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viernes, 17 de mayo de 2013

JUEVES

En un prolijo bar de la avenida Santa Fé, conversamos con algunos amigos sobre la posibilidad cierta de que regrese al Transporte de pasajeros, teniendo en cuenta las estadísticas de cortes de boletos durante mi gestión. 
Les respondí que aún mi decisión no estaba clara al respecto.
Pero tomé nota de algunas sugerencias que me hicieron llegar para desatar este nudo que hoy representa este servicio.
Como por ejemplo el color de las distintas líneas, ya que argumentaban que, el corredor azul viene pintado de celeste y el amarillo lo hace de color anaranjado.

Y que hay un trolebús A y un colectivo A, apenas diferenciado porque uno es conducido por una mujer y otro por un hombre. Del mismo modo, me hablaban de que solo va identificado adelante y no en los costados ni atrás. Así sucesivamente se fueron incrementando algunas apreciaciones, a las que, con calma asombrosa fui contestando, o mejor dicho tratando de explicar lo inexplicable. 

Creo que todos los actores representantes no fueron invitados, ni siquiera el ya famoso plan director, en esta licitación. - Les dije.- No se trata solo de licitar por licitar. No hemos tenido en cuenta que primero hay que solucionar un tema fundamental. La cantidad de unidades en la calle y tejer como una telaraña nuevos recorridos. No puedo ver a doña Rosa caminar siete cuadras para tomar un colectivo que la lleve al centro. Ni puedo dejar a las empresas con recorrido interurbanos, afuera del sistema. 

Los cordobeses somos graciosos.
Sostenía uno de mis amigos, que el problema está en el tránsito, en las señaléticas, en el tráfico infernal de autos y motos, a lo que sugería tener una solución impecable. Los dias lunes, miércoles y viernes, entran los coches con patentes pares, el resto las patentes impar.
O sino, los conductores nacidos bajo el signo de Aries, Capricornio y cáncer tal día, y así sucesivamente, no descarta que los zurdos lo hagan los viernes y los diestros de lunes a jueves. Y para tapar los baches, utilizar la mano de obra de los presos, porque los municipales estarán seguramente de asamblea informativa por los dichos del blog Pasen y Vean.
Eso somos los cordobeses cuando caemos en desgracia, nos reímos de nosotros.


Pero hoy es jueves.
Normalmente los jueves escribo lo que aparece el viernes en este blog.
Quería escribir sobre una pequeña reunión en una escuela a la que fui invitado para contarles  uno de mis cuentos, a un pequeño grupo de veintisiete alumnos de ocho a diez años, que permanecían mirándome, con una hoja en blanco y un lápiz en las manos. Ellos debían interpretar con un dibujo, lo que yo les contase. Les explicaba la señorita maestra.
Entonces les hablé del pequeño Dags, el marinerito que subió al barco que impulsado por los vientos empezó a alejarse del puerto y que empezó a despegarse del agua y a levantar vuelo y que todos desde tierra miraban como se convertía en un punto oscuro y lejano que surcaba el cielo y que nunca más vieron. Oye niño, vuela, imagina, piensa, no te detengas.
Al finalizar, algunos granujas miraban hacia el cielo buscando el barco del pequeño Dags.
¿Porqué se llamaba Dags?¿Cómo se escribe, Dags?¡Era de otro planeta!¡Aquí los barcos no vuelan!¿No ves que es solo un cuento?
Otros, dibujaban y uno, uno solo, me dijo que cuando sea grande, el también quiere contar cuentos, eso me dijo, y me abrazó ante la atenta mirada de su maestra.
El Jueves que viene les cuento sobre un muñeco de nieve feliz, muy feliz.


Pero hoy es Jueves.
Los Jueves me gusta escuchar música, mientras preparo la cena.
Voy a poner un tema de Consuelo Velázques. 
"Franqueza"
Perdona mi franqueza que tal vez suene a descaro / yo se que voy a herirte por decirte lo que pienso / Espero que comprendas que es mejor / que hablemos claro / debemos separarnos porque amor ya no te tengo / Tu puedes encontrar lejos de mi quien te comprenda / yo se que no te puedo hacer feliz aunque pretenda / Tu siempre me pediste la verdad fuera cual fuera / Hoy debes admirar la realidad aunque te hiera / no quiero darte más desilusiones es preferible así, el tiempo lo dirá / Te ruego nuevamente me perdones y no quieras hacer aclaraciones / Tu puedes encontrar lejos de mí quién te comprenda / Y yo se que no te puedo hacer feliz, aunque pretenda.

El viejo Ibarrechea que llevo adentro de mi almita, abre una botella de vino malbec.
El niño Ibarrechea que llevo adentro de mi almita, mete las manos en los bolsillos, saca cinco piedritas encontradas en las veredas, y se pone a jugar a la payana.


diceelwalter@gmail.com



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