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viernes, 4 de enero de 2013

LA GRAN CAPITANA DE MI CORAZON

Busco un bar, a la orilla del río, encuentro una mesa, la mesa tiene sombrilla y cuatro sillas, me siento.
Viene el señor que atiende las mesas, me alcanza la carta de comidas y bebidas. Me doy cuenta que no traje los anteojos para lectura. Me doy cuenta que te extraño.

Abajo, en la pendiente hay arena y grandes piedras, la gente toma sol y se divierte en el agua fresca que baja de las sierras.

Me sirven una cerveza bien helada, y un plato de carne asada, mientras el sol gira a mi alrededor, mientras una suave brisa me alcanza tu voz.

Te busco entre la gente y se que no estás.

A vos no te gusta comer al lado del rio, quizás por las gentes extrañas, quizás por el humo de los asados, quizás por las otras costumbres que se practican, quizás por la música que escuchan, quizás porque quieras intimidad.

Estás con los tuyos, estás con tu gente, con tus cosas.
Yo no estoy allí con vos. Te incomodas. Incomodamos a los demás.
Entonces mi camisa se mueve por la brisa y las servilletas de la mesa parecen palomas volando.
Atrapo una, es blanca, bien blanca como tu sonrisa, escribo sobre mi soledad, sobre lo mucho que te quiero y estampo allí tu nombre y la dejo volar.

Cae en el agua, se hace barco de papel, esquiva cuerpos, esquiva rocas y piedras, gira en un remolino y sigue, se hace fuerte, valiente y soporta tempestades. La sigo. Sigo mi mensaje y te veo. 

Te veo navegando en el papel. Te veo reforzando sus lados y las arrugas que fueron ya no son y ahora hay pliegues perfectos que hablan de tu convicción y tomas el timón. 
Sales a buscarme. 
Salgo a encontrarte.

Vas por el río San Antonio, ingresas al lago san Roque, Saludas a la Ciudad de Carlos Paz, entras al embudo del dique y sales hacia el río Suquía, la gente aplaude tal audacia en la Ciudad de La Calera.

Y tuve tiempo para ver todo eso y mucho más porque pagué la cuenta de mi almuerzo sin probar bocado y salí tras mi papel escrito que se llenó de vida. 
O salí tras tu vuelo. 
O quizás te seguí por todos tus  caminos, para ver que mi mensaje se hizo grande, para comprobar que todos saben de nuestros anhelos y que  te alientan a vos, que eres la gran capitana de mi corazón, surgida entre mis letras, a seguir en busca del  puerto.
Tuyo y mío, 
seguro y prometido.

Y vos sigues con los ojos llenos de lágrimas y tus manos aferradas al timón y te das una vuelta por la isla de los Patos, donde consultas el mapa. 
Has llegado al centro de Córdoba Muñeca.
Ésta es mi ciudad 
y sabes que aquí estoy.

Pero en realidad, tu viaje se inició hace ya bastante tiempo, 
entre tus sueños de niña, 
entre tus  noches febriles de la adolescencia, 
entre tus proyectos de mujer madura.

Tomaste el timón, 
tomaste los controles, 
tomaste los volantes, 
conduces entre alocadas tormentas, 
entre fuertes tempestades, 
en noches claras y calmas, 
por cielos prometidos, 
por promesas incumplidas y 
cataclismos descorazonadores, 
hasta que me conociste, y llegaste. Y me llamas.

Y me dices que las tormentas han pasado 
y que ahora hay comprensión, la materia que nos faltaba aprobar, 
y que nunca mas nada nos va a separar. 

Y los dos decimos juntos "Aqui estoy" cuando nos volvemos a ver. Esperanzados.

En el mismo tiempo, en el mismo lugar.
Y dejamos de llorar.

Córdoba, mi ciudad, señoras y señores, está llena de sorpresas. 
Presten atención, aquí, se pueden volver a enamorar.















José Antonio Ibarrechea
Copyright 2013 
diceelwalter@gmail.com

2 comentarios:

  1. ¡Que bueno Ibarrechea!!! Estoy feliz por vos, y por mi y por tantos sueños embotellados que se hacen realidad ! ¿Te das cuenta que solo se trata de persistir en ellos? ¡Te quiero mucho!

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  2. Me encanta..." La gran capitana de mi corazón", el relato, los sentimientos,la facilidad de recuerdos plasmados en un cuento que parece real ó tiene mucho de serlo..Me fascina tú forma de llegar a nosotras..a mí misma mil gracias porque lo que escribes es maravilloso..a mí forma de ser...te quiero!MQ

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