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viernes, 29 de marzo de 2013

CUENTOS CHINOS


Huan Yue
Huan Yue era un humilde joven que  trabajaba en la herrería que heredo de su padre, muerto en dura batalla, a la orilla del camino a Sinkiang
A veces era requerido por el resto de los aldeanos para tareas de carpintería, que gustosamente realizaba de sol a sol.
Un día, su madre, la señora Lian, le habló de las enfermedades que los hombres sufrían a causa de las guerras y de las soledades de las mujeres que veían resignadas cuando ellos se marchaban por los caminos del viento y nunca más regresaban. 
La señora Lian, le hablaba de las tristezas que ocasionaban las infortunadas maniobras de los señores por ganar tierras y ampliar sus dominios.
Huan Yue, le prometió cuidarla y no casarse mientras ella viviese para que otra mujer no sufriese como ella, si el era convocado a las contínuas guerras.
Un día, unos señores del reino, le encomendaron una enorme pajarera de finos alambres, casi del tamaño de su casa, en un claro día de otoño. 
Ésta debía ser bella, le encomendaron, pues adentro guardarían un enorme ave bañada en oro. Era ése un regalo prometido por el señor Fo para su amada, la joven señora Akame.
Cuando reunió los materiales para construirla según los planos, Huan Yue, habló en la gran casa diciendo que debía retrasarse un poco más de lo pactado pues su madre estaba ya muy enferma.
Pero fueron los mismos hombres enviados por el señor Fo, quienes un día del verano, llegaron para decirle que su madre ya había muerto.
Huan Yue no fue autorizado a viajar para despedir a su madre y dos años después terminó la más bella jaula que se haya visto cerca de Mongolia. 
Los mismos hombres se llevaron la jaula en una enorme carreta tirada por bellos animales y le entregaron la paga pactada.
Huan Yue pensó en que jamás se casaría, pues no podría mentirle a otra mujer amor, pues se había enamorado de la joven señora Akame, esposa del señor Fo. 
Las guerras habían terminado. 
Contaba con buen dinero y había pensado en mejorar su vivienda, en hacer de ella la más linda de la aldea. Hasta pensó que aún siendo un pobre trabajador, le hubiese gustado decírselo de algún modo al Joven señora Akame, por quién empezó a sufrir de amor.

Pero la paz duró poco tiempo, las guerras de los señores comenzaron nuevamente y esta vez el atormentado Huan Yue, fue reclutado por los mismos hombres de siempre. 
Lo llevaron, lo armaron y lo obligaron a templar finas espadas para la guerra.
Las espadas de Huan Yue duraban hasta seis combates antes de deteriorarse por el uso contínuo y las lluvias.
Las cosas no iban bien para su general, el señor Fo, que perdió una sangrienta batalla  y el humilde soldado Huan Yue, fue tomado prisionero.
Nadie supo más nada de aquel soldado herrero, pero se encontraron algunos poemas que hablaban de su amor hacia la joven esposa del señor Fo, entre sus pertenencias. 

Pasaron veinte años después de la última de las guerras, todo era floreciente y el trabajo abundaba en aquella lejana región de China.
Akame era la señora que gobernaba la región tras la muerte de su guerrero esposo y había logrado la paz mediante concesiones y tratos comerciales. Pero poseía un ejército altamente capacitado para una posible guerra.
Un día, entre tantas patrullas, algunos soldados encontraron a un viejo vestido con antiguas armaduras, en una cueva de las colinas del Miquev. Lo encadenaron y lo cargaron en un carro y lo llevaron por sospechado de traición y desertor. 
Una vez aseado, y curado de lastimosas heridas, el viejo recuperó su fisonomía y algunos viejos habitantes reconocieron al soldado herrero Huan Yue, que no hablaba, no reía y no lloraba, apenas parecía dormir tras una tenue sonrisa esbozada ante la presencia de los tribunales de guerra, quién para ejemplo de los demás, ordenaron su muerte a tiros de flechas. Huan Yue, murió. 
La historia del soldado herrero y sus cartas finalmente llegaron a la Gobernadora, la señora Akame. Quién dispuso que aquella hermosa jaula, jamás abierta para albergar ave bañada en oro, fuese la tumba del ahora valiente Huan Yue. 
Desde aquel momento se liberaron todas las aves y se honraron a los combatientes perdidos.
Desde aquel momento, todos los días, la gobernadora visitaba la jaula y leía las cartas nunca enviadas por el soldado herrero.
Akame, triste, murió años más tarde, pero antes dispuso que fuese su cadáver depositado como la eterna compañera del soldado Huan Yue y que aquella bella jaula, fuese cubierta con los poemas de aquel amor.


