco y se la entregaron al juez, el mismo que entró a la casa y confirmó que ella no estaba.

- ¿Usted cree que ella y él, de acuerdo a la carta, eran amantes?

- Yo opino, señor escribidor, y después de veinte años de sucedido este episodio, después de vender mi negocio a estos extranjeros, que por sobre todas las cosas, aquel tipo al que ahora llaman Cúter, que él estaba totalmente subordinado a su  misión. La de vengar. La de matar. No la de enamorarse. 
                                                                                                                      


Acompaño esta documentación  gentilmente cedida por un empleado que me pidió absoluta reserva y  anonimato.

Consta en el Juzgado: fojas 18,  Tomo 1.
La carta.

Estimada Beatriz:

                          Aquí estoy, con el consuelo de saber que he descansado en tu cama, entre tus brazos. Con el consuelo de saber que supe ser el dueño de tus momentos emocionantes y fiel  compañero de tus obstinaciones. Con el consuelo de saber que he caminado el camino más largo para amarte como te amé y aún mucho más el día de hoy, para darte aquellos besos de las buenas noches como te los di y para despertarte como tú ya sabes.

                         Aquí estoy, para que resguardemos en nuestra memoria, la historia de nuestra vida, juntos.
                           Hasta que Dios diga, en su reparto de suertes.


                                                                                                 Siempre tuyo, Cipriano.



En la puerta de la sacristía hay un cartel que reza:
                                      
                                              "Bienvenidos a la casa del señor"


(Hasta la próxima entrega)


José Antonio Ibarrechea & Al Ibarguren
derechos reservados 
Copyright 2012



viernes, 14 de junio de 2013

IBARRECHEA: INFORME SOBRE LAS MUJERES QUE VUELAN

deW!
MAGACÍN
número 2

uno:
ME DUELE EL AIRE - Carmen Parra. 



Me duele el aire que se enrosca a mi cuerpo
y deja en mí piel tu ausencia


Ausencia que cuelga mis sueños en las luces agónicas
de las viejas farolas

Dejando dentro de mí el dolor de los nenúfares muertos

Me lastima sin piedad la ternura cuando me habla al oído
y tu te ocultas en sombras

Sombras que quiebran la quietud de las madrugadas hiriéndome
cuando duermen los pájaros

Y me muerde ….
me muerde con fuerza la niebla donde te escondes
dejando una fuerte tela de araña que me apresa.


Carmen Parra



dos:
RÁFAGA- José A. Ibarrechea

Tu madre me dijo que la primera vez que desapareciste, fue una tarde de otoño.
Ella estaba calentando el agua en la pava para tomar unos mates y que a vos te miraba a través de la ventana. y veía cómo jugabas con  la soga para saltar debajo del fuerte sol de la siesta. Cuando de repente llegó una fuerte ráfaga de viento que te levantó envuelta en una blanca nube que pasaba y te alejó de ella para siempre.

Por eso, ella guarda tus zapatillas en la mesita de luz. 


En la secundaria me dijeron que también te recuerdan.
Ellos dicen que una tarde, mientras arriabas la bandera, llegó una fuerte ráfaga de viento, que te envolvió en ella, y que te elevó hacia al cielo, ante el griterío ensordecedor de tus compañeros asombrados. 
Compungidos, me afirmaron que nunca más tuvieron noticias tuyas.

Por eso, la Directora, guarda tus guillerminas en la Dirección.


Algunos recuerdan tu paso por la Facultad de Arquitectura.
Dicen, haciendo un gran esfuerzo en recordar con sincera certeza, que vos estabas dibujando en tu tablero, cuando de repente por los amplios ventanales, entró una fuerte ráfaga de viento que te arrojó hacia afuera envuelta en una de las cortinas.

Por eso, El decano entregó tus mocasines a la Policía.


Anda dando vueltas por aquí, un señor que dice ser tu marido legal, para ello, me muestra la libreta de casamiento expedida por el Registro Civil de la Seccional Novena.
Fue una mañana, dice, y que por la noche se iban a casar en la Parroquia Santa Inés, cuando de repente y ante los ojos de todos los invitados, llegó una fuerte ráfaga de viento que te elevó envuelta en tu blanco vestido de novia y con un ramillete de violetas en las manos.

Por eso, el cura Ramón, guarda tus zapatos en la sacristía.


