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viernes, 1 de marzo de 2013

NOSOTROS, LOS PIBES






Antes de los lunes, los días se llaman domingo.
Así es.

Los domingos a la mañana yo me ponía los pantalones cortos, las medias para jugar y me calzaba las "championes".

Desayunaba con mis viejos muy rapidito y salía corriendo hacia el Sportivo, para llegar temprano.

Los domingos a la mañana, nosotros, los pibes de la categoría "cebollitas", nos matábamos corriendo atrás de la pelota de fútbol en la cancha reglamentaria.

Al pibe que no era "cebollita", se lo veía merodear por la Iglesia esperando que el cura oficie su discurso religioso, en la misa de las diez.

El Quacker y la cascarilla que te encajaban en la semana, te hacían patear los "córners" con tal fuerza, que la pelota volaba y se bajaba del cielo, apenas donde empieza el área grande, a mitad de camino del segundo palo del arquero. No había caso, ché.

Cuando el árbitro daba por terminado el partido, algunos rencorosos te esperaban a la salida para cobrarse con sus propias manos, alguna patadita injusta derramada al pasar.

Trifulca en la calle, once contra once y las piñas que iban y venían mientras se escuchaba la musiquita de la marcha del deporte de fondo y los gritos de los que te venían a separar.

"En un marco de azul celestial / y al rayo solar / va la juventud / En el pecho un soberbio ideal / y un ansia sin par / de goce y salud / Una insignia en el corazón / un emblema como ilusión / y en el alma un deseo / de honor y de gloria / que vibra y es siempre emoción / Luchar, en justa varonil / Luchar, con ansia juvenil / y para la raza / conseguir el ejemplar / del porvenir. / Luchar, luchar para triunfar / Luchar y nunca desmayar / alentando siempre / la esperanza de imponer / la divisa, vencer y vencer... /

Los días domingo, toda la familia junta, almorzabamos en "la casa de la abuela"
Porque antes, nosotros los pibes, decíamos así.

Entre mi abuelo y mi padre me sentaba yo, bañado, perfumado, con "curitas" en los rasponazos de las rodillas y untando por puro placer, el pan en la salsa.

A la siesta, mis tios practicaban juego de naipes varios.
Mis tías, practicaban chismes varios.
Mientras mi abuelo, papá y yo, el cebollita, controlábamos la boleta de "la polla" de pronósticos deportivos con los resultados de los partidos que lanzaba al aire la Cabalgata Deportiva "yilé"

"Tarararará ra raaaaa, informa la cabalgata deportiva yilé. Gol de riverplei convertido por el centroforward Luis Artime de cabeza tras un pase elevado enviado por el inside Onega a los diecisiete minutos del segundo tiempo de juego, river le gana ahora a argentinosyunior por dos tantos contra cero. tararará ra raaaaaaa. Aquí mientras tanto avanza bocayunior que vence a Atlanta en una bombonera colmada de un público expectante ubicado en las gradas, bajo un radiante sol que ilumina la tarde de Buenosaires..."

El sol de los domingos, pasa por el cielo más rápido que en los otros días, entonces, había que volver a casa porque el otro día era lunes, y había que trabajar, según parece.

Tenías que despedirte de tus santos abuelos con un beso y pedirles la bendición.
O estabas a punto de ligar un soberano tirón de orejas.
Es así que sentías que ellos apoyaban sus manos entre tus rulos y te decían en la puerta, que Dios lo bendiga pequeño granuja, que Dios lo bendiga.

Así era ché.

Los días domingo, a la tardecita, volvíamos caminando a "la casa de la mami"
Porque antes, nosotros los pibes, decíamos así.

Entre mi padre y mi madre iba yo, levantando la tierra de la calle y con la camisa manchada con salsa.

Ya estaba oscuro cuando mi papá subía al tren que lo llevaba desde Deán Funes a Buenos Aires a trabajar. Las mariposas de los faroles, compungidas,  me ayudaban a despedirlo, revoloteando sobre mi cabeza mientras yo corría saludando por el andén. 
A mi me pasaba. Me las tenía que dar de macho, el capitán del equipo no podía andar mariconeando en una estación, mientras la imágen del tren se hacía chiquitita asi.
No había caso, ché.

Mi mamá me esperaba y cenábamos un rico café con leche y pan con mortadela.
Después, me mandaba a dormir.

Estos resplandores efímeros, que iluminan el túnel de mis recuerdos, traen también, el claro murmullo de la plancha sobre el almidón de mi guardapolvo, el monótono ritmo del roce del cepillo con pomada en mis zapatos y el sublime beso de mi madre en mi frente, mientras yo, me hacía olímpicamente el dormido, bajo la estampita de no me acuerdo qué santo y el cuadrito con marco rojo de la hormiguita viajera.

El Cuco Sánchez le cantaba " Fallaste corazón" a mi madre, desde el Long Play puesto en el combinado Ranser.

"Y tú que te creías / el rey de todo el mundo; / y tú que nunca fuiste / capaz de perdonar / y cruel y despiadado / de todo te reías, / hoy imploras cariño / aunque sea por piedad." 

Después del domingo, los días se llaman lunes.
Así es.

Los lunes a la mañana, las señoritas maestras, tenían por costumbre, pedirnos a nosotros los pibes, que sacásemos una hoja en blanco, el lápiz y la goma de borrar, para la temible prueba escrita de aritmética.

Oh Dios mío, porqué hiciste los días lunes..?

José Antonio Ibarrechea
Tiene derecho de autor
Copyright 2011 "PASEN Y VEAN"

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