 Meng Jiangnu

 Durante la dinastía Qin,vivió una Hermosa y bondadosa joven cuyo nombre era Meng Jiangnu.    

La joven se enamoró a primera visita de Fan Xiliang y tras haber conseguido el acuerdo paterno de las familias, decidieron contraer matrimonio. 


En aquel entonces, para construir la Gran Muralla, el emperador Qin Shihuang hizo reclutar miles y miles de hombres como mano de obra y Fan Xiliang fue apresado el mismo día de su boda y enviado a trabajar en la Gran Muralla, a miles de kilómetros de distancia. 
Meng Jiangnu, invadida de angustia y dolor, extrañaba día y noche a su esposo.



A medida que acechaba el frío invierno, Meng confeccionó ropas de invierno y
se dispuso a buscar a su esposo pese a la larga distancia. Afrontando vientos, lluvias, nieves y heladas, Meng llegó por fin a la Gran Muralla.

Ella contempló la obra, que serpenteaba sin que viera el comienzo ni el final.
Tras mucho preguntar, pudo saber que su esposo había fallecido por las penosas condiciones y que sus restos fueron enterrados al pie de la muralla.

Ante tan desgraciadas nuevas, Meng lloró durante tres días con sus tres largas noches y tan conmovedor fue su llanto que provocó el hundimiento de un tramo de muralla de casi cuatrocientos kilómetros de largo.
Entre los escombros descubrió los restos de Fan Xiliang y Meng Jiangnu pudo por fin encontrar a su marido, añorado día y noche.

diceelwalter@gmail.com


viernes, 22 de marzo de 2013

DOS PUNTOS

Las cosas lindas que me suceden últimamente son, dos puntos.
Saber que estás a mi lado todos los días, cariño.
Eso, en primer lugar.

Además de eso, paso a enumerar, dos puntos.
Tener unos hijos que me llaman.
Que me llamen los tuyos.

Éstas otras cosas, estan buenas, dos puntos.
Tener un trabajo que me deja muchos de los grandes.
Comprar al contado, cash.

Adivinen, dos puntos.
¿Es el Pibe Ibarrechea un hombre feliz?
Vale la respuesta. Si.

Lo que quiero decir es que, amigos míos, a mi me hace feliz saber que estoy acompañado por la mujer más linda del mundo.

Lo que quiero decir es que, me encanta estar rodeado de buena gente, y que es esplendorosamente fascinante levantarse a la mañana para ir a trabajar.

O sea, dos puntos.
Quiero que todos ustedes pasen por este momento feliz de mi vida.

Tengo algunos planes guardados, dos puntos.
Vacacionar en algún lugar cálido.
Ir al cine a mirar el bostezo enorme del león de la Metro y quedarme dormido en ése preciso instante.
Merodear por la Tribuna Popular del Instituto Atlético Central Córdoba.
Faltar a algunas citas.
Tirar tizasos a los compañeros de clase.
Hacer Ring Raje por Alberdi.
Darle la mano a los enanitos de jardín.
Bailar música de los años setenta.
Comer un asadito a la orilla de un río.
No aceptar de ninguna manera, los consejos del médico.