La prensa se hizo eco de tus desapariciones y brindó una amplia cobertura del caso.
La policía aún mantiene un hermético silencio.
La Iglesia estudiaba los acontecimientos en sus archivos.
La oposición elevó un pedido de informes al oficialismo, para que se le brinde a la opinión pública, explicaciones sobre lo ocurrido, llamándole a tus desapariciones, causa de interés Nacional. Las presiones sobre las instituciones se fueron haciendo insoportables y se registraron algunas renuncias a ciertos cargos.

Nosotros, los que te queremos, los que te conocimos, cada vez que hay un fuerte viento, miramos hacia el cielo con la secreta esperanza de volverte a ver, envuelta esta vez en vaya a saber qué cosa. Pero aspiramos a volverte a ver.

Yo te recuerdo cariño. Te recuerdo cuando una vez, de madrugada, abriste la ventana del dormitorio de mi casa del barrio Rosedal, y envuelta en una de mis sábanas, te fuiste con la fuerte ráfaga que soplaba del sur. Sin decirme adiós.

Por eso, tus sandalias, están guardadas en mi placard.

Ibarrechea




Tres:
ULTIMO POEMA - Robert Desnos

Tanto soñé contigo
Caminé tanto, hablé tanto,
Tanto amé tu sombra,
Que ya nada me queda de ti.

Sólo me queda ser la sombra entre las sombras
ser cien veces más sombra que la sombra
ser la sombra que retornará y retornará siempre
en tu vida llena de sol.

Robert Desnos
 

Cuatro:
MUJERES QUE VUELAN - Oliverio Girondo                                                    



                                                                                                                                                                                                                                             No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. 

Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; pero ¡eso sí! - y en esto soy irreductible - no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! 

Ésta fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. 

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo! 

Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor, más que volando.

Oliverio Girondo



Cinco:
EL CAMINO DE LA BRUJA- Georgina Montelongo

Ser bruja no es sencillo, nunca lo ha sido.

Antiguamente fuimos perseguidas, torturadas, 
ahorcadas, quemadas, aniquiladas. 

Eramos temidas, despreciadas y convertidas en parias. 

Los tiempos cambian, pero los antiguos estereotipos siguen vigentes en la mente del hombre. 

La palabra bruja aún es considerada un insulto, pero nosotras reclamamos ese título como 
sinónimo de sabiduría, comprensión, poder y amor, ya que estos son los atributos reales de una verdadera bruja. 

Una buena bruja. La bruja, la verdadera bruja, lleva la magia en su interior, la siente en la brisa de la mañana, en la música del viento acariciando los árboles, en la canción de la lluvia al caer. Y también en cada latido de su corazón, en la risa de los niños y en la mirada sincera de los amantes. 

Sabe 
que esa energía que rodea todo, se encuentra en todas partes, desde la más humilde hormiga hasta en la más recóndita neurona del cerebro humano..

Y tiene su máximo poder en la sabiduría antigua de los ancianos y el cálido latir del corazón de la Madre Tierra. Y sobre todo en la mente de la bruja, capaz de canalizar y dirigir esa energía esa magia, y producir cambios, a veces minúsculos, a veces asombrosos, en el mundo que la rodea.

Ser bruja no es sencillo, requiere esfuerzo, trabajo, sacrificios y muchísima autocrítica, pero, como todo lo que resulta arduo de conseguir, es hermoso y trae consigo recompensas. 

Cada 
día es un paso más hacia una meta que nunca llegará, porque la meta es el camino en sí. 

El camino de la bruja. El camino de todas las hermanas que vinieron antes de nosotras y todas las que vendrán después. 

Nosotras, en un tiempo que no es tiempo en un sitio que no es un sitio. En un día que no es un día.En el umbral entre los mundos,ante el velo de los misterios honramos el recuerdo de las que fueron, y celebramos nuevos nacimientos lo que demuestra que el Arte aún vive y resurge con fuerza en nuestros tiempos. Bendita Sea.

Georgina Montelongo




Seis:
RECUERDO DE MARIE A. - Bertold Brecht





En aquel día de luna azul de septiembre en silencio bajo un joven ciruelo estreché a mi pálido amor callado entre mis brazos como un sueño bendito.Y por encima de nosotros en el hermoso cielo estival había una nube, que contemplé mucho tiempo; era muy blanca y tremendamente alta y cuando volví a mirar hacia arriba, ya no estaba.

