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viernes, 10 de mayo de 2013

DENEÍ

Empecé a buscarlo por los lugares que solía frecuentar.
No estaba.

Como su tamaño es pequeño y lucia un abrigo marrón de plástico, empecé entonces a prestar más atención por los lugares donde hurgaba.
Seguramente aparecía por ahí el muy bribón, y me gritaba
- ¡aqui toi!

Nada de eso ocurrió.
Pensé en buscarlo en los lugares donde no debiera estar.
Hasta lo llamé por su nombre, ¡Deneí, Deneí!
Nada.

Quizás se escondió entre la ropa, - me dijo el Pibe - con esa calma que lo caracteriza, desde la foto cómoda y placentera guardada  en un espacio de mi billetera.
Y lo busqué entre la ropa.
Tampoco.

Entre los libros y por los cuentos... Entre cartas de amor vencidas y vencimientos próximos...
Nada de nada.

Bien, veamos.
El muy astuto de Deneí, solía también merodear sin remordimientos por los bolsillos traseros de mis pantalones.
Uno por uno. Tampoco.

Deneí, tenía anotado en su haber varios cambios de domicilio.
Si mal no recuerdo el tipo anduvo viviendo por Córdoba, Buenos Aires, Córdoba de nuevo, Buenos Aires de nuevo y de vuelta a Córdoba, Calamuchita, Córdoba, Punilla,, Brasil y Córdoba finalmente hasta que no se porque extraña razón del destino ya no está más conmigo.

El tipo había votado varias veces, muchas veces, nunca ganó su candidato.
El tipo me acompañó a casi todas las canchas de fútbol, a cines, teatros, bares, restaurantes y si, a esos lugares también.

Hasta portaba una carita cuatro por cuatro fondo blanco perfil derecho, surcada por un grueso bigote negro marca registrada.
Con eso bastaba para que el tipo saque algunos créditos.
A esa carita mía no la veré nunca más. Adios de los adioses.

Pero ojo, tenía una anécdota que siempre la contaba. Resulta que una vez una empleada miraba a Deneí y me miraba. Lo volvía a mirar y me miraba nuevamente, hasta que me preguntó si yo no era un tal Ibarrechea. 

Es cierto, ya estaba viejo, cansado y triste... Pero se me fue, ya no está conmigo y fue un amigo que me acompañó desde que Carlos Santana ganaba el Grammy por Samba Pa' Ti, y un tal General Lanusse era presidente. 

Aquel Deneí, compinche de viajes y aventuras, señor de mostradores y barandillas con fotocopias incluídas, que se paseaba por dependencias gubernamentales, municipales, judiciales y de derechos de autor, tenía tapas verdes y varias hojitas selladas y firmadas, ajadas, desteñidas y pegadas con cinta scotch, para disimular sus heridas, mis heridas.

En realidad, no sé qué pasó, pero empecé el trámite de mi nuevo D.N.I.
Un abrazo, compañero.

diceelwalter@gmail.com

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