En el reparto de suertes, Dios me dijo que me siente a esperar cómo es que trasladan los restos mortales de mis enemigos. Punto final


José Antonio Ibarrechea






viernes, 15 de marzo de 2013

SONRÍE

Mirá, pibe:

Me gustaría que cuando te despiertes, encuentres a la mujer de tu vida a tu lado.  
Será como una señal que tendrás un buen día.  
Llévale el desayuno a la cama.  
Serás un buen tipo.
Lee las noticias de los diarios.
Salí a trabajar informado.

Hola, buen día. Decí siempre pibe. Demostrá que sos educado, y que te gusta el trabajo. 
Y que has leído una muy buena noticia. 
Las buenas noticias te llenan de alegría. 

No te olvides, pibe, si lees esta nota, sabrás que es mejor mirar a los ojos, apretar fuerte la mano y sonreír. 
Chaplin escribió "sonríe" y la hizo canción para la película "Candilejas." 
Vamos pibe, tu puedes.
Hola compañeros, saluda a todos, no te olvides.  Incluso a aquellos que... tu ya sabes.  
Que la gente te vea, pibe,  con tu sonrisa de siempre. 
Te cuento que algunas personas,  las de antes, a esa cosa de tener buenos modales,  a esa cosa de ser un buen tipo,  la llamaban bonhomía.  

Apuesto pibe,  que si lees esta nota, vas a buscar el diccionario y  husmearás enciclopedias.   Eres un buen tipo, pibe. 

Veamos algunas cosas de las que hablamos. 
Hoy debes ser tolerante,  mañana también,  hasta que te canses. 
Y vos sabés que las piñas en el hígado no dejan huella. 
No, no seas violento,  trata de ser siempre tolerante. 
Escucha,  presta atención cuando te hablan. 
Reclama, porque tu tienes derechos. 
Ponete las alas, vuela, vuela, y vuela. 

Me gustaría que vayas a Misa.
Que estudies siempre, cualquier materia,  aunque te digan viejo, aunque sepas que lo mismo, todos moriremos ignorantes. 
Que plantes tres árboles, me gustaría,  que leas tres libros,  que tengas tres hijos,  que sepas la tabla del tres y que digas rapidito tres tristes tigres. 
Dale, de nuevo, tres tristes tigres.  
Los astronautas, aquellos que llegaron a la luna, eran tres, pibe.

Tienes  que aprender a leer y a trabajar la madera.
Si sabes leer comprarás libros. 
Si sabes trabajar la madera, te harás una biblioteca.
En la biblioteca guardarás los libros. 
Otras personas harán lo mismo, con los libros que escribirás de ahora en adelante. 

Empieza con un poemita, pibe  
"Ella creyó que soñaba / mientras caminaba por el bosque descalza / El aire de la mañana / y la hierba húmeda / no lograban despertarla / Mientras las ramas verdes / parecían encerrarla / y los roces apurados en su piel / la lastimaban / Ella creyó que soñaba / cuando de repente apareció en un páramo / desconsolada / Y sola /  como estaba / se sintió olvidada " / 
Dale buen final. 
Y sonríe. 

Apuesto pibe, que ya tienes el diccionario entre tus manos, cuéntame qué significa la palabra "alfaguara."  
Que es un "barrunte." 
Y un "cafre." 
Vamos por la dé, y fijate bien lo que significa "diptongación."
Y sigue en la palabra "etimología." 
Y llega a la efe, busca "Franciscano." 
Franciscano; Dícese del religioso de la orden fundada por San Francisco de Asís.
No te quedes quieto pibe, busca vida y obra de San Francisco de Asís. 
Sigue hasta llegar a Papa Francisco.

¿Cómo que es argentino el Papa, pibe? 
¿Que se llama Jorge Mario Bergoglio?
¿El que era Arzobispo de Buenos Aires?
¿El que se trasladaba en colectivos y subterráneos y era hincha y socio de San Lorenzo de Almagro? 
- "Buenas noches, buen descanso." - Dijo Francisco en la Plaza, con una eterna sonrisa.

Apuesto pibe, que si eres un buen tipo y lo viste, se te escapó una lágrima, esbozaste una sonrisa y pensaste en eso de la afabilidad, la sencillez, la bondad y la honradez, en el carácter y en el comportamiento. 
Bonhomía, como se decía antes. 
Éso tiene, el Papa Francisco. 