Desde aquel día muchas, muchas lunas se han zambullido en silencio y han pasado. Los ciruelos habrán sido arrancados y si me preguntas ¿qué fue de aquel amor? entonces te contesto: no consigo acordarme,pero aun así, es cierto, sé a qué te refieres. Aunque su rostro, de verdad, no lo recuerdo, ahora sé tan sólo que entonces la besé.

Y también el beso lo habría olvidado hace tiempo de no haber estado allí aquella nube; a ella sí la recuerdo y siempre la recordaré, era muy blanca y venía de arriba. Puede que los ciruelos todavía florezcan y que aquella mujer tenga ya siete hijos, pero aquella nube floreció sólo algunos minutos y cuando miré a lo alto se estaba desvaneciendo en el viento.


Bertold Brecht




Siete:

LAS MUJERES VUELAN - Amílcar Moretti 

Habría que ver, confirmar y comprobar, digo, pero yo creo que sí. Vuelan. Las mujeres vuelan. No todas, claro, pero casi. No hablo de las brujas, por supuesto, esas se sabe que sí. Las mujeres de los sueños (de uno), digo. Esas vuelan, aunque necesiten comprobaciones y a veces reparaciones y combustible para que no dejen de hacerlo o para que dejen de olvidar que alguna vez supieron hacerlo, o bien tuvieron posibilidades reales de hacerlo.
       
 Pero las mujeres vuelan.  

Yo le explico a Ella Mía que para mí, ahora, las mujeres son como pájaros. Las miro, me parecen bellas. Las mujeres jóvenes, lozanas y bellas me parecen Pájaros. ¡”Tautología, tautología!”, me gritan. “¡Así cualquiera!”, me reprochan otros, siempre envidiosos. Pero no les doy mucha importancia porque no saben. Las mujeres son como pájaros. Yo las miro ahora como miro a los Pájaros. Los hay de todo tipo, y todos y todas son bellos.   

Amilcar Moretti


IbarrecheadeW!
MAGACÍN
es una publicación de: www.diceelwalter.blogspot.com
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NOCHES DE RADIO

"El Galera" ocupaba el sillón del operador y desde allí pronunciaba su programa de radio, los llamaba a todos de "caras"
- Oi, cara escuta agora issto!!!!
Y se mandaba un sertanejo de aquellos.
Cuando yo entraba, El Galera, se quitaba los auriculares, se ponía de pié y me daba la mano franca de los muchachos de Brasil para decirme: ¡Benvindo meu amigo gringo!
- ¿Tudo bem?
- ¡Tudo bem Galera!

El Galera les anunciaba a los oyentes mi llegada, les decía que también había llegado la hora de su despedida, los saludaba a los gritos, con mucha locura, con mucha alegría. Les decía que ahora venía el momento de la noche en que se escucharía música "exquisita" y que todos tenían que prestar atención a lo que yo hablaba " ele fala um portuguéis ruim" y se reía mientras lanzaba su última frase: Galera tá indo embora!

Cuando comenzaba mi programa yo no me sentaba frente a la consola, sino en la mesa de los locutores y presentadores. No atendía el teléfono, esa era tarea del operador Mauricio, que llegaba conmigo y seleccionaba los temas musicales de acuerdo al orden que le pedía.

Mauricio y yo nos entendíamos por señas, o hablábamos en "off." 
Al frente de la consola y las mesas, había una especie de platea con tres filas de tres asientos cada una. Algunas personas llegaban a las once de la noche para verme y escucharme en vivo, por mera curiosidad. Se sentaban en silencio, algunos salían a fumar, después volvían en silencio y seguían observándonos, algunas damas dejaban descuidadamente, el número de sus teléfonos, o pedían canciones argentinas.

Ah! Noches de radio...

En Portugués yo saludaba así: "Boas noites seoras e seores meu nome é Vaúlter, eu sou argentino de nascimento, mais, brasilero de coraçao, é este meu programe,  chama - se ...Alêm da meia noite."  Mauricio lanzaba al aire la presentación de la emisora ya grabada y largaba el primer tema seleccionado, luego yo hablaba y todos me prestaban atención, les contaba algunas leyendas, algunas fábulas, partes de mi vida, de la misma forma que aquí las escribo.

