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viernes, 30 de noviembre de 2012

ROSSANA

Recordaba mientras miraba el paisaje por la ventanilla del ómnibus, la carita de su hija deseándole suerte, mientras la despedía. 

Se acomodó los auriculares de la radio del teléfono celular en sus oídos y cerró los ojos para soñar y soñaba. 

Soñaba que era una nena jugando en la calle, andando en bicicleta, llena de tierra y bebiendo agua directamente de la canilla, jugaba a la rayuela, saltaba la piola, a las escondidas, y que juntaba figuritas para el álbum de Caperucita Roja.

Le gustaba recordar su niñez.
Y llegó en sus sueños a su primer amor.
Llegó en sus sueños a su matrimonio.

A sus otros amores y despertó.

Se sentía incómoda por la decisión que había tomado. 
Había decidido saber si hacía de una vez por todas, lo correcto. 
Recordó que siempre fue impulsiva, y que de ese modo armó el bolso y sacó el pasaje.
Y que tenía en claro que era mejor mirar a los ojos de ése hombre y decirle cosas como,  "Cuéntame lo que tengas que decirme ahora, que luego te cuento yo."

Tomó un taxi, le dio la dirección y al llegar, tocó el timbre sintió ganas de hacer un ring raje y salir corriendo.

Pero decidida, dejó el bolso en la vereda, se acomodó la ropa, y al verlo tan sorprendido por su inesperada visita, aplicó su mejor sonrisa, le sonrió a él y se mostró satisfecha, llena de un enorme coraje, y le abrió los brazos para darle aquel inolvidable abrazo.

-0-

Y como si nos hubiésemos conocido de toda la vida,  me dijo.
Bueno amigo, aquí estoy. 












Ibarrechea.
diceelwalter@gmail.com.
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