A veces, la buenas noticias nos sorprenden.  
Ahora vuelve a la cama y a ella cántale... "Sonríe." 

Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com


viernes, 8 de marzo de 2013

LAS SEÑORAS QUE PASARON POR MI VIDA


    Me saludaban con un movimiento alegre de sus manos y una estimulante risa soñadora que me hacía perder el apetito.

    Llegaban en fastuosas alfombras voladoras guiadas por duendes perfumados, o lo hacían ellas mismas, porque habían desplegado sus alas para iniciar un vuelo intrépido, sin remordimientos ni horarios pactados de antemano.

    Así eran todas cuando llegaban hasta el pie de mi cama, esa brasa cómplice que nos confundía entre el fervor y el cansancio, el insomnio y las culminaciones del alba.

    A cada una de ellas la recuerdo con respeto.
    Se que a su manera, me amaron.
    Y que nunca podré olvidarlas.

    Me miraban abriendo tan grande sus ojos encandilantes, que desnudaban mi almita, y se iniciaba entre nosotros un largo diálogo en silencio, donde esculpíamos en el aire y piel a piel el movimiento involuntario del goce, conscientes de sabernos inocentes de cualquier culpa, implacables a la hora de pensar en que nada más debía importarnos, borrando de nuestras memorias, cualquier obligación que no fuera aquella de, simplemente amarnos.

   Estas paredes fueron consecuentes custodias de nuestros secretos.

   Más allá de los nombres de cada una de ellas, yo las reconocía no sólo por las bondades de sus cuerpos, sino por el tono de la voz, el aroma de sus perfumes impregnados en las porosidades de cada piel, por el corte único y personal de sus cabellos que las distinguían y por la destreza del paso de sus dedos por mis partes, como un temblor pasajero.

    Todas tenían manos mágicas, con las cuales cortaban el aire de mi habitación, aún en la oscuridad de las noches profundas, o en la incipiente luminosidad del alba.

   Tenían manos mágicas, que se deslizaban con cierta candidez y fragilidad por las paredes, o por los muebles de la casa y por la piel mojada bajo la ducha reparadora.

   Tenían manos mágicas que se hundían en las almohadas y arrugaban las sábanas con tremulaciones indisimuladas.

    Por eso, cuando ellas venían, mi casa se llenaba de amor, y a cada paso que daban, un contínuo canto de pájaros parecían acompañarlas.

   Entonces yo les escribía poemas.
   Uno a cada una, sin nombrarlas.
   Los escribía en las paredes, en los vidrios, en los espejos humedecidos, en las maderas, en las telas, en el papel...  A cualquier hora, tropezándome en el desórden de nuestras ropas esparcidas por el piso, escribía agradecido.

   Yo siempre las esperaba, anhelaba sus regresos.
   Aún a sabiendas que algunas de ellas, sólo podían visitarme de vez en cuando. 
   Que otras aparecían de repente y que otras por equivocación. 
   O todas juntas a la vez.

   Yo siempre las esperaba.
   Y hasta a veces, viajaba a verlas.

   Viajaba de noche, bajo el luminoso reguero de estrellas y con la complicidad de la luna acompañándome y señalándome el camino.

   Viajaba de día, con miles de mariposas alborotadoras que se arrojaban en mi travesía insistente, llena de un ansia que aturdía mis pensamientos obsecados en desahogar mis pasiones.

    Las recuerdo a todas...
    Las recuerdo en sus desnudeces.
    Las recuerdo mordiéndose los labios con agradable ternura.
    Las recuerdo arreglándose con natural delicadeza frente al espejo.
    Las recuerdo acomodándose sus vestidos con esmero.
    Las recuerdo calzándose en un ritual por demás estupendo.

    Ellas se fueron despidiendo de mi. Agradecidas y yo también.

    Lo hicieron con un fuerte apretón de manos. 
    De esos que se dan las personas que no se quieren olvidar. 