Una noche dije, "mira papá, mira mamá, miren  por dónde anda este hijo, ustedes que merodean por el cielo, y que no me dejan solo." Recuerdo que fue la noche en que más llamadas atendió Mauricio y en la que más gente llegó luego al local de la radio, todos me daban la mano y algunos abrazos emocionados al salir.

Recuerdo haberles contado "mi cuento del encontrador de las cosas perdidas." Como en un largo susurro entre personas que confiesan sus anhelos, sus miserias. Creo que en aquella oportunidad, dejé un mensaje. Yo Hablaba despacio y la música de fondo era de Melibea.

"Ele desceú àgilmente do carro e veio saltando as pedras, seus olhos brilhavam de alegría... Él descendió rápidamente del auto y vino saltando por las piedras, sus ojos brillaban de alegría. Todos lo miramos asombrados cuando cayó de rodillas, ensangrentado y alcanzó a estirar la mano para mostrarnos un objeto pequeño, metálico, severo y mortal.

Yo recuerdo la extraña casa del encontrador de las cosas perdidas, estaba en la calle de los sueños, a escasa distancia de la esquina azul, era pequeña, y a la simple vista de todos nosotros, pero al abrir la puerta, ingresábamos a un mundo mágico. Un universo de pasillos estantes, cajones, objetos que sudaban historias, leyendas, cuentos... Y allá al fondo se sentaba él, apacible y bondadoso, anotando por costumbre las cosas perdidas, y quizás las que próximamente se perderían, para salir a buscarlas.

Tenía objetos rarísimos, como la máquina de mezclar letras, el tubo para medir los movimientos de la tierra, el juego de cartas invisible, el frasco llenos de pesadillas de una   bruja conocida, y un teléfono para aquellos viajeros del espacio que naveguen perdidos.
Afirmaba que había encontrado algunos y a otros los fue heredando de padre y de abuelo. 

Pero era maravilloso saber que a veces, la gente confundida, le solicitaba los ojales perdidos y no los botones, entonces él, con absoluta calma, les indicaba el pasillo, la estantería, el nivel y el lugar donde estaban los objetos encontrados, catalogados y guardados. Yo recuerdo haber estado media mañana procurando una palabra para mi poema de amor, hasta que él se acercó y me dijo que buscara en el lote de libros número cinco, sector S, allí, en una hoja suelta, estaba escrita la palabra "perquirio."  
- Has encontrado tu poema, escribidor.

Pero hubo un caso que me llamó la atención, una señora entró arrogante y sin mediar palabra le preguntó si sabía algo del amor, él le respondió - ¿el suyo o el mío? - Claro que del mío, por supuesto - dijo ella, con elocuente suspicacia - Usted no lo valoró y ya se fue, pero para su consuelo, hay una lista de fotos y nombres por abecedario en el sector cuatro, estante seis, lote veinte, son amores vencidos, que solo le dejarán algunas cicatrices más... Con la delicadeza, de que le pintarán castillos en el cielo, antes.
Recuerdo que me volví a preguntarle si se trataba del famoso Club de los corazones rotos. Me contestó que no, que los de allí eran unos simples malandras, vividores y prostitutas, pero que entre ellos se entendían. Me dijo eso, mientras hacía una extraña seña con la mano. En realidad, lo que ella ha perdido es la oportunidad de redimirse ante el amor -me dijo-.

Hablábamos mientras caminábamos por el laberinto de pasillos. 

Luego entró una niña que le preguntó por un sueño y él le alcanzó un frasquito de vidrio marrón -primero debes dormirte, y recién ahí abres el frasco, sueña, sueña, comparte el sueño y antes de despertarte debes cerrarlo para que no se te escape y para que se te haga realidad, le decía-. 
- ¿Y como es que haré eso si estaré dormida? 
- Si dejas el frasquito en tu almohada verás que se puede, -le dijo paternalmente.- 

Todo lo encontraba, medias izquierdas, tapas para libros, aromas para perfumes, verdes para plantas, manos para guantes, sonrisas para labios, gusanos para carnada, números para días, días para las semanas, semanas para almanaques vacíos, mantas poncho para soldados apostados en la niebla, lagartijas verdes para huecos enmohecidos y hasta una lupa gigante con parlantes, para hablar con las hormigas.