    Lo hicieron con un fuerte y caluroso abrazo. 
    De esos que se dan las personas que no se van a olvidar.

    Lo hicieron con un beso. 
    Con un beso enorme. 
    De esos que se dan los amantes en las promesas de no olvidarse nunca jamás.

    Y sin saberlo, me fueron abandonando a mi pertinaz soledad.

José Antonio Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com
Copyright 2012  

CUENTOS DEL ARAÑERO




Por: Karla Perozo Olivares


Más de 300 ediciones del programa dominical "Aló Presidente" liderado por el mandatario sirvieron de sustento para un proyecto editorial que compila los relatos autobiográficos de Hugo Chávez.
Personajes se hicieron famosos o infames tras protagonizar alguna historia de la vida más íntima de Hugo Chávez. La serpiente que estuvo a punto de devorarlo cuando apenas era un bebé; su abuela Rosa Inés que lo hacía vender "arañas calientes" de niño; Maisanta, El Magallanes y hasta sus relaciones amorosas eran temas de los que hablaba sin ningún tipo de tapujo ante millones de televidentes.
Sus vivencias más comunes lo acercaron a un pueblo al que conquistó con pintorescas anécdotas de todas las etapas de su vida. Muchos creen que, como buen llanero, exageraba sus historias. El mismo Fidel Castro alguna vez confesó que Chávez "rellena" sus relatos; pero ese estilo narrativo hacía de sus discursos más largos, alocuciones entretenidas.
Más allá de los registros de audio, fotos o videos que documentan sus acciones más relevantes para la historia del país, Chávez también nos dejó las historias de lo que no estaba a la vista pública. Buena muestra de ello fue el cuento de lo sucedido entre el 11 y 13 de abril de 2002, cuando el país estaba en vilo ante la desaparición de Chávez en los días más polémicos de la historia reciente del país. Él no chistó en contar su versión de lo sucedido.
Cada una de sus narraciones era una parábola. Cuando Chávez quería ilustrar alguna de sus teorías sociopolíticas, sacaba un cuento de su vida y creaba un vínculo de proximidad con su audiencia a partir de vivencias que le pueden pasar a cualquiera.
Orlando Oramas León y Jorge Leaños Alonso, ambos periodistas cubanos, fueron quienes se encargaron de recopilar las fábulas de Chávez en "Cuentos del arañero", un texto impreso y digital que se pasea por la infancia, adolescencia, y madurez del hombre más recordado de los últimos años de la historia venezolana.

 (Diario Últimas Noticias de Venezuela)

viernes, 1 de marzo de 2013

NOSOTROS, LOS PIBES






Antes de los lunes, los días se llaman domingo.
Así es.

Los domingos a la mañana yo me ponía los pantalones cortos, las medias para jugar y me calzaba las "championes".

Desayunaba con mis viejos muy rapidito y salía corriendo hacia el Sportivo, para llegar temprano.

Los domingos a la mañana, nosotros, los pibes de la categoría "cebollitas", nos matábamos corriendo atrás de la pelota de fútbol en la cancha reglamentaria.

Al pibe que no era "cebollita", se lo veía merodear por la Iglesia esperando que el cura oficie su discurso religioso, en la misa de las diez.

El Quacker y la cascarilla que te encajaban en la semana, te hacían patear los "córners" con tal fuerza, que la pelota volaba y se bajaba del cielo, apenas donde empieza el área grande, a mitad de camino del segundo palo del arquero. No había caso, ché.

Cuando el árbitro daba por terminado el partido, algunos rencorosos te esperaban a la salida para cobrarse con sus propias manos, alguna patadita injusta derramada al pasar.

Trifulca en la calle, once contra once y las piñas que iban y venían mientras se escuchaba la musiquita de la marcha del deporte de fondo y los gritos de los que te venían a separar.

"En un marco de azul celestial / y al rayo solar / va la juventud / En el pecho un soberbio ideal / y un ansia sin par / de goce y salud / Una insignia en el corazón / un emblema como ilusión / y en el alma un deseo / de honor y de gloria / que vibra y es siempre emoción / Luchar, en justa varonil / Luchar, con ansia juvenil / y para la raza / conseguir el ejemplar / del porvenir. / Luchar, luchar para triunfar / Luchar y nunca desmayar / alentando siempre / la esperanza de imponer / la divisa, vencer y vencer... /

Los días domingo, toda la familia junta, almorzabamos en "la casa de la abuela"
Porque antes, nosotros los pibes, decíamos así.

Entre mi abuelo y mi padre me sentaba yo, bañado, perfumado, con "curitas" en los rasponazos de las rodillas y untando por puro placer, el pan en la salsa.

A la siesta, mis tios practicaban juego de naipes varios.
Mis tías, practicaban chismes varios.
Mientras mi abuelo, papá y yo, el cebollita, controlábamos la boleta de "la polla" de pronósticos deportivos con los resultados de los partidos que lanzaba al aire la Cabalgata Deportiva "yilé"

"Tarararará ra raaaaa, informa la cabalgata deportiva yilé. Gol de riverplei convertido por el centroforward Luis Artime de cabeza tras un pase elevado enviado por el inside Onega a los diecisiete minutos del segundo tiempo de juego, river le gana ahora a argentinosyunior por dos tantos contra cero. tararará ra raaaaaaa. Aquí mientras tanto avanza bocayunior que vence a Atlanta en una bombonera colmada de un público expectante ubicado en las gradas, bajo un radiante sol que ilumina la tarde de Buenosaires..."

El sol de los domingos, pasa por el cielo más rápido que en los otros días, entonces, había que volver a casa porque el otro día era lunes, y había que trabajar, según parece.

Tenías que despedirte de tus santos abuelos con un beso y pedirles la bendición.
O estabas a punto de ligar un soberano tirón de orejas.
Es así que sentías que ellos apoyaban sus manos entre tus rulos y te decían en la puerta, que Dios lo bendiga pequeño granuja, que Dios lo bendiga.

Así era ché.

Los días domingo, a la tardecita, volvíamos caminando a "la casa de la mami"
Porque antes, nosotros los pibes, decíamos así.

Entre mi padre y mi madre iba yo, levantando la tierra de la calle y con la camisa manchada con salsa.

Ya estaba oscuro cuando mi papá subía al tren que lo llevaba desde Deán Funes a Buenos Aires a trabajar. Las mariposas de los faroles, compungidas,  me ayudaban a despedirlo, revoloteando sobre mi cabeza mientras yo corría saludando por el andén. 
A mi me pasaba. Me las tenía que dar de macho, el capitán del equipo no podía andar mariconeando en una estación, mientras la imágen del tren se hacía chiquitita asi.
No había caso, ché.

Mi mamá me esperaba y cenábamos un rico café con leche y pan con mortadela.
Después, me mandaba a dormir.

Estos resplandores efímeros, que iluminan el túnel de mis recuerdos, traen también, el claro murmullo de la plancha sobre el almidón de mi guardapolvo, el monótono ritmo del roce del cepillo con pomada en mis zapatos y el sublime beso de mi madre en mi frente, mientras yo, me hacía olímpicamente el dormido, bajo la estampita de no me acuerdo qué santo y el cuadrito con marco rojo de la hormiguita viajera.

El Cuco Sánchez le cantaba " Fallaste corazón" a mi madre, desde el Long Play puesto en el combinado Ranser.

"Y tú que te creías / el rey de todo el mundo; / y tú que nunca fuiste / capaz de perdonar / y cruel y despiadado / de todo te reías, / hoy imploras cariño / aunque sea por piedad." 

Después del domingo, los días se llaman lunes.
Así es.

Los lunes a la mañana, las señoritas maestras, tenían por costumbre, pedirnos a nosotros los pibes, que sacásemos una hoja en blanco, el lápiz y la goma de borrar, para la temible prueba escrita de aritmética.

Oh Dios mío, porqué hiciste los días lunes..?

José Antonio Ibarrechea
Tiene derecho de autor
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