Dios, se reserva el lugar para guardar las otras cosas que perdemos, como la dignidad por una ambición, y allí Dios y nosotros los mortales, sabemos que la moneda de cambio es la mentira -decía-. 

Cuando él descendío rápidamente del auto y vino saltando por las piedras, sus ojos brillaban de alegría, cayó de rodillas y nos mostraba la bala perdida,  aquella que desde que, se le escapó a un policía, a todos nos tenía preocupados. Y que por eso las ventanas y las puertas las teníamos constantemente cerradas, nos alcanzó a decir que le había entrado por la nuca, que siguió su recorrido por la garganta y salió cerca de su hígado. 
- "Estaba exhausta de tanto dar vueltas esta bala asesina, que hacía meses andaba volando, ¡Al fin la encontré amigos! "
Dijo eso y murió.

 - Oi, Mauricio pergunta pra ele:  ¿Tu tá querendo fazé bagunça na minho coraçâo, gringó?
- Deixa tranquila prá mim. Vou procurá falá com ele agora mesmo. 


Ibarrechea em FM Plenitude 98.1  "Alêm da meia noite"

Hubo otra noche en que la música seleccionada era todo chillout, una selección de la famosa colección de "Café del Mar" toda lenta, suave, melódica, electrónica y relaté esta otra historia: 


"Omte, da noite, tive um soño...  Ayer, por la noche tuve un sueño, soñé que era pequeño, que tendría once o doce años, que caminaba hasta el pequeño parque de diversiones que había llegado a mi pueblo, que era tarde, casi anochecía y yo contaba las monedas inquietas en mis bolsillos, para pagarme la entrada a algunos juegos. Entonces yo la vi. Yo la vi entre la gente, mezclándose para llegar hasta la entrada de la calesita toda iluminada. Ella tenía un vestido color rosa y sus cabellos largos parecían iluminados. Yo traté de alcanzarla. Era Adriana, mi compañera de sexto grado "A". Ella subió a la calesita antes que yo, y ésta comenzó a girar y el hombre de la sortija se hacía el distraído para que nadie le gane una vuelta más gratis, todos los niños estiraban la mano cuando pasaban cerca de él, yo veía aquella imagen desde la larga fila de la gente que esperaba. A veces ella se paseaba en un auto color azul, en la otra vuelta, se trepaba a un caballo blanco, y cuando volvía a pasar, estaba montada sobre un león que tenía fuertes garras que parecían rascar espaldas de gigantes. Desde arriba de aquel monstruo, tomó la sortija y se ganó una vuelta gratis. Al final, todos bajaron menos ella que levantaba la sortija con aire triunfante. Esa vez, tampoco pude subir, pero quedé primero en la fila. A un paso, con mi entrada en la mano. Nuevamente la calesita iluminada comenzó a girar y ella se subió a un avión de color amarillo. Fue allí cuando me vio y levantó las manos para saludarme.
- ¡Espérame aquí! - le grité - ¡Saco una entrada más para que demos otra vuelta juntos!
Ella parecía sonreír, cuando la calesita se puso en movimiento. Corrí hasta la boletería, compré otro boleto y volví corriendo a reclamar mi primer lugar.
La calesita giraba y ella ya no estaba.
La calesita giraba y el avión amarillo tampoco estaba.
De las garras del león alado, colgaba una cinta rosa.
El señor que accionaba la máquina, parecía buscar la sortija por el piso. 
Y Nadie más, pero nadie más, se había dado cuenta.
Arriba en el cielo, se alejaba un pequeño avión amarillo."

- Aló Mauricio! ¿Cómo é que foi?
- Fiquei quase tudo tempo falando com o seu gringo, mais ele ainda náo...
- Tu vai á merda, Mauricio!

Después de aquella hora con pautas publicitarias que eran mi sustento, con música "exquisita" viajando por el aire, y con una oleada de buenas intenciones, saludaba diciéndoles a todos que tengan  muy buenas noches, que tengan un buen descanso, y que esperaba haber sido digno de todos ellos, mis oyentes.

Después me subía al auto y volvía a Itapeva, pensando en mi próximo programa.

Algunas casas apagaban sus luces, algunos perros se echaban a dormir en las casetas de los jardines, algunos semáforos titilaban en amarillo. Las lagartijas nocturnas trepaban por las paredes de madera en busca de polillas. 

Es probable que algunos sueños entraran por las ventanas de los dormitorios, quizás también, algunas madres amamantaran a sus pequeños bebés, olhando lá, fora.
Allá, bajo la autopista BR-101, los policías hacían sus relevos en los controles rutinarios. 

Y yo, yo encendía un Marlboro, miraba hacia las estrellas y me daba cuenta que mi pequeño universo consistía en alcanzar mis sueños. 
"Mirá papá, mirá mamá. Ustedes que me tapaban mientras yo dormía abrazado a mi pelota de fútbol Sportlandia."

Por allá, recuerdo, la brisa que llegaba desde el mar era fresca, y te secaba algunas lágrimas, las cristalizaba y éstas caían rectas a la tierra colorada. Al otro día, en ése mismo lugar, crecían flores silvestres. 

En la estación de servicio de Três Cachoeiras, una moza salió a atenderme.
- Aló sinhó gringo Vaúlter, hoje gostei de seu programe, ¿Gostaría de un cafecinho? 
- Acho que sim, meu bem.
- Se senta cá, e todo de graça, fique a vontade.

Gracias por tu café, Lucianne.
Inolvidable.

Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

MELIBEA- Antología, Café del mar



CÚTER (CAPÍTULO UNO)

Nota del autor:  Este es el comienzo del libro "Cúter" A quienes leyeron algunos capítulos sueltos que hemos enviado, ahora  les mandamos los capítulos ordenados desde el comienzo para su mejor entendimiento.
Hay capítulos escritos con la colaboración de Al Ibarguren.
Gracias.
José A. Ibarrechea.


                                                                                                                     CAPITULO UNO

- No crea usted señor Director que no estoy al tanto de la situación financiera de la editorial, pero si usted me permite y sin más ánimo que el de salvaguardar nuestra fuente de trabajo, coincido plenamente que alguna medida al efecto debemos tomar. - Decía el señor Agenor Castro mientras miraba por la ventana de su oficina hacia la ciudad.- Tampoco creo necesario que el despido de la gente nueva, la de menor antigüedad, sea el resultado que buscamos. Usted sabe que también la competencia tiene sus problemas y recuerde que el Sindicato aquí es muy fuerte. - se sacudía la ceniza del cigarrillo que le había caído en el pantalón.
- Escúcheme,- dijo haciendo una pausa - Le propongo que quitemos letra. Bajamos el horóscopo diario, la página de artes y espectáculos y nos metemos de lleno en publicar avisos clasificados a mitad de precio y publicamos historias sensacionales. - se acomodaba la corbata y apagaba el cigarrillo en el cenicero - Consígame usted un mes más. Es mi propuesta de la cual me hago enteramente responsable. En este mes recortamos un pliego y pongo a trabajar a todos estos diablos en una idea brillante que tengo. - Hace una pausa, está escuchando el señor Castro mientras mira las aspas del ventilador suspendido en el techo- La publicidad está agotada. Todos ahora están buscando los periódicos a color. De última eche al departamento de publicidad, esos no son del gremio, y es muy alto el porcentaje de ganancias que acumulan, pero a mi gente no. Espere a que me jubile si quiere cerrar el “Tiempo de Reformas” de paso mata dos pájaros de un tiro -se ríe el señor Castro mientras hace girar su sillón y vuelve a mirar por la ventana hacia afuera.- Le dije tiros ¿No? La idea brillante que tengo es poner a trabajar a los más jóvenes, ellos vienen de otra escuela, pues que se formen como me formé yo. Que caminen las calles en busca de historias. - hace otra pausa y parece escuchar atentamente, levanta la vista de unos papeles y me mira fijamente, entonces contesta que si, que podía ser y sigue hablando él -  Está bien, solo le pido un mes, señor, si en un mes nos salvamos pagando al menos los intereses de la deuda, de aquí no se va nadie y empezamos a ser lo que éramos. - acomoda los papeles y los guarda en el primer cajón - Le mando un abrazo, y olvídese de esos subsidios engañosos. Y no se olvide. Vaya diciéndole a sus, entre comillas socios, que pueden retirarse. Yo soy su amigo señor Fontana. Deme un mes y saludos cordiales a su señora.

El Señor Jefe de Redacción Don Agenor Castro colgó el teléfono, encendió el cuarto cigarrillo de la mañana y miró la hora en el reloj de pared, llamó a su secretaria y le pidió que reuniera a todo el personal presente en la planta.
- Quédate ahí - me dijo mientras buscaba un cepillo de calzado y repasaba sus zapatos negros. Pronto llegaron los delegados de cada área. 
– Tengo malas noticias.-  No hubo gran asombro entre el personal por la situación financiera del periódico, hasta los mismos delegados de cada sección, se mostraron interesados en mantener la fuente de trabajo con cierto optimismo. La falta de insumos era lo más preocupante y el recorte de cuatro páginas era una solución considerada con cierto desagrado pero finalmente aceptada luego de dos horas de deliberación.
Una vez finalizada la larga conversación y de escucharlo atentamente, salimos todos, yo fui el último, después de entregarle mis notas del cuaderno de las malas noticias, donde estaban cronicados  los diversos accidentes con final triste de la semana.

Al día siguiente me mandó a llamar con la nueva empleada, quería hablar a solas conmigo, ella me dijo que seguramente el señor jefe de redacción empezaría con una serie de despidos y que lamentaba mucho que yo sea el primero. Mientras ella simulaba caer en desgracia y forzaba la aparición de alguna lastimosa lágrima.
La puerta hizo un extraño sonido que nunca antes había percibido, cuando ingresé, era como si de repente hubiese envejecido y sus bisagras se quejaban de dolores no denunciados. 
Me dijo que pasara, con un acento triste y abatido. Me dijo, con ése mismo tono, que yo tenía una gran oportunidad.
- No sólo serás uno de los que salvarán a este diario del diablo, chico, sino que salvarás tu pellejo de escribidor, pues seré yo mismo tu corrector, hazme el favor de averiguar qué carajo pasó realmente con este crimen, hurga buscando mugre aún donde creas que no la hay y mándame todos los días de tu vida, un informe de lo que has hecho. Ahora vete, ahí tienes todos los datos y escucha bien pendejo, seré yo quién te pague el sueldo, las bonificaciones y tus aportes, porque creo que ya están redactando tu despido, en curiosas letras góticas. - me palmeaba la espalda -

Después de vaticinar mi futuro, fumamos juntos por un rato en silencio y luego hablamos de fútbol y de su conversación con el señor Fontana, el director.

Sin mirar los archivos que me había entregado salí de su despacho, en cuanto los teléfonos empezaron a incomodarlo, y pensé que aquel ruido de la puerta al abrirla, siempre había estado, desde el primer día que la pusieron y que nunca nadie le había prestado atención.
– Es una señal.- le dije a Clarita, la nueva  secretaria, que sonriente me preguntó cómo había resultado mi conversación con el señor Castro. Le hice un gesto con los dedos que pareció no entender, bajé las escaleras y salí a la calle con los papeles acomodados en el portafolios de cuero, que me acompaña desde que empecé a buscar trabajo.

Al llegar a mi habitación busqué una estampita que me había regalado mi madre en la oportunidad que ella y yo viajamos a conocer a mi madrina y que mi madrina nos llevó a conocer a un señor amigo laico, que nos llevó a conocer el cura, de un pueblo que no me acuerdo como se llama y que todo el mundo cree que hace milagros con sus manos temblorosas y viejas apoyándola en la frente de los creyentes. Yo tenía apenas ocho años cuando eso sucedió y me propuse hacer lo mismo, puse la estampita sobre mi frente y luego la besé y la guardé en la billetera que me regaló una ex novia en un paseo por las grandes tiendas y que me hizo jurarle que siempre le escribiría cartas de amor, más aún sabiendo que como un soldado de la nación y vistiendo aquel brillante uniforme, yo podía ser mandado por mis superiores a una supuesta guerra para recuperar las Islas. Ella nunca me pidió que le devolviese los regalos. y la recuerdo cuando nos despedimos en una iluminada esquina, después de un largo beso, una tarde de llovizna y viento que le sacudía la corta pollera y que le mostraba definitivamente las hermosas piernas que tenía. Nunca más la volví a ver y le fallé en mis cartas. Ahora pienso en Ángela. 

La carpeta tenía además de fechas, una foto y comentarios de lo acontecido, un enorme título escrito con tinta roja:  “CÚTER”












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